“Yo la conocí en un taxi

En camino al club

Yo la conocí en un taxi

En camino al club

Me lo paró

El taxi

Me lo paró

El taxi

Me lo paró

El taxi

Me lo paró”.

Pitbull

Taxi o combi. Cuando se inaugure el aeropuerto de Santa Lucía, este 21 de marzo, usted podrá elegir entre una empresa de taxis o nueve rutas diferentes dispuestas para llegar a la CDMX y, ahí sí, tomar un taxi, un Uber, un DIDI, y por fin poder llegar a su destino.

No se espante, estas rutas llegarán a Perisur, a Santa Fe, al Auditorio Nacional, al World Trade Center, a la terminal intermodal Indios Verdes, a la terminal intermodal Ciudad Azteca, a Mundo E, al Aeropuerto Internacional Benito Juárez y a algún lugar de Cuautitlán Izcalli. El servicio de traslados se negocia con una compañía que ofrecerá camionetas y camiones, según lo dicho por el director general del AIFA.

Los vuelos que están confirmados llegarán y partirán de Santa Lucía son: Tijuana y Cancún con Volaris, Monterrey y Guadalajara con VivaAerobus y “dos o tres” vuelos de carga desde el extranjero, aunque no se sabe cuáles…

Eso sí, ante la austeridad, el Aeropuerto —Internacional— Felipe Ángeles, con tan pocas operaciones, funcionará a base de subsidios al menos hasta el 2026.

El General Isidoro Pastor, director general de la paraestatal militar (no lo olvidemos, el AIFA pertenece al Ejército), anunció que este 2022 el aeropuerto requerirá para operar 951 millones de pesos. Por el momento ya están autorizados 419.4 millones, una verdadera austeridad millonaria.

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Los que saben dicen que los trabajos no paran ni un minuto para poder inaugurar el aeropuerto el 21 de marzo, pero hay tres problemas que se ven muy complicados de resolver para esa fecha.

El primero es el terminar las vías de comunicación del aeropuerto. De otra forma, ni los taxis, peseras o camiones podrán llegar, sean estos concesión única o no. El segundo problema es el tren interurbano, el cual tardará 20 meses en poderse terminar. Vaya, video promocional presidencial aparte, no se puede contar con él en estos momentos.

La tercera dificultad, que no menor, es que se requiere de la autorización internacional para que en esta terminal aérea puedan operar vuelos de y hacia el extranjero. Mientras ese permiso no se logre, el nuevo aeropuerto internacional solo tendrá de “internacional” el nombre. Esto se conocía desde un principio: lo que es ahora el Felipe Ángeles servía de aeródromo para los aviones de las Fuerzas Armadas pero no para aviones de envergadura, lo que se traduciría en que Santa Lucía tuviera algún beneficio…

Las comparaciones no son buenas, pero mientras este requiere subsidios, el cancelado de Texcoco iba a estar generando ingresos desde el primer día. Las operaciones que Santa Lucía tendrá en todo un año, el NAICM los hubiese tenido en tan solo tres días. Mientras en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México un avión aterriza cada minuto, en Santa Lucía se estima será cada cuatro horas y, sí, en Texcoco al día se habrían tenido 2,300 operaciones.

Se presume que Santa Lucía lleva gastado 80 mil millones de pesos (sin contar lo que significarán edificar vialidades y el tren interurbano), que resulta menos caro que la construcción del NAICM, pero tan solo el costo de la cancelación de este último supera los 300 mil millones de pesos. Dinero que se tiró a la basura por un aeropuerto que no tendremos, no obstante se haya pagado…

Mismo contra el AICM, Santa Lucía sale a deber. Mientras en la CDMX (finales de septiembre) se tenían 850 operaciones comerciales diarias, el resto de los aeropuertos de ASA contaban con 330; Santa Lucía solo tiene confirmadas 8 operaciones diarias. Y sí, seguramente los días viernes tendrá un vuelo de más que será el comercial que tome López Obrador a algún punto de la República; el mismo que se traducirá en un vuelo más todos los domingos para su retorno a la capital.

Así que si usted, querido lector, piensa tomar su vuelo en Santa Lucía, vaya con tiempo suficiente para poder llegar sin demora y no correr el riesgo de perder su vuelo; recuerde: no hay forma de que el mismo día tome otro.

Otra cosa: si usted no es el presidente o un rico potentado que se pueda darse el lujo de llegar en helicóptero, no pretenda llegar al aeropuerto en su auto, pues los poco más de 4 mil cajones de estacionamiento que se tienen planeados construir (una Terminal Intermodal de Transporte Terrestre, TITT) aún no existen. Tampoco planee que lo lleven o lo recojan, pues la zona de ascenso y descenso de vehículos (50 espacios) por el momento están destinados exclusivamente al servicio de taxis y peseras procedentes de las rutas antes mencionadas.

Así que ya sabe, no olvide el consabido “bajan” si utiliza alguna de las combis o el ¡Taxi!, esperando conocer a alguien y entablar una linda amistad en el trayecto, pero sobre todo rogando que estos encuentren alguna manera de llegar al aeropuerto.

El AIFA todavía no se inaugura y las dificultades de conectividad solo arrecian.

Verónica Malo en Twitter: @maloguzmanvero