Yo espero que la ahora presidenta, Claudia Sheinbaum, no se le vaya a ocurrir volver a mencionar en son de burla, o con seriedad que fuimos, somos y seremos como Dinamarca.
Yo confío en que haya más seriedad en Claudia Sheinbaum pero más allá de eso, que realmente haya un avance en nuestro sistema de salud, alguna mejoría, algo que cambie para no cambiar jamás y que sea evidente y palpable.
Hago esta reflexión porque tuve que acudir a un médico privado por un lunar que no resultó ser benigno.
Después de que hace 21 años también tuve que acudir al sector privado porque no había posibilidad de atenderme en un hospital público por un cáncer de mama. El sistema de salud ya estaba endeble desde entonces pero con Morena terminó por colapsar.
En mi búsqueda de trabajo he ingresado a varias plataformas de búsqueda de empleo. Los hospitales privados buscan con desesperación a médicos y enfermeras. Imagino que el pago es inmerecido para ellos y por eso no aceptan trabajar para nadie, y probablemente decidan poner sus consultorios privados.
No puedo ni imaginar cómo se encuentra la existencia o inexistencia de médicos y enfermeros en los hospitales públicos.
El tema es que es desesperante sentir que no se encuentran ni aquí ni allá médicos competentes para salvarnos la vida
Les comparto esto, porque ese ha sido mi estilo, escribirles desde el corazón.
Nunca se a ciencia cierta quienes me leen o cuantas personas me honran con su lectura, pero me gusta compartirles lo que pienso, lo que siento, lo que vivo en este mi hermoso país.
El tema de este lunar no benigno que tuve (perdonen, pero no quiero hacer uso de la palabra que debería de ser) me lo tuve que tratar por medio de un médico particular porque las citas en dermatología en el hospital privado no estaban cercanas.
Conociendo yo cómo actúa estas enfermedades, tuve que darle celeridad a todo.
Gracias a Dios, que no sé cómo, pero logró que tuviera los medios para la cirugía y la correspondiente biopsia, todo se hizo en una semana.
Tengo una cicatriz nueva en mi cuerpo, particularmente en mi espalda. Es enorme.
Ya me da igual.
Lo que me llena de tristeza es pensar en toda la gente, en tantos mexicanos que no se pueden atender con esta celeridad y que terminen por morir cargados de sufrimiento y dolor.
Sé que cada persona tenemos nuestro tiempo, pero enfrentar este tipo de experiencias te coloca en cercanía con la gente que sufre y que está enferma.
Ya no, no da risa en lo absoluto recordar al presidente riéndose prometiendo su “sistema de salud mejor que el de Dinamarca”.
Sé y comprendo que no es fácil entregarle a la gente un servicio de salud de calidad pero pensar en que muchos de ellos no lo han tenido ni lo tendrán me llena de dolor.
Algo debe de pasar, algo podemos hacer, pero no sé qué sea exactamente lo que podamos hacer.
No se trata de entrar en odios y agresiones contra nadie, ni contra Morena ni contra Claudia Sheinbaum, se trata de que ojalá pudiéramos decirle: “¿cómo te ayudamos?” o “¿Qué podemos hacer por otros?”
Creo que el sueño de muchos sería que por fin los políticos terminaran por hacer sus tan choteadas promesas y nos permitieran ayudar y sumar.
Quizá otra vez estoy en esta especie de sueño mexicano.
Pero estar tan cerca más de la muerte que de la vida de nuevo, me mantiene en un estado de mucha sensibilidad.
Y pues aquí estoy de nuevo, escribiéndoles con todo mi corazón.
Creo que quizá en algo sirva, quizá me ayuda a desahogar mis sentimientos, quizá algún político importante me lea y se sensibilice con este tema y ponga manos a la obra.
Veo tanto movimiento y ebullición por el tema de la reforma al poder judicial y mi pregunta es: ¿y el sistema de salud?”
Es cuánto.