“Ahora vamos a tener una ama de casa seis años”, fue lo que dijo el actor Inclán aludiendo a la presidenta Claudia Sheinbaum. Este hombre es el típico comediante caduco que se ríe de sus propios chistes; malos y misóginos. Es uno de tantos que se hicieron famosos gracias al desafortunado declive del cine mexicano que comenzó en 1975.

El actor fue protagonista de producciones de bajo costo, con guiones vulgares y simples. A esta época se le considera como la peor fase de la cinematografía mexicana, por la abundancia de filmes en los que se sexualizaba y en la que predominaba la violencia contra la mujer; la cosificaba…

Este tipo de pésimos filmes creció, se multiplicó por el robo del presupuesto en el sexenio de José López Portillo; fue entonces que las películas de alta calidad dejaron de realizarse, dándole paso a productores independientes para que hicieran películas de bajo costo.

Fue cuando por desgracia nació el cine de las “ficheras”, como “Bellas de Noche” y “Tivoli” . En estas películas de “comediaerótica se manifestó la sexualización y la violencia en contra de la mujer. Esos son los diálogos que debe tener bien grabados Inclán después de haberlos repetido durante tantos años…

Ahora nos gobernará una ama de casa”, dijo entre risas gargajientas, con el cabello blanco largo y alborotado, queriendo tal vez ocultar su decadencia con un concepto distorsionado de originalidad.

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¿Qué se puede esperar de un hombre que ganó fama y dinero discriminando a la mujer? Tomémoslo de quien viene, dicen…

Sheinbaum le respondió a Inclán cuando se refirió a ella de modo despectivo y burlón como “ama de casa”: “sí lo soy, y también soy presidenta”. Vaya manera inteligente de una mujer investida de dignidad para callar a un hombre sin ética, repetitivo, sin valores y que ha vivido a base de expresiones denigrantes hacia las mujeres.

La presidenta hizo énfasis de la importancia de erradicar la discriminación subrayando que la labor que realizan las mujeres en el hogar “es de gran valor”.

Sí, gran mérito e incalculable… Es el caso de las amas de casa que realizan por años un trabajo extenuante, repetitivo y sin retribución alguna. Y el de las trabajadoras del hogar, que tienen que hacer el sacrificio inmenso de dejar sus lugares de origen, por la necesidad, la carencia y por la falta de oportunidades se ven obligadas a emigrar a grandes ciudades, que tienen que despojarse de todo, menos del miedo para llegar a vivir a una casa ajena, ignorando que se vuelven todavía más vulnerables… porque en muchas ocasiones tienen la mala fortuna de caer en trabajos en los que son maltratadas, discriminadas y violentadas. Al fin “son sirvientas”… diría Inclán.

Admiración y respeto deberíamos tener hacia todas esas mujeres, a veces niñas, que tienen que salir de su entorno, abandonar su cultura, su hogar para vivir en otro, en el que pueden habitar abusadores y racistas; muchas son  madres que dejan a sus hijos en sus poblados y que llegan con solo una caja con sus escasas pertenencias, eso sí, desbordada de temores y de terror a buscar una “mejor vida”; valor se necesita para enfrentar eso… pena absoluta, vergüenza debería sentir Inclán que se siente cómico…

La presidenta Sheinbaum reprobó los comentarios clasistas que hizo el decadente actor en su contra; y no solo en la suya, sino en la de millones de mujeres que realizamos labores del hogar y de las que son empleadas de una casa que no es la suya.

“‘Sirvienta’, ¡palabra terrible, terrible! Eso es del porfiriato. Son trabajadoras del hogar y hacen un trabajo digno, tenemos que reconocerlas y darles seguridad social”, dijo la presidenta.

La arrogancia de Inclán lo hace ciego ante las cualidades que posee la mujer. No conoce el respeto y la importancia que tenemos todas en esta sociedad y su falta de memoria hace que se sienta orgulloso de sus participaciones en el cine, pero olvida que fue en la peor época, la decadente, la vulgar y la barata…

La fama de este hombre que se considera cómico, surgió en el cine de “ficheras”, que tuvo auge por la falta de presupuesto en el sexenio del expresidente José López Portillo. El dinero gubernamental -para que continuase la producción del buen cine- fue robado, desviado, “se perdió” en la ola de la deuda externa, desapareció… el “Cine de Oro” naufragó, se hundió y fue entonces cuando salieron a flote los productores independientes para realizar películas de bajo presupuesto, llenas de albures que denigraban a la mujer y que la sobajan hoy en día; en esas cintas fue protagonista Rafael Inclán.

En 1976, el expresidente José López Portillo nombró a su hermana Margarita directora de Radio, Televisión y Cinematografía (RTC), su labor resultó desastrosa. Fue cuando inició la decadencia del cine

La “Época de Oro” fue un periodo de auge en la historia de la cinematografía en nuestro país que comenzó en 1936. En este tiempo surgió una nueva generación de directores, actores y actrices considerados hasta el día de hoy, como iconos en México y de países hispanohablantes. Géneros como la comedia ranchera, como “Allá en el Rancho Grande” en 1936 que fuera un éxito de taquilla. O la inolvidable cinta “Los tres García” de 1947 escrita, dirigida y producida por Ismael Rodríguez y protagonizada por Sara García, Pedro Infante y Marga López. El cine negro que estuvo representado por un gran y reconocido director “de culto”, Juan Orol. ¡Y cómo olvidar el cine de terror en México! Las películas que protagonizó el inolvidable primer actor Germán Robles, cuya actuación terrorífica de vampiro quedó grabada en nuestras mentes y cuya hermosa voz le dio vida a infinidad de personajes… “El vampiro” y “El Ataúd del vampiro” fueron éxitos de taquilla obteniendo excelentes críticas tanto en México como en Europa; con el inolvidable primer actor Germán Robles se confirió como en “figura de culto”. ¡Si ellos pudiesen opinar hoy!

Hasta con el buen cine terminaron los expresidentes. La inexperiencia de la improvisada directora de la RTC, Margarita López Portillo, más el robo del presupuesto para la realización de buenos filmes exterminó la “Época de Oro” del cine mexicano, dándole paso a películas de quinta, en las que participó Rafael Inclán, supliendo lo supremo del cine por lo vulgar.

En ese sexenio la flamante directora trajo directores extranjeros, mientras se retiraba todo apoyo a los que habían producido las maravillosas e inolvidables películas de la “época dorada”.

Rafael Inclán, el que se considera gran actor y comediante, ganó fama por la decadencia del buen cine y por el auge de lo que es considerado como lo peor. Es él quien se expresa así de nuestra presidenta, de las trabajadoras del hogar, de las amas de casa, de las mujeres en general.

El comentario de Inclán fue considerado como misógino, ¿qué se puede esperar de un hombre que solo tiene en la mente albures en los que se denigra a la mujer y que ha repetido como merolico durante décadas?

Nada. Porque Inclán es per se el símbolo del ocaso del cine mexicano…