“Encontré la palabra jettatura (así, con doble t) en el diccionario de María Moliner. La palabra es ignorada en los diccionarios de Covarrubias, Corominas e, incluso, en el de la Academia Española. María Moliner define el italianismo escuetamente como “Influjo maléfico que supuestamente ejercen ciertas personas o cosas”. Definición que, traducida al buen romance, arroja con sencillez “mal de ojo”, “mal sino”, “mala suerte” pues. El uso de la palabra en nuestras latitudes pertenece al ámbito deportivo: cuando un equipo (o un jugador) se impone varias veces al mismo rival.”

GILBERTO PRADO GALÁN

Se nos casa. Claudia Sheinbaum anunció que se casará con su amor de juventud (que es el actual), Jesús María Tarriba Unger.

Acto seguido, las redes sociales básicamente se dividieron en dos: los que la felicitaron y quienes de inmediato la compararon con Enrique Peña Nieto.

Lo importante a notar en este momento, sin embargo, es que el gran destapador de corcholatas guardó silencio. Ni en sus redes sociales ni en los eventos que tuvo ayer (que —¡oh sorpresa!— fueron uno que otro) hizo algún comentario de que su consentida —o así lo creemos— se nos casa.

¿Se molestó de que le quitó atención a la convocatoria a su marcha del 27? O al revés, ¿la lanzó precisamente ahora para que nos olvidáramos de la misma por un momento?

Yo estimo que Claudia le avisó al primer mandatario primero que nada y obtuvo su consentimiento. Y es que ella no da paso sin huarache (entiéndase: sin el aval de López Obrador). De hecho, todo lo que hace es para emularlo o para complacerlo… En todo caso, por ellos ojalá sea que el presidente haya estado informado, porque de otra forma ya sabemos que AMLO se emberrincha cuando alguien brilla más que él (¡terribles las posibles consecuencias de eso!).

Las columnas más leídas de hoy

Entre que si son peras o manzanas, Claudia Sheinbaum “brilló” ella sola. No hubo necesidad de que López Obrador la alumbrara. Ya veremos qué tanta gracia le causa a nuestro tabasqueño.

Y si bien a todo el mundo nos gustan las historias de amor, no debemos olvidar lo que cité arriba sobre ‘la jettatura’. Supongo que ese es uno de los peligros de manifestar el amor, el enamoramiento, el deseo de contraer nupcias en este caso.

Y es que en este sexenio como en anteriores, las bodas de algunos cercanos al presidente se han celebrado con mucho boato. Mas, a diferencia de otras administraciones, en esta esos bodorrios no han terminado bien. Basta recordar la boda fifí de César Yañez, uno de los operadores y más cercanos colaboradores del tabasqueño, la cual aterrizó en la portada del ¡Hola! Luego, López Obrador lo mandó a la congeladora durante tres años.

Después la boda de la hija de quien dicen es el aboganster Juan Collado. Terminó muy mal para él y para algunos de sus invitados; más de uno visitó la cárcel.

La saga continuó cuando Santiago Nieto, en ese momento titular de la UIF de Hacienda, se fue hasta Guatemala para casarse con la consejera del INE, Carla Humphrey —y que su boda fifí dizque pudiera llevarse sin reflectores y escapar las revistas de sociales—. Resultó uno de los eventos más sonados y terminó con la “renuncia” de Nieto.

¡Vamos!, hasta Paola Félix Díaz, antes secretaria de Turismo de la Ciudad de México (sí, al inicio de la administración de Claudia) tuvo que renunciar (¿quiso?) cuando fue a dicha boda y la detuvieron en Guatemala por llevar 25,000 USD en efectivo. Y si bien explicó el origen del dinero y la razón de transportarlo, ante la presión de ‘la austeridad republicana’, mejor renunció.

Así que la duda cabe: la boda de Claudia ¿romperá la “jetta” (mala suerte, mala racha, mal fario) que tienen las bodas en la 4T? ¿O solo pasará a confirmarla? Pues si “amor con amor se paga”, en estas verdaderas ceremonias de amor, el inquilino de Palacio simplemente no ha correspondido. ¡Qué va!

Posiblemente si se trata solo de una boda civil sencilla y muy familiar (aunque eso signifique que se quedarán con las ganas de asistir Lord Molécula y su nueva corbata, así como muchos otros connotados miembros de la 4T)… Cabe la posibilidad de que lo consiga si en la boda el centro de atención sea, no la pareja de recién casado, sino López Obrador. Si únicamente habla López Obrador y el único que brilla es López Obrador y los casa López Obrador y el padrino es López Obrador y…

Pero quizá ni siquiera así lo logre. Ya vimos que ni la visita a México de Gabriel Boric, presidente de Chile, logró acaparar tantos reflectores como la próxima boda. Mala señal.

Y eso que no entro —al menos no en este escrito— a lo que será el énfasis que habrá al por mayor más adelante en el análisis de dicho acontecimiento: que si Claudia está enamorada, que si es parte de una estrategia tipo La Gaviota, que si es cumplir con un criterio de lo políticamente correcto.

Porque lo cierto es que no es la única política, ni la primera ni la última, que recurriría a la pareja. Ahí tienen a su rival más cercano rumbo al 2024. El canciller Marcelo Ebrard no pierde oportunidad de compartir fotos de él con su esposa en todas sus redes sociales (la más recordada, por vergonzosa, fue en el velorio de la reina Isabel II de Inglaterra).

Pronto sabremos si el anuncio de su boda es estrategia política, un momento de realización y de estabilidad personal, o una combinación de factores.

¡Claudia se nos casa! Antes se decía: “que te vaya bien en tu matrimonio”. Yo opino que si alguien quiere desearle el bien a la pareja, mejor diga: “que no moleste tu boda a los electores y, de preferencia, tampoco al inquilino de Palacio”.