Ayer, la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación de México (ASSA) se vio envuelta en un impasse kafkiano. Su secretaria general, Ada Hermelinda Salazar Loza, convocó a celebrar su Asamblea General Ordinaria, pero lo hizo violando distintos preceptos legales. Para empezar, el artículo 30 del Estatuto de la Asociación sindical.

También, su convocatoria violó la Ley Federal del Trabajo, en su artículo 373, donde especifica que la fecha que establecen los estatutos sindicales para rendición de cuentas –que se hace cada seis meses– no puede ser modificada, ni son fechas “dispensables”.

¡Vaya que las cosas se pusieron álgidas! Pude presenciar de manera virtual la “reunión”. Y sepan ustedes que la vocal del Tribunal de Honor y Justicia, Amparo Trejo –al calor de los ánimos– tuvo la mala pata de agredir físicamente a tres compañeros agremiados, lo que según nuestro propio estatuto, invalida la asamblea.

Por lo tanto, no hubo Asamblea; lo que se llevó a cabo fue una reunión de sobrecargos, donde 120 agremiados estuvieron de forma presencial, y cerca de 250 sobrecargos en línea. A pesar de que las áreas de legalidad declararon “inválida” la asamblea, la señora Ada Salazar hizo oídos sordos y siguió como si estuviese presidiendo una Asamblea Ordinaria.

Ella está convencida de que “rindió su informe”, pero en realidad se trató de una larguísima lectura –más de 120 minutos– de los diferentes textos, resúmenes, notas informativas e “informes” que a ella le rindieron los diferentes despachos de su abultado cuerpo legal. Es decir, ella no dio cuenta de su trabajo en los últimos seis meses al frente de la Asociación, sino que recicló información vertida desde el año 2023, redactada por sus abogados.

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Aquí lo más grave, es que lo hizo sin atender las voces de sus agremiados que nunca dejaron de insistir en que ya no se estaba celebrando ninguna asamblea de rendición de cuentas.

La secretaria general gusta de utilizar una frase, y no pierde oportunidad de incluirla en todas y cada una de las asambleas: “…es la primera vez que en ASSA…”. Pues bien, tengo que decir que es la primera vez que un(a) Secretario(a) General de ASSA pierde el juicio, pues ignoró las disposiciones explícitas de las áreas sindicales de legalidad, y entre gritos y descalificaciones rindió un supuesto “informe”, dirigiendo la reunión como si se tratara de la Asamblea General Ordinaria.

Preocupa tanto su actuar, como el de sus esbirros, la auxiliar de la Secretaría del Trabajo, Janete Echagaray Baca, y el Secretario de Cultura y Deportes, Jorge Kellogg, los únicos que le seguían la corriente a Ada Salazar en su fantasía de que estaban rindiendo “informes”.

El resto del Comité Ejecutivo expresó su desacuerdo. Las Secretarías de Conflictos, la de Interior, de Asuntos Técnicos, de Relaciones, de Actas, de Previsión Social, así como los auxiliares de las Secretarías de Tesorería, y de Prensa, además de las Comisiones de Hacienda, de Vigilancia (en pleno) y también dos de los tres miembros del Tribunal de Honor y Justicia, ahí si no fue en pleno, pues la tercera integrante, la vocal Amparo Trejo, es quien fue señalada como golpeadora y de agredir a tres agremiados.

Los miembros del Comité Ejecutivo que no siguen la lógica de la Secretaria General, son muy puntuales en sus argumentos:

1.- Que la Asamblea General Ordinaria no se llevó a cabo en tiempo y forma, y que la que se intentó celebrar debía tener el carácter “extraordinaria”.

2.- Que al haber actos de violencia, la asamblea automáticamente queda sin validez alguna.

3.- Dejaron en claro que no se oponen a rendir informes, pero que no iban a validar una asamblea ilegal. Y que los agremiados pueden acercarse en todo momento a los representantes sindicales para mostrar sus respectivos informes, pero que no iban a hacerlo en una asamblea irregular, además cancelada por actos de violencia de una representante sindical.

4.- Por último, que la Secretaria General prometió en la última asamblea de la revisión salarial con Aeroméxico, que iba a presentar su renuncia, por lo tanto le exigieron que cumpliera con su palabra.

Y aquí es necesaria una pausa, porque el galimatías se incrementa. La Secretaria General de ASSA dijo que no tenía ningún problema de presentar su renuncia, pero que condicionaba su presentación al acto de que los agremiados se presenten al sindicato y cubran la cantidad de $132,000,000.00 pesos (CIENTO TREINTA Y DOS MILLONES DE PESOS). No, estimado lector, no leyó mal. Lo dijo con todas sus letras.

Aquí el contexto: Ada Salazar trató de escudarse en un desfalco encontrado cuando ella llegó a la dirección de ASSA. Ella argumenta que el anterior secretario general del gremio, Ricardo Del Valle Solares, cometió una “administración fraudulenta” durante los 12 años que estuvo al frente del sindicato de sobrecargos. Ella dice que desde 2023 inició acciones legales en contra del anterior líder sindical, pero que éste se ha defendido como “gato boca arriba” y que a la fecha no ha sido posible integrar debidamente la carpeta… de hecho, a algunos presuntos implicados ni siquiera ha sido posible localizarlos.

La actual secretaria general estima que el desfalco es por la cantidad de $132,000,000.00 pesos (CIENTO TREINTA Y DOS MILLONES DE PESOS). Así es que, de forma por demás extraña, ella colige que quienes piden su renuncia lo hacen para proteger al anterior líder sindical; ergo, si los agremiados “devuelven” esa cantidad de dinero, ella inmediatamente presenta su renuncia. ¡Vaya sofisma!

