Las leyendas urbanas son reforzadas por el pensamiento colectivo que da por verdadero un cuento o un mito. ¿Por qué comienzo así?, pues porque considero importante hablar de los aeropuertos del país, pero no solamente por la coyuntura que vivimos en vísperas de la inauguración del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), sino de una arista que suele pasar desapercibida, a la que si no le ponemos la atención debida, terminaremos creyendo los “mitos y leyendas” que se crean a su alrededor.
¿Saben ustedes cuántos aeropuertos tiene México? En el territorio nacional, la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC) reconoce que tenemos 78 aeropuertos, 40 aeródromos no comerciales, 16 bases aéreas militares y 1,714 pistas, de las cuales sólo 243 se encuentran pavimentadas.
Hace muchos años los aeropuertos eran propiedad del Estado, el cual se encargaba de gestionar todo lo relativo a estos lugares, pero con la llegada de las políticas neoliberales comenzó una era de privatizaciones.
Fue justamente mientras Ernesto Zedillo ocupaba la silla presidencial que se tomó la decisión de “concesionar” no sólo los servicios aeroportuarios sino toda la infraestructura. En aquel entonces el organismo encargado de administrar las terminales aéreas del país era Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA), organismo descentralizado del Gobierno Federal desde el año 1965, que además presta el servicio de suministro de combustible, entre otras actividades.
En el año de 1995 comienza a darse un cambio en el Sistema Mexicano Aeroportuario, con la expedición de la Ley de Aeropuertos, para regular la construcción, administración, operación y explotación de los aeródromos civiles, como parte integrante de las vías generales de comunicación. Esto dio pie a la privatización de 35 de las 58 terminales aeroportuarias que entonces existían.
Ahora están agrupados en cinco grupos, y sólo uno de ellos sigue a manos del Estado Mexicano, el resto son explotados por particulares.
- Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA) con 18 aeropuertos bajo su administración.
- Grupo Aeroportuario del Sureste (ASUR) con 8 aeropuertos
- Grupo Aeroportuario del Pacífico (GAP), con 11 aeropuertos.
- Grupo Aeroportuario Centro Norte (OMA), con 13 aeropuertos.
- Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (AICM), con 1 aeropuerto
Así como en otras industrias, la privatización de estas no ha mostrado una gran diferencia con la administración gubernamental. En el colectivo imaginario, dejar en manos de privados la empresa que sea, se traduce en una mejora en los servicios prestados, inclusive un mejor nivel de estatus.
Nada más lejos de la realidad; a veces las administraciones privadas, en aras de obtener mayores ganancias, sacrifican realizar arreglos a los aeropuertos que administran, consiguiendo instalaciones que dejan mucho que desear. Pero al ser un servicio concesionado a un particular, el Gobierno Federal no tiene competencia directa; es decir, no es su responsabilidad reparar el aire acondicionado del aeropuerto, ni encargarse de los asientos, baños limpios y un largo etcétera…
Existe un caso reciente: Pedro Sola, conductor del famoso programa de chismes de farándula “Ventaneando”, y economista de profesión. En su perfil de Twitter manifestó su gran desagrado por las condiciones en las que se encontraba el Aeropuerto de Mazatlán:
“Todo es tan precario en México que llegas a un aeropuerto de un destino turístico como Mazatlán y te bajan del avión a media pista y caminas entre los aviones estacionados y sobre un pavimento quebrado para llegar a la terminal, triste realidad la que vivimos”
Pedro Sola
No todas las terminales aéreas del país cuentan con lo que se conoce como “posiciones de contacto”, los pasillos telescópicos que comunican al edificio con la puerta del avión. Muchas veces en los aeropuertos, como el de Mazatlán, llega una escalerilla a la puerta del avión para bajar a los pasajeros.
Pero no es exclusivo de nuestro país, ni tampoco significa que sólo en el Tercer Mundo se opera así. En el caso del Aeropuerto de Mazatlán, este se encuentra bajo la administración de Grupo Aeroportuario del Centro Norte (OMA), que según su página web cuenta con el respaldo de dos socios: Empresas ICA, y Aéroports de Paris.
Sí, Pedro Sola observó durante el periplo hacia la terminal que el pavimento debajo de su calzado estaba “quebrado”, y dedujo que se debía al nulo mantenimiento que se le da a la zona de desembarco.
Con la finalidad de que su queja llegue a la ventanilla correcta, yo le sugiero que la haga llegar a la administración de dicho aeropuerto concesionado; por supuesto que tiene derecho, se trata de un contrato mercantil, en el que pagó un precio y si como cliente no quedó satisfecho, lo asisten todos los derechos del consumidor.
Sin embargo, por el tono con que escribió su tuit, más bien se adivinan desencanto y frustración tales, que más bien parece derrotismo: la triste realidad que vivimos en un México tan precario, dijo. Pero no es culpa del Gobierno Federal. Teóricamente por eso se concesionaron hace casi 30 años, para adelgazar la responsabilidad y carga de trabajo del gobierno; y los concesionarios no lo hacen por caridad. Ellos están haciendo negocio con la concesión.
Es una realidad, y sería infantil de mi parte negarlo. Es un hecho que muchos de nuestros aeropuertos tienen deficiencias en muchos sentidos, falta de personal y una cuestionable limpieza, entre otros puntos. Pero también es un hecho que al privatizarlos, en lugar de mejorar -en términos de calidad para el pasajero- estos lugares son vistos más bien como centros comerciales, que “de casualidad” tienen una pista para el despegue y aterrizaje de aviones.
Es prioridad la renta de locales comerciales, en lugar de mejorar las condiciones de infraestructura y seguridad, como ya lo he expuesto. Por eso insisto y enfatizo: no creamos en las leyendas urbanas, o cantos de sirena, que aseguran que si lo administra un particular, el servicio mejorará; en los hechos, la realidad de los aeropuertos concesionados no ha sido así.
Al grado que tenemos aeropuertos en los que las líneas aéreas extranjeras han construido sus propias terminales, para no batallar con la infraestructura local, como en el aeropuerto de Cancún.
Sí, es momento de hablar de los aeropuertos, pero sin quitar el dedo del renglón en cuanto a la necesidad de que los concesionarios en verdad inviertan y mantengan y mejoren la infraestructura aeroportuaria, y no solo vean las terminales aéreas como un medio para obtener ganancias, sin invertir un centavo.
Por supuesto que todos podemos expresarnos libremente en las redes sociales; quejarnos en ellas puede ser una efímera catarsis, y si logra algún cambio, entonces se considera un éxito ciudadano. Pero si solo vociferamos, sin encausar ninguna petición concreta, y sobre todo, achacando responsabilidades erróneas, y solo con la intención de golpetear, entonces se llama Infodemia, y bajo ninguna circunstancia es benéfica.