Este fin de semana el partido Morena reveló una de sus peores caras, su visión autoritaria y las prácticas antidemocráticas que lo caracterizan. Sus mañas partidistas en la selección de consejeros y de candidatos se ven claramente reflejadas en los gobiernos que encabezan.

¿Alguna mejor justificación que el caos interno para quedarse a mantener la unidad?

Lo ocurrido este fin de semana no fue un fenómeno excepcional, podría decirse que es la realidad de Morena. Recordemos que en su corta vida el partido ya ha tenido cinco presidentes, Martí Batres que fue impuesto por AMLO, luego el propio AMLO, quien al auto postularse como candidato presidencial dejó en su lugar a Yeidckol Polevnsky, la relevó Alfonso Ramírez Cuéllar y, finalmente, el actual presidente, Mario Delgado.

Pleitos familiares

Cuando Morena llegó al poder, se desató una batalla campal por el control del partido protagonizada por Yeidckol, quien contaba con el apoyo de los hijos mayores de AMLO y Ramírez Cuéllar, a quien apoyaba la Primera No Dama, Beatriz Gutiérrez.

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De esa lucha salieron denuncias penales, Ramírez Cuéllar denunció ante la FGR a Polevnsky por mal uso de recursos y manejo de recursos de procedencia ilícita, por más de 395 millones de pesos e incluso, trascendió una grabación entre la entonces presidenta de Morena y el hijo de AMLO, Andy López Beltrán, donde hablaban sobre la forma de manejar dinero para el partido a través de una empresa.

De todo esto la autoridad hizo “mutis”, luego apareció un tercero en discordia para quedarse con la dirigencia, Mario Delgado.

AMLO se limitó a justificar el desaguisado diciendo:

“No me corresponde a mi hablar sobre los partidos en cuanto al manejo interno de sus finanzas, pero yo recomendaría que si hay pruebas de irregularidades, de casos probables de corrupción, que se presenten denuncias y que la autoridad competente lo resuelva”.

AMLO

Pero no pasó nada, de hecho, prácticamente ya se ha olvidado.

Habría que preguntarle a Ortiz Pinchetti, como responsable de la Fiscalía Contra Delitos Electorales qué seguimiento se le dio al asunto, y de paso, a ver si sabe qué pasó con el tema de Pío López Obrador.

El movimiento Morena, se nutrió de la “pepena” de desplazados de otros partidos políticos. Los requisitos para formar parte de Morena fueron y son:

• Vender tus principios.

Ahí están personajes del PAN como Germán Martínez y Tatiana Clouthier que fueron a hacer “el caldo gordo” a Morena y otros, que hacen el trabajo sucio desde afuera, como Marko Cortés y Ricardo Anaya; casi todo el viejo PRI, los desplazados, desde Alfonso Durazo, Manuel Bartlett, Clara Luz Flores, Esteban Moctezuma, Ricardo Monreal, Marcelo Ebrard, Ignacio Ovalle y otros más que, aunque no se han pasado formalmente, actúan en favor del partido del presidente como Alejandro Moreno.

Del PRD la lista es muy grande y al igual que los anteriores, con expedientes de terror, Mario Delgado, René Bejarano y su esposa Dolores Padierna, Félix Salgado Macedonio, Leonel Cota Montaño, Miguel Barbosa, Yeidckol Polevnsky, Martí Batres, Claudia Sheinbaum, etcétera, aunado a la pasividad de sus dirigentes, Jesús Zambrano y Jesús Ortega.

En fin, no es difícil darse cuenta que Morena está conformado por puros mercenarios y oportunistas de la política.

• Someterte a la voluntad y las decisiones del jefe máximo del partido.

AMLO decide cómo se elige y quién ocupará cada candidatura, desde el último regidor, hasta consejeros de partido o candidatos. Si AMLO dice que por encuesta, pues por encuesta será.

• Lambisconear.

Quien no lambisconee al presidente queda fuera de cualquier posibilidad de obtener una candidatura.

• Atacar a opositores sin ton ni son.

No se requieren argumentos, ni principios, ni razón. La consigna es repetir el discurso del jefe máximo.

• Tolerar la corrupción.

Participar en actos de corrupción y estar dispuesto a cerrar los ojos ante los actos que cometan otros. Quien no lo crea así, que pregunte qué ha pasado con Alejandro Gertz, Julio Scherer, Ana Gabriela Guevara, Ignacio Ovalle, la Línea 12 del Metro y un largo, larguísimo, etcétera.

• Justificar lo injustificable y no admitir el fracaso gubernamental.

• No querer a México.

Es la peor de todas, la que aglutina al resto.

Morena está plagado de individuos capaces de contribuir a la destrucción de las instituciones democráticas para que la voz de un solo hombre sea la que prevalezca, haciendo a un lado años de lucha por la democracia, la pluralidad política y la libertad de ideas.

Lo más lamentable es el ataque sistémico a las instituciones del país, por eso vemos impunidad en el crimen organizado, impunidad en los responsables del desmantelamiento del sistema de salud que dejan a niños con cáncer sin tratamientos, por eso vemos a personajes como Ignacio Ovalle que lucran y corrompen todo el sistema de abasto de alimentos del país.

Es tiempo de defender la democracia y al sistema de partidos -NO a sus dirigentes- y al INE y demás instituciones que garanticen un verdadero Estado de Derecho.

Morena ni siquiera se preocupa por disimular, conjuga todas las peores mañas y vicios, ventila públicamente sus conflictos y la manera en que los “resuelven”, son el fiel reflejo de su gobierno.

Todo es perfectible, pero fomentar la violencia, anarquía y el caos solo justifica los argumentos reeleccionistas.

¡Cuidado!