Cito lo que ayer dijo la aspirante presidencial de moda —como siempre, gracilmente luciendo lo mejor de la etnomoda nacional— :

“El presidente (López Obrador) no es dueño de la verdad, pero me tiene tanto miedo, que dice que un hombre me puso en mi puesto. Que quede claro: a mí ningún cabrón me ha puesto en ningún lado”.

Se puso cabrona Xóchitl Gálvez: qué bueno que no sea dejada. Si logra la candidatura presidencial de la alianza PRI, PAN, PRD, el próximo año enfrentará a otra mujer también cabrona, Claudia Sheinbaum, de Morena.

Pero Xóchitl, antes de pensar en la contienda con Claudia, debe ganar el proceso interno en la oposición. Y aquí empieza el problema: la senadora Gálvez de ninguna manera ha asegurado la candidatura opositora —no si me baso en las estadísticas que conozco—.

Ese no es un problema menor, ya que Xóchitl debería arrasar, y eso es algo que no ocurre. Algo no camina en el proyecto diseñado para hacer crecer en las encuestas a una mujer que por su desparpajada personalidad es muy mediática, y quien, además, durante 10 días se ha beneficiado de una promoción tan intensa como costosa lo mismo en redes sociales que en radio, prensa y TV.

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En el tracking diario de MetricsMx que publica SDPnoticias —ya en tres mediciones— la panista Xóchitl Gálvez sigue abajo de la priista Beatriz Paredes, a quien los estrategas electorales pagados por la derecha empresarial insisten en minimizar y aun en ignorar.

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Ningún cabrón le ha dado nada a Xóchitl Gálvez, es verdad. Así que no es regalo a cambio de nada, por pura generosidad, el apoyo enorme que ella ha recibido de parte de potentados como Claudio X. González, de dueños de medios influyentes como Alejandro Junco y de los analistas que a tales empresarios asesoran, ya sea que lo hagan formal o informalmente —pienso sobre todo en los más inteligentes de la banda derechista, los dos Jorges, Suárez Vélez y Castañeda Gutman—.

A Xóchitl nadie le está haciendo ningún favor. Ella ha pactado con los ricos y quienes piensan por ellos porque a la precandidata le interesa llegar a la presidencia o, como plan b, al menos obtener algún otro beneficio legítimo del tipo que sea.

Xóchitl es cabrona y, apostando fuerte, está haciendo su juego. Pero, dice el refrán, frente a una cabrona siempre habrá una cabrona y media.

Si hace 30 años hubiera tenido fuerza el feminismo ni duda cabe de que, en este momento, Beatriz Paredes sería expresidenta. Es suficientemente hábil y enérgica como para haberle arrebatado la candidatura sustituta a Ernesto Zedillo en 1994. No se pudo porque no era el tiempo de las mujeres.

Afortunadamente para Beatriz, el desarrollo económico ha incrementado la esperanza de vida, sobre todo de las mujeres, que hoy es de 87 años. Así que a los 69 está en plenitud de facultades mentales —lo importante, claro está—.

Es evidente que Beatriz Paredes ha descuidado su físico. Tiene problemas de movilidad, pero ya se inventaron las muletas y las sillas de ruedas; entre estas hay algunas eléctricas realmente eficaces. Uno de los más grandes presidentes de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, tal vez el más destacado en la historia de ese país, andaba en silla de ruedas, en una época en que no se usaban como en la actualidad los motores eléctricos. Es verdad, estos se inventaron en el siglo XIX, pero pasó mucho tiempo antes de que se perfeccionaran.

Para cabrona, cabrona y media.

  • ¿Que Xóchitl Gálvez presume sus raíces de humilde indígena? Beatriz Paredes presumirá lo mismo cuando lo necesite: sus raíces son campesinas.
  • ¿Que Xóchitl cae muy bien porque en ningún momento deja la etnomoda? Probablemente la mujer que la impuso en la política fue Beatriz. Así que Xóchitl vendría a ser imitadora; elegante imitadora, por supuesto, pero no es original.
  • ¿Que Xóchitl se ve bien en los debates cuando recurre a pinches mentadas de madre para no dejarse aplastar por los machos? Beatriz invariablemente se ve bien debatiendo porque controla a los machitos con puros pinches argumentos intelectuales —uno de los campeones en polémica de la derecha, Jorge El Güero Castañeda, no podría con Beatriz Paredes, y El Güero lo sabe—.
  • ¿Que a Xóchitl la avalan Claudio X. y otros empresarios? En el momento en que se decida a pedir apoyo a la oligarquía, Beatriz lo encontrará entre los hombres y las mujeres de negocios inconformes —abundan, abundan— por la posibilidad de que el señor X. sume a sus negocios dos franquicias políticas, el PRI y el PAN.
  • ¿Que detrás de Xóchitl Gálvez está la fuerza del PAN…? Un momento, a Xóchitl el panismo la quiere, sí, pero no tanto: si sus dirigentes pueden operarlo, le guste o no a Claudio X., la candidatura será para uno de los que mandan en ese partido, Santiago Creel. ¿Cómo le va a Beatriz Paredes en el PRI? Al no haberse inscrito Alejandro Alito Moreno, el priismo todo estará con Beatriz. Morirá engañado Enrique de la Madrid si piensa que las estructuras priistas lo favorecerán.

Beatriz Paredes es cabrona y media y trae ganas de alcanzar lo que nunca le permitieron por ser mujer en épocas todavía más machistas que la actual. Para ella la candidatura presidencial es un asunto de ahora o nunca.

Xóchitl Gálvez, siendo cabrona, ha crecido en las encuestas, pero no ha rebasado a Beatriz. Aparecerá pronto el tramposo cuchareo, que es la marca de la casa X. Pero con una representante tan potente en la contienda, no veo al PRI entregando todo al PAN… menos todavía entregándolo a una derecha empresarial que a ve a Alito Moreno como un ratero bastante naco; es lo mismo que se piensa en las cúpulas de los negocios del otro que manda en el priismo, Rubén Moreira.

Alito y Moreira tendrían que ser muy tontos para ceder los votos priistas a empresarios e intelectuales que se lavan las manos con alcohol después de saludarles.

¿Cuántos votos tiene el PRI? Un número idéntico a los del PAN. No les alcanza, ni juntos, para superar a Morena, pero ya sería problema de Beatriz Paredes buscar ponerse al tú por tú a otra mujer fuerte, Claudia Sheinbaum.