“Siempre termina uno representando su propio papel aunque pretenda encarnar el del otro.”
Michel Eyquem de Montaigne
“El motivo es para mí del todo secundario; lo que quiero representar es lo que existe entre el motivo y yo.”
Claude Monet
Pocas veces en el maremágnum de malas noticias sobre México encontramos una a destacar por positiva (al menos esa es mi apreciación). Más todavía, esto es casi imposible cuando la misma proviene de uno de los poderes de la Unión.
Hace un par de días, cinco senadores anunciaron su decisión de “desconectarse” de las bancadas partidistas y armar una propuesta que represente a los ciudadanos –que lo intente, por lo pronto.
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Lo que está ampliamente normado, y por lo mismo a lo que estamos acostumbrados, es a los grupos parlamentarios definidos de acuerdo a partidos políticos. Pero estos ya difícilmente representan a los ciudadanos, esto es, existe una desconexión entre el voto y necesidades de los electores y el posicionamiento del legislador (por no mencionar también la conformación del legislativo en ambas cámaras, es decir, la estricta proporción de los sufragios de los votantes reflejada en los curules). De esta manera, sin duda algo hay de razón detrás de esta iniciativa de cinco senadores; la mayoría de los mexicanos no nos sentimos representados por los institutos políticos tradicionales y menos aún por nuestros legisladores (diversas encuestas de opinión no dejan lugar a dudas para sostener lo que afirmo).
La decisión de los senadores Nancy De la Sierra (PT), Alejandra del Carmen León Gastélum (PT), Emilio Álvarez Icaza (independiente), Gustavo Madero (PAN) y Germán Martínez (Morena) tendrá, entonces, diversas implicaciones. La primera será la reacción de los partidos políticos en el sentido de evitar que los cinco individuos puedan integrarse como una bancada. Demostrarán cómo se aferran al principio de las estructuras partidistas y defienden a capa y espada los presupuestos de las comisiones legislativas, todo antes que dar cabida a otras formas de escuchar la voz de los representados.
Lo segundo será provocar un debate –yo creo necesario-- sobre el diálogo legislativo “como herramienta para solventar las diferencias, que no confronte estérilmente a la sociedad mexicana…” Si estos cinco senadores logran atajar el pleito y la división diarios que se alimentan desde diversos frentes, el primero de ellos originado en Presidencia, habrán hecho un bien mayor a nuestro país.
En tercer lugar, detonará un muy importante análisis sobre la viabilidad constitucional de la iniciativa y las limitaciones o posibilidades normativas. Por ejemplo, a pesar del menosprecio hacia este grupo al estar conformado por “solo” cinco senadores, se hace evidente que, en número de representantes, estos pasarían a ser más que otras fracciones parlamentarias en el Senado; la del PRD está conformada por tres senadores, el PES por cuatro, al igual que el PT (tenía seis pero restando a las dos senadoras serían ahora cuatro). ¿Deberían de tener, entonces, derecho a constituirse como grupo parlamentario? ¿Encabezar comisiones? ¿Ampliar el abanico de opiniones y razones para abrevar en el sentir de sus representados?
En mi opinión, merece destacarse cuando menos el valor civil que están tomando en distanciarse muy particularmente del poder omnímodo que surge de Palacio Nacional y que permea ambas cámaras legislativas. Y en ese sentido se espera que estos senadores a veces voten junto con la aplanadora 4T y otras más sus diferencias. De eso se trata la pluralidad.
Obviamente las reacciones no se han hecho esperar. Es interesante tomar nota de ellas. Desde la de Ricardo Monreal, líder de la JUCOPO, quien ve este grupo “con simpatía” (¿será que está pensando en unírseles en algún momento o acaso fortalecerlos si le siguen haciendo el vacío desde Palacio?), hasta la rasgadura de vestiduras por parte de Olga Sánchez Cordero, quien recobró de pronto su rol de ministra de la SCJN y ya determinó que la ley no permite esta jugada…
Por lo pronto, la quinteta de senadores ya mandó su oficio a la Junta de Coordinación Política solicitando su reconocimiento como nueva bancada, así como tener los mismos derechos y prerrogativas que los otros grupos parlamentarios. Dudo que esto sea aprobado, pero ya veremos.
De no transitar esta solicitud, se espera que los cinco senadores acudan a la Suprema Corte para pugnar por sus derechos. La cabeza del poder judicial ya se ha pronunciado antes por la viabilidad de estos grupos parlamentarios mixtos, como sucedió al resolver una acción de inconstitucionalidad respecto a un caso parecido pero a nivel local en Veracruz en 2008.
Ante la absoluta ironía que significa la nula confianza de los electores en los partidos políticos y sus representados, la propuesta surgida en el Senado se antoja interesante y digna de analizar. Ojalá quienes la conforman demuestren con hechos que pueden cumplir con lo que plantean. De lograrlo, habrán establecido un parteaguas por lo que al sistema partidista en México se refiere. Y en una de esas, a largo plazo alcanzarían lo que ningún otro líder partidista o del gobierno en turno ha podido: encauzar iniciativas y tomar decisiones que no solo se basan en las ideologías partidistas de votar siempre, no importa qué, en bloque.
Bienvenida esta propuesta; ojalá prospere, hay mucho que constatar.