Si no la hubiera visto diciendo semejante barbaridad, no lo creería. Me resulta ininteligible que de forma tan cínica “traslade” su responsabilidad. Llegó al puesto con la promesa electoral de esclarecerlo todo, y ahora resulta que si no logró hacerlo, ¿la responsabilidad de “reponer” ese dinero que nos robaron es de los mismos agremiados?, de verdad ¿tanto trabajo les cuesta reconocer, a ella y a su grupo de asesores legales, que fueron incapaces de hacerlo?

Disculpen Ustedes, amables lectores, pero me resulta insultante tanta desfachatez. Sobre todo desde mi trinchera como sobrecargo de la antigua Mexicana de Aviación, porque nosotros, ya sin operaciones aeronáuticas pero agremiados a ASSA, terminamos pagando con nuestros ahorros dicho desfalco. En su momento, Ada Salazar “explicó” que el dinero que faltaba en la Caja de Ahorro y Préstamos (CAP) de la Asociación, era consecuencia de que los sobrecargos de Mexicana dejamos de pagar en 2010, cuando nos bajaron de vuelo, y que por eso debíamos pagarlo todos y cada uno de los sobrecargos.

Así fue como la actual secretaria general Ada Salazar, sin autorización de los compañeros, tomó de forma ilegal el dinero de nuestros ahorros para subsanar el desfalco. Me pongo de ejemplo, pero evidentemente no es el único caso, yo tenía cerca de 120 mil pesos ahorrados en el CAP, y ahora no tengo nada; esta mujer obtuvo la votación necesaria para ese acuerdo en una asamblea amañada, en la que la mayoría de los sobrecargos de Mexicana de Aviación, por obvias razones no estuvimos presentes.

El día de ayer Ada Salazar, en un acto de total desesperación, intentó amagar a los asistentes en que presentaría su renuncia sí y solo si los agremiados pagamos (por tercera vez) esos 132 millones de pesos, como si no se hubiera hecho ya con nuestros ahorros, aunque los titulares de ese dinero jamás dimos autorización por escrito y con nuestra firma.

Queda claro, fue un acto de extorsión por parte de la actual secretaria general Ada Hermelinda Salazar Loza, que se niega aceptar la realidad. El gremio la repudia y la forma de zafarse del atolladero es intentando ejecutar un delito. Tal vez ella no se sienta obligada a saberlo, pero cualquiera de sus muchos abogados debería decirle que el artículo 390 del Código Penal Federal señala que comete el delito de extorsión:

“Quien sin derecho obligue a otro a dar, hacer, dejar de hacer o tolerar algo, para obtener un lucro para sí o para otro, o causando a alguien un perjuicio patrimonial”.

Por supuesto que en la reunión de ayer, además se subieron a la palestra los reclamos -y con toda razón- de los sobrecargos que prestan sus servicios en Aerovías de México (Aeroméxico), al enterarse que la secretaria general “reinstaló” a dos sobrecargos que prestaban sus servicios en Aerolitoral (Aeroméxico Connect), pues según ella, la “sentencia del juez” (que por supuesto nunca ha mostrado) indica que la reinstalación debe darse en Aerovías de México, la troncal, con su misma antigüedad y escalafón.

Esto es claramente una violación al Contrato Colectivo de Trabajo de Aerovías, la troncal, porque las condiciones laborales de las sobrecargos que fueron despedidas de Aerolítoral no son para nada las mismas; de entrada, no vuelan en aviones B737NG/B737MAX/B787-8/B787-9, sino en aviones Embraer 190, además de carecer del adiestramiento para volar vuelos transoceánicos; esto claramente fue un favor que pidió Ada Salazar a la empresa Aeroméxico en marzo de este año, ¿a cambio de qué?, tal vez el mundo nunca lo sabrá.

¿Será por eso que la revisión salarial fue una de las peores en la historia del sindicato? Me queda claro que Aeroméxico quedó feliz, pues sigue “optimizando recursos”, gracias a la pésima gestión de Ada Salazar, quien además no quería ser parte de las negociaciones; yo la consigné por ello, pues va en contra de los estatutos, pero las áreas de legalidad la protegieron… ¿por qué?

Eso sin contar “otro favor” que pidió la secretaria general a Aeroméxico: correr al auxiliar de la Secretaría de Prensa, Andrés Becerra, por una supuesta “contratación de hacker vía Instagram” y argumentando que eso puso en peligro los datos personales de los sobrecargos. Pero eso es más falso que una moneda de $2.50 pesos.

Lo hizo para que el manejo de la página web de la asociación, así como de las redes sociales, quedara en manos de la firma legal Carral Hernández y Asociados, quienes por cierto no pagan renta, pero utilizan las oficinas y al personal administrativo de ASSA para despachar a gusto, con cargo a las cuotas sindicales de los agremiados. Y debo decirlo, es un despacho que fue elegido de dedazo por la actual secretaria general y no en una asamblea, como antes se elegían al personal jurídico de la asociación.

Por lo pronto, he presenciado cómo Ada Salazar “perdió el oremus” por completo, como dicen los españoles; perdió toda congruencia y -lo peor- amagó con un delito a los agremiados del sindicato. Espero que los sobrecargos de Aeroméxico Connect que votaron a favor de pertenecer a ASSA, de verdad se den cuenta de lo que es capaz esta mujer con tal de no perder el poder.