En las redes sociales, no debe sorprendernos que haya contenido que se viralice, y muchas veces el número de vistas y reproducciones, así como el número de comentarios adquiere mayor relevancia que el contenido original. Hoy, estimados lectores, voy a referirme al video de “Tacho”, y de su viaje en un avión de Viva Aerobús. ¿Quién es Tacho?, es un perro de raza weimaraner, muy guapo él, cuyo dueño es Patricio Ramírez. ¿Por qué se hicieron famosos de la noche a la mañana?

En la plataforma de videos cortos de Tik Tok, Patricio Ramírez (@patoramz_) subió un video indicando cómo fue que pudo viajar con su perro a bordo, el pasado mes de septiembre. Pero no fue sino hasta meses después que dicho material adquirió notoriedad en el ciberespacio.

Y es que el video fue compartido por varios trabajadores de Viva Aerobus. Esa fue la manera en que yo me enteré de su existencia, y al igual que muchos, el día primero del mes de diciembre lo compartí en mi página de Facebook Ximena Garmendia “Sobrecargo Informa”. Para el momento en que estoy escribiendo estas líneas, la numeralia es increíble: van 4,914,605 personas alcanzadas; 839, 322 interacciones en la publicación; 19 mil “me gusta”; 1,800 veces compartido y más de 3 millones de reproducciones del video en cuestión.

Lo interesante del fenómeno es el debate tan acalorado que se suscita en los comentarios. Hay personas que están a favor y difunden la publicación para mostrarle a sus contactos a “Tacho”; pero también hay otros que están en contra de ver a un perro viajando junto a los pasajeros del avión, ya sea porque son alérgicos, porque no les gustan los perros, o porque lo consideran un potencial problema en caso de una emergencia a bordo.

El video dura escasos 26 segundos. Y con ese breve tiempo, “Tacho” y su dueño Patricio suben a la palestra un tema muy importante. ¿Qué son los animales de soporte emocional?, son aquellos que ayudan a las personas brindando apoyo terapéutico a su tutor a través del afecto y la compañía, y tienen como función acompañar a sus dueños en distintas situaciones de inseguridad interna como fobias, depresiones, traumas, estrés postraumático, entre otros.

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Es decir, la relación entre amo y mascota no es ordinaria. Para que sea considerado “soporte emocional” tiene que existir una certificación, ya sea por un psicólogo y/o psiquiatra de que el paciente lo requiere a su lado. Y es que a diferencia de un perro guía, estos peludos amigos generalmente no cuentan con algún entrenamiento especial.

Ahora, ¿qué hizo el dueño del ya famoso “Tacho” para que pudiera volar en Viva Aerobus?, primero tomemos en cuenta que el viaje viralizado fue en el mes de septiembre de este año, y el vuelo fue nacional, con destino a Oaxaca.

Sabemos que el perro fue llevado al veterinario a una revisión de salud y el médico expidió un certificado de salud, junto con el carnet de vacunas actualizado al momento de viajar. Debió, porque ese es el protocolo, entregar copia de la cédula profesional del veterinario que certificó la salud del perro “Tacho”. Y al documentar, debe presentar el certificado del médico psiquiatra o psicólogo que haya certificado al paciente la necesidad de llevar consigo un animal de soporte emocional, que deberá portar en todo momento un chaleco que indique dicha situación.

Aunado a lo anterior, las aerolíneas establecen dentro de sus políticas internas el tipo de documentación que piden para que la gente que así lo necesite, suba con su animalito de apoyo emocional. Desafortunadamente, hay gente que abusa, tratando de hacer pasar a sus mascotas como “apoyo emocional” sin cubrir todos los requisitos establecidos. Ojalá que como ciudadanos seamos lo suficientemente responsables, y en caso de necesitar trasladar una mascota, viaje en el compartimento de carga, en su caja transportadora. La excepción de un animal de apoyo debe ser exclusiva para aquellas personas que así lo requieran, por cuestiones de salud mental.

Como tripulante sé que hay gente que lleva animales a bordo que no son de soporte emocional, y llegan a sacarlos para “que estiren las patas”. Alguna vez en un vuelo tecolote (de madrugada) de Estados Unidos a México, mientras el pasaje iba dormido, a una pasajera “se le salió” (según su versión) el perro chihuahua de color negro que llevaba en una pequeña bolsa transportadora. A mí me gustan los perros -aunque prefiero tener gatos-, y pude ver al pequeño animal negro dentro del pasillo del Boeing 757, corriendo por las tres cabinas, hasta llegar al galley de atrás; otra compañera que odiaba a los perros me dijo: “qué bueno que fuiste tú quien lo vio, yo lo hubiera pateado pensando que era una rata”.

Y cómo anécdota les contaré algo que narraban los antiguos de Mexicana de Aviación, que hace muchos, muchos años, encontraron a una serpiente moviéndose a sus anchas por toda la cabina de un DC-10. Y es que aunque se fumiguen los equipos, es imposible impedir que “bichos” se suban a la aeronave.

En la discusión sobre si los perros, gatos o cualquier animal de soporte emocional, puede ser parte del mundo aeronáutico, yo me pronuncio abiertamente porque deben permitirse, pero al mismo tiempo y con la misma contundencia exijo a los dueños que el animal en cuestión se comporte lo mejor posible y que no incomode a los demás pasajeros; mientras tanto, si nos toca viajar con una persona en estas condiciones, debemos ser lo más empáticos posibles; las crisis emocionales arriba de un avión nunca son agradables. Como decía Benito Juárez: “el respeto al derecho ajeno, es la paz”.