Declarar que el día primero de septiembre de dos mil veinticuatro México se convertiría en una monarquía, es una gran ofensa al pueblo, a la nación soberana que hoy somos, denostando e ignorando de esta forma la validez del voto mayoritario y traicionando abiertamente las e democracia. Hace el ridículo Krauze. Pareciera que lo volvió loco la mayoría calificada obtenida por el pueblo, y la necesaria reforma judicial que se avecina para continuar con la regeneración de poderes que han demostrado ser inconstitucionales corruptos e ineptos para impartir la justicia.
¿Qué seriedad puede tener este hombre como historiador al vomitar una idea así, la pura víscera vertida? Qué bajo han caído, no dejan de asombrarnos. ¿Creerá realmente que su chascarrillo posteado en Twitter con la faz perversa del antipatriota es ingenioso? O ¿quiso hacer un chiste el aprendiz de bufón para regodearse con sus compinches?
No, analizándolo a profundidad de la psiquis humana, el enunciado de Krauze es un real anhelo vuelto consciente del retorno de un Agustín de Iturbide. Es él, son algunos ellos y ellas, los que desean reviva el Imperio, se reinstale la monarquía, para que los vuelvan a “tratar bien” a conceder de nuevo sus hoy perdidos privilegios. Ya lo dijo su socio Aguilar Camín, quien al igual constató públicamente que padecen de harta hambre sin su sabroso chayote dado por gobiernos de antaño.
Qué manera la de Krauze de degradar sus capacidades profesionales ante el universo cultural mundial. Está en su derecho de llegar por decisión propia a la consecuencia del desequilibrio. Pero al engaño popular con el objeto de volver a gozar a tutiplén del presupuesto nacional, no lo lograrán más. La democracia entre otras cosas de eso se trata, de total libertad en el marco de la ley. Pues toda la ciudadanía sin exclusiones, o sea también el grupúsculo del historiador caído en desgracia, posee la libertad de expresión plena. Si la utilizan para hacer o hacerse daño, infligirse un harakiri abonando a su malograda reputación, ni hablar.
La gente ya los conoce señores. Sabe que no la respetan, que no la quieren, que no luchan por el bienestar comunitario sino el propio. Con ello ustedes han ayudado mucho para la gran transformación mexicana, algo para agradecer a Enrique Krauze quien se ha convertido hace rato en el Mesías Orgánico de la Degradación Intelectual de México. Qué pena.