“Mi sentimiento es que las naciones no pueden ser realmente una y que sus actividades no podrían llevar al bien común de la humanidad entera, a menos que se reconociera la ley en los asuntos nacionales e internacionales. Es decir, en el orden pacífico. Las naciones no pueden llamarse civilizadas sino en la medida que obedezcan a esta ley”

Gandhi

Me uno a las fanfarrias y alegría causada por el aniversario del inquilino palatino. 68 inviernos que se deberían celebrar por todo lo alto y qué mejor manera que unirse a la iniciativa que lanzó la diputada —venida a morenista— Patricia Armendáriz, y que ya muchos secundan, de otorgarle un premio Nobel.

¿Uno? ¡Qué va! Démosle varios o incluso una edición especial para que el mundo conozca las propuestas del macuspano…

Desde esta columna nos unimos a la mencionada propuesta y, ya entrados en gastos, la de otorgarle un premio que ha sido olvidado, pero que es igual de importante que el Nobel de la Paz: el Cy Young.

Como saben los fanáticos del baseball este premio se otorga de forma anual al mejor lanzador de las grandes ligas. La primera vez que se dio fue en el 1956, de forma póstuma a Cy Young quien ganó 511 juegos y quien también ocupa un lugar en el Salón de la fama del baseball.

Sí, para los puristas de la pelota caliente, el Cy Young solo se otorga al mejor lanzador de cada liga (americana y nacional) pero podemos lograr que los 28 miembros de la Asociación de Escritores sobre Baseball de los Estados Unidos se lo otorguen a López Obrador. Será fácil convencerlos, la forma en que López Obrador macanea es única en el mundo. Puede lanzar los problemas tan lejos como para no verlos, aun cuando continúan estando ahí.

Las columnas más leídas de hoy

Andrés Manuel también es ejemplo de una magnífica condición física, bien podría darle algún consejo a Putin, quien siendo un año mayor que el tabasqueño no guarda panza, ni se para a comer fritangas en las carreteras rusas. Es una ventaja que Putin no juegue baseball porque seguramente nuestra ‘cabecita de algodón’ le podría enseñar como hacer uno o dos lances para burlarse de la oposición sin tener que expatriarlos, tal como sucedió con Anaya…

Propongo también le demos el premio al fritanguero mayor; gracias a él hemos aprendido sobre lo más importante y vital de este país: las extraordinarias fondas que ha visitado en estos casi tres años.

Ahí lo hemos visto comer, comer y comer. Y después comer más. Es la única forma de mantener tan increíble y oronda figura. Que pida no consumir refrescos no es ápice para que encuentre las formas de no comer de forma sana.

Sobre los premios Nobel a los cuales debería ser nominado —¡y obtenerlos!—, me preocupa el que fueron creados por Alfred Nobel, inventor, empresario, científico y emprendedor que también escribía poesía y drama. Todo un fifí y no sé si ese antecedente sea motivo para que Andrés Manuel lo desprecie.

Este año puede aspirar a las seis categorías del Nobel:

El premio Nobel de Química se dio este año por el desarrollo de la organocatálisis asimétrica. Basta decir que esto consiste en la aceleración de las reacciones químicas. Eso es algo que AMLO logra todos los días en las mañaneras; reacciones sistémicas de unos mexicanos contra otros que aceleran el proceso de desintegración del tejido social. En todo caso, se le puede dar el premio a nuestro primer mandatario por destruir con combustóleo y carbón el medio ambiente, sin olvidar que con los elefantes blancos se arruinará el ecosistema donde se están edificando.

Ahora bien, este año el premio Nobel de Física se otorgó por modelar el clima en un futuro cercano de la tierra, la cuantificación de la variabilidad y la predicción fiable del calentamiento global. ¡Qué mejor que incluir aquí a López Obrador! Con su propuesta de regresar a la quema del carbón y combustóleo, México hará una importantísima contribución a la predicción de cómo se contamina y se calienta la tierra. O bien, nominémoslo por su propuesta de que los aviones se repelan; esta abre un nuevo panorama nunca imaginado por ningún ser humano. Destruye las leyes de la gravedad y del más sencillo entendimiento.

Mientras la Asamblea Nobel del Instituto Karolinska concedió el Nobel de Medicina y Fisiología por los descubrimientos de los receptores de la temperatura y el tacto, a López Obrador debería dársele por los terribles números logrados en la pandemia. Desde estar en los cinco países con mayor número de muertos producto de este mal, el primero en el rubro de personal médico (incluyendo enfermeras y todos quienes atienden en el sector salud), hasta el deshonroso primer lugar en niños huérfanos por el Covid-19. Ello sin olvidar reconocerle el haberse negado a vacunar contra el Covid a los menores de edad.

El premio Nobel de Literatura podría otorgársele por lograr algo parecido a Víctor Hugo; si bien este último tardó 20 años en escribir “Los miserables”, el tabasqueño en menos de tres años mandó a más de dos millones de personas derechito a la miseria, mientras escribía su libro sobre economía moral…

Se le debe conceder el premio Nobel de Economía también, el mismo que este año se le otorgó a David Card por sus contribuciones empíricas a la economía del trabajo. Algo muy parecido a lo que ha sucedido en nuestro país, donde la economía informal aumenta y tenemos a más de 2.6 millones de mexicanos buscando trabajo. Lograr que —mismo antes de la pandemia— México solo creciera el 0.1 del PIB, además de quebrar empresas, siendo México de los países que más tiempo tardarán en recuperarse, que perdió lugares en la clasificación de competitividad y que está entre los peores en corrupción.

Por último el premio Nobel de la Paz. Este año se le concedió a María Ressa y Dmitry Muratov “por sus esfuerzos para salvaguardar la libertad de expresión, que es una condición previa para la democracia y la paz duradera”. Fácil: en el periodo obradorista han sido asesinados 44 periodistas y 68 defensores de los de los derechos humanos. Igualito que los premiados antes mencionados.

Por ello, hagamos una coperacha para buscar que Andrés Manuel pueda ser nominado en las seis categorías al Nobel, al Cy Young y seguramente también pensemos en algún Oscar que deba/pueda recibir, como el de mejor guionista de película de terror...

Solo con tantos premios podría evitar ser recordado como lo que en realidad es: uno de los peores presidentes del mundo.

Verónica Malo el Twitter: @maloguzmanvero