A todos ustedes, mis amables lectores, ya sabrán que me gusta compartir mi opinión de lo que pienso acerca de la política y los políticos, pero también, y afortunadamente, se me permite en este espacio escribir acerca de mis vivencias personales.
¿Por qué? Pues no sé. Creo que a mucha gente no le importa lo que yo haga con mi vida y quizá otra más me lea con interés, porque a veces es interesante asomarse a la vida de otros.
Tuve la experiencia de conocer San Luis Potosí. La verdad de las cosas es que yo venía aterrada en la carretera porque sé que en ese tramo hay violencia de toda índole.
Pero me fue muy bien. No entré a la ciudad, básicamente fui directamente a la Huasteca Potosina. Pude estar casi enfrente de la cascada en Tamul. Francamente, venía aterrada también de subirme a una lancha.
Ya mi humanidad no da para movimientos extremos ni aventuras acuáticas pero estar frente a esa cascada tan hermosa no tengo manera de expresar lo que sentí al verla enfrente de mí. Por un momento no tuve miedo ni pensé en mi constante y recurrente pensamiento de muerte. Me sentí parte de esa cascada y parte de Dios.
Vine con un grupo de personas que son maravillosas, que sorprendentemente creo que me soportan y que me sostienen. Si de casualidad me leen ahora, les agradezco regalarme este momento.
Estuve conectada prácticamente conmigo misma y desconectada de la red telefónica.
Sinceramente, no es cierto eso de que todo territorio es Telcel, un gran tramo de Río Verde a Tamasopo no tuve señal de internet. Yo con mi desesperación de habitar este mundo sin internet, pero la gente que vive aquí parece estar bien sin ello. Incluso la vi feliz.
Me quedé pensando cómo es que les llega la información o quizá ni siquiera les importa conocer que se dice en el mundo.
Recordé a nuestro exlíder de la nación prometiendo que todo mundo, que todo el país tendría acceso a internet. Y esto no fue cierto, pero además hay que decirlo, si hay internet en las comunidades potosinas necesitarían dispositivos para poder tener acceso y no creo que tengan urgencia por ello.
Yo, mientras tanto, no sabía nada del mundo exterior. Sentí una especie de paz pero de urgencia por saber, por leer lo que se dice en redes, por conectarme, literalmente.
La belleza de los lugares que conocí me hicieron sentir que realmente era tan importante y tan valiosa ante los ojos de Dios que por eso me permitía vivir este momento.
Mientras tanto, los hombres y mujeres trabajadoras, partiéndose el alma, jalando las lanchas y remando. Los vi tan entregados y amables que pensé: “¿Se merecen un gobierno que los saquee, los engañe, los trance?”
Pero entendí que no saben ni conocen la realidad. No son ignorantes. Solo que son personas en un estado de total indefensión al estar desinformados.
Afortunadamente, estar sin internet me hizo voltear a verme a mí misma, a los que me rodean, y a la grandeza de mi país.
¿Qué necesidad tendría de irme de mi país teniendo tanta belleza? ¿Qué urgencia por conocer países diferentes si apenas conozco el mío?
Y esta fue mi columna, compartiéndoles un fin de semana en la Huasteca Potosina.
PD: Si me leen los que amorosamente nos involucraron en este viaje, muchas gracias de todo corazón.
Es cuanto.