Leo las noticias que se han suscitado en el día de hoy. Un día particularmente especial porque hoy fue la última mañanera del todavía presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
Estuve con alguien que en verdad ama al presidente.
Realmente debo de admitir ha sido el único presidente que en mis 50 años he visto que la gente genuinamente lo quiere.
A esta persona de la tercera edad se le humedecieron los ojos y con mucha tristeza me dijo que le dolía que el presidente dijera adiós.
La entendí y no la juzgué.
No hay manera de decirle que si sentimiento era erróneo. Estaba en su derecho de llorarle.
También supe que el mismo presidente lloró también.
Y pues sí. no dudo que le de tristeza y nostalgia dejar esas mañaneras que tanto amó. Me parece raro que, sabiendo que tiene sentimientos, no lo hay visto llorar en estos 6 años por motivo de las tragedias climatológicas que están viviendo algunos estados de la República o por la cantidad de muertos por el narco y por los periodistas asesinados en su sexenio.
Bueno a lo mejor el presidente se muestra fuerte ante las desgracias pero hoy lloró porque no estará temprano ante los medios de comunicación muy allegados a él que le aplaudían todos los días.
Entiendo al presidente: Los cambios en la vida nos generan dolor y tristeza. Sobre todo perder de alguna manera lo que se amo duele un montón.
También supe que lloró la siempre bella Luisa María Alcalde, estuvo con lágrimas en los ojos en palacio nacional viendo como AMLO se despedía.
También supongo Luisa María, como titular de Gobernación, ha sido una mujer muy valiente al ni siquiera mencionar las masacres que han habido sobre todo en Sinaloa, ahí se le ha visto firme; ni una lágrima corre por sus mejillas.
Yo francamente era muy llorona pero me he vuelto más fuerte también. La verdad es que a veces incluso lloro en silencio y en soledad. No me gusta que me vean llorar.
Pero el acto de llorar es provocado por una emoción para liberar estrés y dolor emocional.
Así que es bueno llorar. Aunque hay gente que conozco que jamás he visto derramar una sola lágrima. Los educaron así, sobre todo a los hombres y me parece gravísimo.
Un hombre que llora no es débil. Es más es una persona que cuenta con buenos sentimientos.
Ojalá el presidente hubiera llorado por las mismas cosas que lloran muchísimos mexicanos: Por sus muertos, por sus pérdidas, por sus dolencias, por sus ausencias.
Me gusta mucho, hablando del llanto, la canción de La Llorona. Uno se vuelve de pronto una llorona que busca ser consolada, otras veces la llorona es aquella que nos ronda para terminar para siempre con nuestro dolor.
Se vale llorar hoy.
No se puede negar: El presidente es un presidente que fue muy amado. Respeto el dolor de aquellos que hoy lloraron por su última mañanera. Y deseo que este nuevo sexenio nos traiga menos lágrimas y más amor.
Es cuanto.