En la pantalla aparecen esos seres que deambulan en harapos, prácticamente esqueletos vivientes, que emiten sonidos incomprensibles, con la vista perdida y el cerebro desecho. No es una película, es una escena cotidiana en una de las calles principales del Centro de Filadelfia en Estados Unidos. Escenas similares se observan en los Ángeles, California. Son los muertos vivientes, son los zombis del fentanilo.

El fentanilo es un fuerte opioide sintético, similar a la morfina, pero entre 50 y 100 veces más potente. Fue fabricado por primera vez por Paul Janssen en 1960 y aprobado para uso médico en los Estados Unidos en 1968. Al igual que la morfina, se receta a pacientes con dolores intensos, especialmente después de una operación quirúrgica. A personas que sufren dolores crónicos y presentan tolerancia física a otros opioides.

Con prescripción médica, el fentanilo se administra en forma inyectable, en forma de parche sobre la piel o en forma de pastillas. El fentanilo ilegal se vende en polvo, vertido en gotas sobre papel secante, en envases de gotas para los ojos, rociadores nasales o en pastillas.

Los narcotraficantes mezclan el fentanilo con otras drogas como heroína, cocaína, metanfetamina y MDMA, porque una cantidad muy pequeña de fentanilo aumenta la potencia y al mismo tiempo abarata la droga, pero la vuelve altamente riesgosa.

En Estados Unidos, el fentanilo causó la muerte de Prince, Tom Petty, el rapero Lil Peep y otros famosos. Estos nombres son apenas algunos de los que destacan de las inmensas listas de personas, hombres y mujeres, jóvenes e incluso niños, que mueren por consumo de esta droga. Según las autoridades estadunidenses, 30 mil personas mueren al año por el consumo de fentanilo, lo cual lo convierte en un fuerte problema de salud pública.

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El fenómeno surgió cuando los intereses de las farmacéuticas se combinaron con malas prácticas médicas, provocando el abuso en la prescripción de estos analgésicos, creando los primeros adictos que día a día necesitaban consumir fentanilo en mayores cantidades. No tardó mucho tiempo en que surgiera una demanda y después que el fentanilo fuera incorporado en el menú de los narcotraficantes.

México carece de datos confiables sobre el consumo de fentanilo. Mas aún, carecemos de estadísticas confiables sobre el consumo de drogas, porque la más reciente Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, realizada por INEGI data de 2017. Se sabe, por medios de comunicación y datos de dependencias estatales, que nuestro país, como ocurrió con otras drogas, paso de productor a consumidor; que el mayor consumo de fentanilo ocurre en ciudades fronterizas como Tijuana, Ciudad Juárez, Piedras Negras, San Luis Río Colorado y Ciudad Victoria.

¿Cuántos mexicanos consumen fentanilo? No lo sabemos. ¿Cuántos han muerto por sobredosis? No lo sabemos. La Escuela de Medicina del IPN dice que de 2020 a 2021 se atendieron en el país 464 casos de sobredosis por fentanilo.

Necesitamos mayor información sobre el fentanilo y orientación sobre sus efectos. De no ser así pronto, en la CDMX y otras ciudades del país como Monterrey, Guadalajara o Puebla, veremos ejércitos de zombis recorriendo las calles. Eso pienso yo, ¿usted qué opina?

Onel Ortíz Fragoso en Twitter: @onelortiz