En la colaboración anterior, me referí a tres aspectos que resultan preocupantes en la antesala del retorno a la “nueva normalidad” social y educativa y, en particular, comenté acerca de la vuelta a la “regularidad escolar”. Esos tres puntos tenían que ver con la infraestructura física de las escuelas, los servicios, la organización y financiamiento de esos rubros, además de los gastos que se avecinan para las familias mexicanas, a efecto de proteger la salud y prevenir de enfermedades a las niñas, los niños y jóvenes estudiantes (NNyJE), sobre todo de la escuela básica (inicial, preescolar, primaria y secundaria) pública. (Ver: “Condiciones del regreso a la Escuela”, SDP Noticias, 5 de mayo, 2020).
La reflexión necesaria sobre estas carencias de la infraestructura escolar, mantenimiento, servicios, organización e insumos para la escuela, nos coloca ante la opción de cuestionarnos acerca de quiénes se harán cargo de estos gastos (que debería asumir el Estado), y cómo esas condiciones serán adversas a las políticas públicas de salud, y sobre todo para los NNJE. Solamente pensemos por un momento ¿qué va a pasar en las escuelas donde no existe el servicio de agua potable?
En esta ocasión abordaré elementos de los escenarios y obstáculos del eventual retorno a la escuela, que está previsto para los primeros días del mes de junio, como consecuencia de las medidas de salud pública que se tomarán (y se han tomado o se han seguido: “Quédate en casa” y “Jornada nacional de sana distancia”, esto, como sabemos, en el contexto de la epidemia-pandemia del coronavirus.
Relacionado con ese panorama, propongo el análisis de los siguientes elementos y obstáculos a resolver para llevar a buen puerto el retorno a la escuela.
1) Regreso escalonado a clases. Debido que no es conveniente (por razones de transmisión del virus) retornar a la escuela “todos juntos y al mismo tiempo”, un primer escenario que podría ponerse en práctica es el regreso escalonado a la escuela, lo cual significa que no todos los niños, niñas y jóvenes regresarían a clases en el mismo momento o la misma fecha. Lo mismo aplicaría, obviamente, para los docentes, directivos y demás figuras educativas. En este escenario se prevé el establecimiento de prioridades: Tendrán acceso a las aulas los NNyJE de 3o. de Preescolar, 6o de Primaria y 3o. de secundaria, con las debidas medidas de protección sanitaria, pues en esta fase final del ciclo escolar 2019-2020, concluirán sus niveles o subniveles educativos respectivos.
Una sugerencia al respecto consiste en aplicar algo similar al “Hoy no circula”, pero entre personas (creo que esta idea se llevó a cabo ya en alguna entidad federativa). Ese mismo esquema podría replicarse en las escuelas: la mitad de los NNyJE asistirían lunes y miércoles a clases, y la otra mitad de la población estudiantil lo haría los martes y jueves. Los viernes no habría clases presenciales, sino sólo actividades de acompañamiento no presenciales o a distancia, con participación activa de las familias en los hogares de las y los estudiantes. Es propuesta. Habría que revisar los pros y contras, desde luego.
2) Extensión del calendario escolar. Debido a la contingencia o emergencia sanitaria, y como efecto de la suspensión no planificada de actividades escolares, se prevé también una leve ampliación del calendario escolar. Ojalá sólo sea de una semana la ampliación, con la finalidad de no afectar el receso escolar que el personal educativo lleva a cabo durante algunas semanas del mes de julio y, al menos, una semana de agosto. Aquí no caben argumentos, a veces absurdos, (“¿otra vez van a dejar de trabajar?”), en los que se cuestiona el trabajo de las y los docentes de la educación básica, ya que las profesoras y los profesores (junto con los directivos escolares, asesores técnicos y personal de apoyo a la educación) son los únicos que están capacitados y tienen la experiencia suficiente para hacer los ajustes pertinentes a los contenidos, métodos y los tiempos de la escuela.
3) Dar por terminado el ciclo escolar 2019-2020. Dadas las condiciones físicas y de interacción social-personal que se generan en las escuelas (modalidad presencial), no sería nada descabellado que el ciclo escolar actual se diera por concluido en las fechas previstas por el calendario escolar (9 de julio).
Así, la propuesta más sensata consiste en respetar los tiempos del receso escolar (resto de julio) y retomar los contenidos pedagógicos indicados en el plan y los programas de estudio vigentes, al inicio del siguiente ciclo escolar 2020-2021.
4) No regresarán a las aulas las y los docentes, directivos escolares y demás figuras educativas que estén en riesgo de salud. También se ha especulado en redes sociales acerca de la no viabilidad de que algunos docentes, directivos escolares y demás figuras educativas se presenten a laborar durante el presente ciclo escolar que pronto terminará, debido a que presentan cuadros de salud vulnerables (enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión arterial, obesidad, etc., y que sean mayores de 60 años). ¿Cuál será el plan emergente para contratar a profesores y profesoras interinos en estas circunstancias? ¿Las autoridades educativas federales y de las entidades federativas están preparadas para dar respuesta a esta exigencia administrativa y académica?
5) Se combinarán las formas presenciales de enseñanza y aprendizajes, con las modalidades alternativas a distancia. Como lo hemos comentado en anteriores columnas, el regreso a clases, que se prevé para el próximo mes de junio, no podría realizarse sin echar a andar la creatividad y las actitudes de colaboración: combinaciones de formas de trabajo académico o modalidades educativas híbridas, en el sentido de combinar las clases presenciales con acompañamiento escolar a distancia, esto, al menos, durante los días que resten del presente ciclo escolar.
6) Se tomarán medidas preventivas y de alta disciplina sanitaria. Coincido en que, de hoy en adelante, nada será como antes. Las relaciones sociales e interpersonales, así como los hábitos o rutinas de aseo e higiene personales se verán radicalmente alterados. Y ese cambio estará dirigido a la adopción de medidas preventivas y de alta disciplina sanitarias, las cuales no solamente se verán activadas en las escuelas, sino también en los hogares, los centros públicos, las fábricas, los comercios y las oficinas, así como otros centros de concentración social: de personas de todas las edades y condiciones sociales, niños, niñas, jóvenes y adultos, estudiantes o no.
Los elementos de los escenarios y obstáculos para regresar a la escuela no son mutuamente excluyentes, sino que, por el contrario, pueden ser acciones o medidas complementarias.
Las posibilidades de detener la propagación del virus en las instituciones públicas, especialmente en las escuelas de educación básica, depende de la voluntad política de las autoridades educativas, pero sobre todo de las comunidades educativas, es decir, de la sociedad organizada y comprometida con la salud y la educación, como derechos humanos exigibles de las y los mexicanos.
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