Las aspiraciones de un puñado de perfiles han hecho que, el proceso interno para las gubernaturas, se torne con mucha presión. No es un secreto a voces que, en medio del curso para designar coordinadores, existe una guerra mediática que se ha intensificado. De esa misma forma, hay un esquema de propaganda y difusión para posicionarse en el ánimo de la población civil. La cuestión es que se tomen decisiones en función de la ponderación de una encuesta para que nadie se asombre del resultado, a menos de que exista, ya lo dijimos, una determinación unilateral que contamine el ejercicio democrático.
Lo que menos quiere y le conviene al movimiento es una división a estas alturas de la competencia. Se sabe que, a raíz de lo que pasó con Marcelo, hay una herida que no ha cicatrizado, a menos de que Ebrard decida regresar y cerrar filas con Morena. Esa determinación sólo la sabe el excanciller, que tiene en sus manos el rumbo de su camino. Se antoja complicado que eso suceda y, por esa razón, una medida para evitar más fricciones internas es, por coherencia, avalar la decisión del pueblo de México. En ese sentido, el partido no puede conducirse con tibieza ni mucho menos con medias tintas. Tiene, por principios intrínsecos, que actuar con responsabilidad y concentrar el criterio popular en quienes realmente lo merecen.
Al analizar detalladamente el ejercicio que vivió Claudia Sheinbaum, concluimos en que ella, por mucho tramo, ganó el proceso interno de Morena y, con ello, el partido avaló esa decisión. Con esa misma consigna, hemos insistido, el pueblo demanda piso parejo en las nueve entidades federativas. Habló, claro está, de que no debe existir ninguna jerarquía ni conflicto de intereses. Esto es, de acuerdo con los números, quien más proporción tenga de intención del voto. O sea, el favorito de la población en general, pues los estudios, como sucede en otros casos, se levantan abiertamente.
Hace un par de días -una de las encuestas de mayor confianza en el país- realizó un estudio a diez días de conocer la evaluación del partido. Esa misma encuesta, de hecho, fue una de las más certeras en los pronósticos de la coordinación nacional. Esto significa que, para efectos de anticipar los hechos, tiene una proporción o margen de error muy mínimo. O sea, es una metodología de mucho peso político. De hecho, eso nos ha llevado a concluir que, para este proceso, serán cinco hombres y cuatro mujeres, los cuales son identificados con el mayor número de reconocimiento e intención del voto en el seno morenista.
Ellos, por ejemplo, disponen de un porcentaje muy amplio de respaldo ciudadano. O sea, sería muy obvio incurrir en una determinación sesgada o unilateral, al menos en algunos casos donde la distancia es exorbitante para avanzar a la coordinación que, dicho sea de paso, es la candidatura oficial de Morena, para la transición de jefe del ejecutivo estatal. De hecho, las proporciones que se publicaron hace un par de días, son algo así como el anteproyecto de Morena para las entidades federativas. Y, ya con nombre y apellido, figuran cinco hombres y cuatro mujeres.
Vallamos por partes. En ese sentido, están virtualmente definidos los estados de Chiapas, Puebla, Tabasco, Veracruz y Morelos., dada la magnitud de la ventaja, la población continúa arropando a perfiles como Eduardo Ramírez, Alejandro Armenta, Rocío Nahle, Javier May y Margarita Saravia. De hecho, todos ellos se imponen en sus entidades abanderando a Morena. Esto significa que, para el lopezobradorismo, son cartas muy fuertes que, de confirmarse la lógica, garantizan el triunfo al partido guinda.
Y como las encuestas han variado de forma muy mínima, es decir, hablo de porcentajes muy cortos en décimas, las cosas siguen el mismo curso. En Veracruz, será una mujer la que encabece la coordinación en la imagen de Rocío Nahle, que lleva, ni más ni menos, una ventaja de más de 30 puntos al segundo lugar. Otro caso es Tabasco, donde Javier May acumuló un margen de diferencia de 40 puntos. Y qué decir de Chiapas, en que Eduardo Ramírez, en el proceso interno, le saca 25 puntos a su compañera del pleno, Sasil de León. En ese mismo sendero, nos hemos dado cuenta de otro puntero indiscutible que se retrata en Jalisco, con Carlos Lomelí.
A pesar de que en varios estados la distancia es más corta en comparación con las que citamos en el fragmento anterior, hay evidencias numéricas suficientes para anticipar un hecho inminente. En Morelos, por ejemplo, todo apunta a que será Margarita Saravia; lo mismo en Yucatán, donde encabeza la intención del voto Verónica Camino. En el caso de Puebla, la lógica indica que será Alejandro Armenta.
En ese sentido, la lista de cinco hombres y cuatro mujeres quedaría así: CDMX, para Clara Brugada; Margarita Saravia en Morelos; en Veracruz, no hay nada que pueda desplazar a Rocío Nahle; y, por último, Verónica Camino, en Yucatán.
Y, para los hombres, Eduardo Ramírez domina de pies a cabeza la elección interna en Chiapas; En Guanajuato, sería Ricardo Sheffield; para Jalisco, Carlos Lomelí; Puebla, para Alejando Armenta y Tabasco, no hay duda, será abanderado por Javier May. Así la lógica.