La descomposición social en la zona conurbada Veracruz, Boca del Río está alcanzando niveles de terror.

Los hechos delictivos con los que arrancamos este 2023 nos obligan a quitarnos la venda de los ojos (sí, porque aún existen “ciegos” que no ven la realidad) y a reconocer que las cosas se están saliendo de control.

El multi homicidio del pasado domingo, en una zona que por su cercanía al aeródromo de la Fuerza Naval del Golfo y al aeropuerto internacional Heriberto Jara, se supondría segura, nos indica que a la delincuencia le importa muy poco el lugar, la hora o matar a inocentes con tal de lograr su objetivo.

El mensaje fue claro: ellos, los malos, los violentos, tienen el control.

Los ciudadanos de a pie, algunos que circulaban por ahí o algunos más que estaban descansando en su casa sintieron la ejecución de la familia de “El Pino”, jefe de plaza en el municipio del Espinal, tan peligrosamente cerca de sus seres queridos, que de inmediato los chats, las redes sociales y los medios electrónicos comenzaron a replicar la noticia.

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Para quienes no viven en el puerto jarocho les diré que la zona, además de las características de seguridad que debería tener, es el camino hacia El Nuevo Veracruz, un centro comercial con pocos años de funcionamiento, donde hay cines, restaurantes, bares. Siendo domingo por la tarde, cientos de familias debían transitar por el sitio donde fueron acribilladas seis personas ante los ojos de todos.

Es, además, el paso obligado para quienes viven en las casas y condominios de reciente creación y hacia la zona industrial, por lo que es de suponerse el terror de los habitantes y los automovilistas ante el suceso.

Esta ejecución se da a tan solo unos días de otra balacera en el municipio de Alvarado, muy cerca de otro importante centro comercial, en un fraccionamiento donde habitan personas de clase “acomodada”.

La muerte, pues, ronda a las familias veracruzanas, quienes están a expensas no solo de la delincuencia, están en manos de gobiernos municipales incapaces de implementar estrategias eficaces que les brinden seguridad.

En este sentido, hoy por la mañana el gobernador Cuitláhuac García Jiménez se reunió con el alcalde de Boca del Río, Juan Manuel Unanue y con la presidenta municipal de Veracruz, Patricia Lobeira, en una mesa de trabajo denominada Coordinación Estatal para la Construcción de la Paz en Veracruz.

García Jiménez dijo en rueda de prensa que se busca con ese tipo de reuniones que los tres niveles de gobierno (estatal, municipal y federal) trabajen en conjunto para brindar seguridad a los habitantes de la zona conurbada y poder esclarecer los hechos que han lastimado tanto a la sociedad.

Es urgente que esto ocurra, claro que sí, pero el sentir de los veracruzanos en este momento es de incertidumbre y malestar.

Nos están quedando a deber en lo más importante: nuestra seguridad y la de nuestras familias.

Pero también nos quedan a deber en dejar a la ciudadanía a medias en la información.

Tras la reunión de trabajo el único que habló con la prensa fue el gobernador. Los alcaldes, al momento de escribir estas líneas, siguen en mutis, pese a que durante el día de ayer los habitantes de la conurbación veían con asombro retenes, rondines de la Marina, calles cerradas.

Los nóveles alcaldes, a quienes se les ve un día sí y el otro también en las redes sociales hablando de eventos, de reuniones a puerta cerrada con empresarios, tomándose la foto con personajes diversos, deben por fuerza mantener estrecha comunicación con los veracruzanos en temas tan sensibles como estos, pues la vida de todos está en riesgo.

Si en el transcurso de los días las aguas no se calman y siguen las balaceras y las ejecuciones los jarochos y boqueños deberán exigir que sus gobiernos sean algo más que “política ficción” o de pasarela, pues no fueron elegidos para modelar en portadas de revistas sino para un trabajo serio que lleve a buen puerto a sus gobernados, ya que Veracruz es mucho más que una fiesta patronal o un carnaval.

Esperemos.