Quienes pueden responder a esta interrogante son aquellos que participarán en el mitin del próximo sábado 18 de marzo en el marco de la conmemoración del aniversario de la Expropiación Petrolera en la plancha del Zócalo de la Ciudad de México. De hecho, no hablo únicamente de los contingentes, sino de quienes representan esas movilizaciones como el caso de algunas corcholatas que, la pasada marcha que encabezó el presidente Obrador, vivieron algunos desencuentros.
Al canciller Marcelo Ebrard, por ejemplo, le llovieron hasta escupitajos ¿Quién ordenó esa bajeza? Quizá alguien tenga la respuesta sin entrar en más detalles. Asimismo, algunos grupos radicales utilizaron consignas y ataques irracionales hacía la imagen del coordinador de los senadores de Morena que no asistió por temas de agenda legislativa. De hecho, esas dos acciones empañaron parte de la movilización que convocó el presidente López Obrador.
Hoy, se supone que las condiciones son distintas, y la convocatoria del sábado tiene dos matices fundamentales sí es que Morena quiere refrendar el triunfo electoral del 2024. Una de ellas, sin duda, respetar y tolerar la asistencia de quienes hayan confirmado su apoyo al mitin del próximo sábado. Otra de ellas: garantizar el proceso de unidad teniendo presente que, esa cohesión, será el hilo conductor para ratificar el proyecto de la Cuarta Transformación.
Lo que está motivando a la asistencia del mitin es, hoy en día, mostrar unidad y nada más que unidad. Así de sencillo. De antemano el presidente López Obrador sabe perfectamente que, en vísperas de un proceso electoral, hay que aceitar la maquinaria y atender al clamor de las bases del partido que han gritado -a los cuatro vientos- piso parejo en la sucesión presidencial. De hecho, se ha comenzado a generar buenas expectativas porque los cuatro aspirantes que buscan suceder al presidente estarán presentes para cerrar filas con el mandatario federal.
Por esa razón, el flujo de las distintas caravanas tiene que caminar promoviendo el respeto y la tolerancia. Por fortuna, el escenario pinta para que sea una auténtica fiesta popular. En efecto, no hay motivos para que los fines se desvíen con propósitos de descalificación. Se que, en ese sentido, cada persona es responsable de sus actos; sin embargo, muchos de quienes asistirán al mitin son simpatizantes de algún aspirante presidencial de Morena, razón suficiente como para pedir mesura y tolerancia para que no suceda nada que pueda manchar la esencia del mitin que es, hoy por hoy, solidaridad al proyecto y unidad en los retos a futuro.
En el caso de que existan consignas negativas, eso siempre sale a la luz pública ya que hay grupos que están plenamente identificados y ligados con algunos liderazgos del partido. Por esa razón, esperamos que nadie caiga en ese juego de la descalificación, sobre todo porque no abona -en nada- en aras de fortalecer la anhelada unidad que dependerá, eso sí, del respeto con que se conduzcan en el tránsito de la marcha.
Dado que las condiciones están dadas para que sea una fiesta popular lo único que debe de fomentarse es la unidad. A diferencia de la otra marcha, esta vez asistirá Ricardo Monreal encabezando una caravana desde las inmediaciones del Senado de la República. Será nutrida, nos cuentan, pues el coordinador de los senadores de Morena ha demostrado poder de convocatoria probada y comprobada en este tipo de manifestaciones pacíficas.
Entonces, como parte de la participación ciudadana, estarán Marcelo, Claudia, Adán Augusto y Ricardo Monreal. Dicho en otras palabras, los cuatro aspirantes oficiales de Morena con el visto bueno de Palacio Nacional. Es decir, estará la selección de presidenciales en un marco que puede ser perfecto sí es que no hay contratiempos, ni mal uso de una marcha que es, repito, el trasfondo político para sellar el proceso de unidad en vísperas de las elecciones electorales del 2023 y 2024.
¡Si hay apertura, no habrá ruptura! Bien lo dijo un presidenciable de Morena. O sea, la unidad debe estar por encima de cualquier aspecto o, de lo contrario, Morena puede caer en los excesos de confianza que llevan a la división sí no hay piso parejo en todos los escenarios. El mitin es uno de ellos y, en ese sentido, la cohesión está en manos no solo de quienes encabezan algunas caravanas, sino de los mismos protagonistas de la sucesión presidencial.