Según se ha comentado, esta semana iniciará en la Cámara de Diputados la discusión para la reforma electoral. Los legisladores de Morena aseguran, lo cual no es nada sorprendente, que la reforma buscada por AMLO va dirigida al fortalecimiento del INE, con el propósito -según dicen – de gozar de una democracia más eficiente y menos costosa.
Sin embargo, todos conocemos la animadversión de AMLO hacia las autoridades constituidas cuando éstas no le vienen bien. Como bien dijo Felipe Calderón en Madrid durante el fin de semana pasado: el tabasqueño tiene un largo de historial político de desconocimiento de las autoridades electorales cuando los resultados de los comicios no le han dado la victoria. Si bien muchas de las declaraciones de Calderón y Zedillo en España son controversiales y pueden ser objeto de debate, lo relacionado con AMLO y el desdén hacia la ley y el orden constitucional está fuera de toda duda.
El dilema será la profundidad de las reformas. Como es bien sabido, un intento de desaparición del INE conllevaría inevitablemente una reforma constitucional, lo que representaría un desafío político para Morena prácticamente insuperable, pues la oposición, a pesar de sus desencuentros en otras materias, se ha mantenido unida en defensa del INE.
Por otro lado, ante la ausencia de mayorías calificadas de Morena y sus aliados en el Congreso se antoja poco probable que el partido del presidente se salga con la suya y elimine completamente al INE. Esperemos, empero, que el PRI guarde su palabra y no caiga presa de las tentaciones y las prebendas ofrecidas por AMLO y los morenistas, cuyo sentido de la ética dista de ser admirado.
Sin embargo, y a pesar de no alcanzar a sacar adelante las reformas constitucionales, sí que pueden hacer cambios a las leyes secundarias, y muy en particular, a la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, la Ley General del Sistema de Medios de Impugnación en Materia Electoral y la Ley Federal de Consulta Popular, entre otras. Para realizar cambios a cualquiera de estas leyes no es necesaria mayoría calificada, por lo que Morena y sus aliados pueden realizar reformas en solitario.
En otras palabras, en términos generales, y confiados en que la oposición permanecerá unida, podemos esperar que el INE sobrevivirá al embate autoritario. Sin embargo, cambios en las leyes secundarias podría limitar las prerrogativas del instituto e iniciar un proceso de descomposición del organismo. Como lee el título de esta columna, cualquier intento de reforma a la ley electoral encabezado por AMLO y los suyos no pinta nada bien, ni para el futuro de nuestro país ni para la salud de nuestra democracia.