Poco duraron los festejos de fin de año en Veracruz, pues apenas llevamos tres días de este recién nacido 2023 y las noticias nos hablan ya de al menos tres feminicidios en la entidad.

Uno fue el de Bibi, en Coatzacoalcos.

La mujer de 40 años fue encontrada sin vida en el fraccionamiento Playa del Sol de esa ciudad. Se desconocen los detalles, pero se habla de dos varones detenidos.

En Papantla, un día después, supimos del asesinato de Yazmín, de 29 años de edad, quien fue asesinada por su pareja, quien la tiró de un vehículo en movimiento para después atropellarla y quitarle la vida.

Finalmente, en el sur de Veracruz, en el municipio de Rodríguez Clara, fue localizado el cuerpo sin vida de Zuleima, de 27 años de edad, quien había sido reportada como desaparecida desde el 31 de diciembre del año pasado.

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La escalada de violencia feminicida en Veracruz prende focos rojos en la población.

El año pasado supimos de 139 asesinatos de mujeres, de los cuales solo 69 son considerados feminicidios.

Durmiendo con el enemigo... y encubriéndolo

Un suceso que llamó la atención a principios de diciembre pasado fue el maltrato que sufrió una bebé de tan solo dos meses de nacida por parte de su padre, que debido a la golpiza que le dio casi la mata.

La criatura permaneció hospitalizada en la Torre Pediátrica de esta ciudad con fracturas de cadera y costillas y neumonía.

Tras ser dada de alta, y debido a que no se encontraba registrada por sus padres, pasó al cuidado del DIF de Boca del Río, donde la pareja ahora reclama su custodia.

La joven madre, de 18 años de edad, refiere que desde el noviazgo fue maltratada por su pareja, quien la pateaba para que abortara. Pese a ello, siguió con él y tuvo a su hija, cuya custodia está a punto de perder por omisión de cuidados y encubrimiento.

Casos como este nos señalan la urgencia de educar y concientizar a las jóvenes y niñas desde temprana edad, pues aquí como en muchas de las historias de terror el asesino está en casa y es defendido incluso por la víctima.

De seguir junto a ese hombre violento, casi un parricida que no entiendo por qué sigue en libertad, está en riesgo tanto la madre como la pequeña, en el remoto caso que las autoridades decidan devolverla a su familia.

Problema nacional

En otras partes del país el problema no es menor.

De enero a noviembre del 2022 fueron asesinadas en territorio nacional 878 mujeres, cifra alarmante que debe hacer que las autoridades actúen en forma inmediata, pues la violencia feminicida crece en forma exponencial y son los mismos encargados de la impartición de justicia quienes en ocasiones minimizan las llamadas de alerta de las jóvenes o mujeres que están siendo violentadas en casa.

Durante la pandemia los ataques físicos y verbales que recibían las mujeres dentro de su hogar se incrementaron notoriamente, a tal grado que los escasos refugios que existen para mujeres cuya vida está en riesgo, se vieron saturados.

Y digo escasos, por no decir nulos.

En el estado de Veracruz existen solo tres refugios para albergar a mujeres violentadas que habitan en los 212 municipios de la entidad e incluso dos de ellos, hasta el año pasado, estaban a punto de cerrar por falta de recursos.

Contar con estos espacios es absolutamente urgente y no se presta la debida atención.

En paralelo, la necesidad de implementar botones de pánico en las calles y avenidas de todo el territorio nacional es algo que debe hacerse a la brevedad, pues en caso de asaltos, secuestros o abusos en la vía pública las víctimas no cuentan con la ayuda necesaria e inmediata y cada segundo que pasa marca la diferencia entre morir o vivir.

Hay también aplicaciones para teléfonos móviles como Mujer Alerta, que al presionar el botón se conecta con los servicios de emergencia y se da la ubicación precisa de la persona que corre peligro, pero tampoco funcionan con rapidez.

Yo misma tuve que utilizarlo en dos ocasiones, una tras ser perseguida por un sujeto a bordo de un vehículo sin placas mientras conducía por la ciudad y otra ocasión cuando me percaté que tenía un intruso en el jardín de mi casa.

En el primer caso nadie respondió y en el segundo la policía llamó quince minutos después, tiempo suficiente para que fuera agredida o asesinada sin que nadie me ayudara.

De todo lo anterior concluyo que aunque la educación y la prevención logran salvar vidas de las mujeres que están en manos de un agresor, las autoridades deben tomar medidas radicales y urgentes para impedir que los feminicidios en el país sigan en aumento.

Negar que la violencia está ahí y que cualquiera puede ser víctima es un error de consecuencias fatales, más en un país que como dije ayer en este espacio empieza a abrir espacios importantes para las mujeres.

Por cierto...

“Las mujeres podemos ser todo, como lo he dicho en distintos lugares, senadoras, diputadas, ingenierías, astronautas y presidentas de la República”, dijo hoy la jefa de gobierno capitalino, quien celebró el nombramiento de la ministra presidenta de la SCJN, Norma Piña.

El apoyo de la mandataria capitalina a la ministra y la celebración de la llegada a su cargo recalcó lo que todos sabemos y que ella misma no ha negado: quiere ser candidata presidencial en la próxima contienda electoral.

En efecto, en estos tiempos de cambio, donde la mujer asume cada vez más cargos relevantes para la vida política y social del país, creemos necesario tener un gobierno con perspectiva de género, humanista y preocupado por la seguridad de todas nosotras.

No vale que las propuestas se queden en el tintero, se debe actuar.

Una mujer en la presidencia haría que nuestro país no solo sea de vanguardia: el estado protector y paternalista, pero machista y misógino a la vez, ha carecido, hasta hoy, de políticas de prevención reales para impedir que nos sigan matando.

Es tiempo de cambiar de fondo. ¿No cree usted?