Tratándose de un tema tan fundamental, como es la sucesión presidencial, el presidente López Obrador no quiere ninguna sorpresa en cuanto a los resultados, siendo que, Morena, es el gran favorito para conquistar la mayoría de gubernaturas que estarán en disputa, lo mismo que la presidencia de la república. De cara a ese proceso, hace unos días el mandatario federal mandó un mensaje desde Palacio Nacional de qué la continuidad del proyecto de la Cuarta Transformación es el objetivo prioritario.
Para ello, buscó primero generar las condiciones de un encuentro entre los cuatro aspirantes presidenciales reconocidos oficialmente por él. Algo muy interesante que no podemos pasar por alto es el discurso del presidente, o mejor dicho, el camino para apuntalar los trabajos, especialmente para mostrar una estructura unida y vigorosa. De hecho, con la presencia de Adán Augusto, Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum y Ricardo Monreal, al lado del presidente, la postal retrata que no habrá ruptura porque se garantizó, ni más ni menos, un proceso transparente sin favoritismos.
Y no solamente fue eso, también el presidente puntualizó que no tiene una fijación por ninguno de los aspirantes a sucederle. Esa fue una de las razones del encuentro en Palacio Nacional, que se refuerza con la presencia de todos los cuadros de peso dentro del lopezobradorismo.
Entonces, si partimos de la premisa de que nadie goza de un favoritismo, hay confianza de que el mecanismo de elección fluya por la vía democrática. Es decir, la metodología que se aplique tendrá que ser no solamente transparente, sino la mejor calificada para recolectar el pulso de la población civil. Dicho en otras palabras, una evaluación que se apegue a la necesidad democrática que han exigido -con justa razón- los aspirantes a la silla presidencial.
Otro de los compromisos signados en Palacio Nacional es, por decisión de todos, que la unidad sea el común denominador de la contienda. Seguramente quienes participarán tendrán un diálogo constante, por sí hay condiciones de alcanzar un consenso de quién puede ser el abanderado de Morena. Dicho en otras palabras, la comunicación franca y frontal lograría servir en cuanto a la designación y la toma de decisiones. Incluso, en esa negociación el perfil de Ricardo Monreal es fundamental porque ha operado, durante toda su carrera política, la unidad al más alto nivel, que se ha notado al lograr acuerdos importantes.
Recordemos que, en ese sentido, los acuerdos signados en Palacio Nacional se han enfocado a la unidad. Por tanto, el encono y la descalificación deben quedar atrás, especialmente porque -el viernes por la tarde- una postal mostró fortaleza, la cual será indispensable para que Morena gane la elección del 2024. De algún modo, esa situación tendría que pasar de un momento a otro, conociendo lo calculador que es el presidente López Obrador para los temas electorales.
Sabía que, la tensión y la fricción interna, son malas consejeras para el movimiento. Yo diría que la clave de todo este proceso se dio gracias a la resistencia que encabezó el líder y coordinador de la fracción de Morena en la Cámara Alta. Su lucha legítima, que encauzó en más de veinte meses consecutivos, cambió no sólo la perspectiva, sino que provocó que las condiciones encontraran un punto de coincidencia.
Hubo, por ejemplo, momentos de mucha tensión y, a pesar de haber vivido la etapa más crítica de la contienda anticipada, Ricardo Monreal no se rindió. Diría que el coordinador de los senadores de Morena es, ni más ni menos, que la pieza clave de este nuevo proceso de unidad que hoy vive el lopezobradorismo. Se tomó muy en serio el papel que estaba jugando y, por necesidad política, tuvo que alzar la voz en la fase de rebeldía, justa, por cierto, máxime porque siempre se repuso de la calumnia y la maquinación. Ejemplos como el de la gobernadora de Campeche, no deben pasar jamás.
Ahora bien, con esta nueva etapa que puso en marcha el presidente López Obrador -desde Palacio Nacional- debemos considerar un punto fundamental: la unidad. Sin ella, la situación se complicaría para Morena, sobre todo porque la lucha con la oposición será intensa en el juego electoral. Y, para una ardua batalla de esa naturaleza, el presidente necesita de la capacidad política de los cuatro aspirantes que son Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum, Adán Augusto y Ricardo Monreal, este último, por cierto, la carta más experimentada y madura para encarar este tipo de procesos.
Y, con la garantía y la palabra del presidente en su discurso de qué habrá piso parejo, los astros se alinean con Ricardo Monreal, que está acostumbrado a sobreponerse y ganar en cualquier escenario, tal y como lo hizo con aquella hazaña de 1997 en Zacatecas.
A propósito, Ricardo Monreal asegura que ha planteado la reconciliación como método único para abrir caminos y alcanzar mejores niveles de desarrollo económico, político y social.
Destacó que unidos en lo fundamental, pero manteniendo sus diferencias y diversidad considera que todos son útiles en este nuevo Estado de bienestar.
Monreal Ávila dijo que si convocan la conciliación entre adversarios sería inexplicable que no se lograran lazos de afecto y lealtad entre los suyos.
Dijo que como no convocar a la unidad en torno a los ideales y al liderazgo del presidente López Obrador, este es un momento de definiciones políticas.
Subrayó que es un momento en el que la ambición personal no cabe y en el que todos somos útiles para mantener las banderas de la dignidad y la democracia, esa es nuestra definición.