Sabemos perfectamente que Mario Delgado no ha dado el ancho en calidad de dirigente nacional de Morena. Paradójicamente, se ha hablado de etapas de democratización y, ni siquiera, hay una aproximación que haya contribuido a dar certeza a los procesos de selección de los aspirantes a puestos de elección a pesar de vitorear el método de la encuesta como un mecanismo del auténtico pulso de la sociedad.

El punto de mayor auge para dar, al menos un poco de certeza, será sacar adelante el proceso electoral del 2022, donde Morena tendrá que elegir seis aspirantes para competir por las entidades que estarán en disputa el siguiente año.

Si no plantea una solución transparente al no dejar en claro cómo y por qué serán resueltas las entidades el asunto se polarizará, una vez más, en un clima de tensión que por ahora logra ser suficiente a manos de la sola marca de Morena, sin embargo, a la postre, el método tradicional puede ser, para fines futuros, un punto de inflexión que además de la insatisfacción deje un mal sabor de boca por la imperfección y la zozobra que manifiesta.

Resultará interesante ver qué pasará en los próximos días, cuando el Comité Nacional de Encuestas decida, de una vez por todas, quienes serán los perfiles que apuntalaron para competir en las elecciones del 2022, donde Morena es ampliamente favorito.

Se percibe tensión porque no hay un manejo claro o transparente de la metodología. Ahora, al reconocer o, más bien, al destapar al secretario de gobierno, Adán Augusto, le mete más ruido al conflicto interno que se pudiera ocasionar si, llegando el momento, Morena no se pone de acuerdo para reconfigurar el método de elección en virtud de la demanda a nivel político.

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Eso sería lo mejor: Morena con una elección primaria puede, de una vez por todas, dar un paso a la democratización del partido al persuadir claramente que, la encuesta, no es, ni ha sido, un mecanismo confiable.

¿Pero que orilló a Mario Delgado a meter al secretario de gobierno?

Quizá desde cualquier ángulo el secretario de gobierno siempre será, políticamente, un aspirante natural a suceder al mandatario como una alternativa, pero, ¿podrá?

Lo único que propició Mario Delgado es acaparar la atención porqué, últimamente, el tema se ha referido específicamente a la competencia de la sucesión presidencial posiblemente para tratar de equilibrar una lista de aspirantes que, desde hace tiempo, está plenamente definida para la elección interna de Morena.

Desde la perspectiva política y competitiva, no hay duda que en esa lista se encuentran: Claudia Sheinbaum, Ricardo Monreal y Marcelo Ebrard. Si Mario Delgado supone otra cosa o intuye que Adán puede figurar, no es una idea descabellada, sin embargo, no lo veo como candidato, sino como un interlocutor que propicia la cohesión y la unidad en vísperas de que se llegue el instante.

No es casualidad que la interlocución que ha tenido Adán Augusto con Ricardo Monreal, haya adquirido mayor auge. A partir de su llegada, van 5 o 6 ocasiones que mantienen pláticas más allá de la agenda legislativa. Se entiende perfectamente que, con esa premisa, el secretario de gobierno es una especie de emisario de Palacio Nacional para salvaguardar el llamado a la unidad con todos los actores lo que reafirma el amplio poder político que le dotó el presidente López Obrador.

Empero, eso no significa que sea un presidenciable. En el papel lo es, sin embargo, en la práctica quizá no porque su misión ha sido legitimar el proceso de la sucesión presidencial dónde de alguna manera ya hay tres claros aspirantes. Tanto Claudia Sheinbaum, como Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal, que aparece en el punto más alto de su carrera.

Finalmente, al decir Mario Delgado que Adán Augusto es un presidenciable de Morena, puede entenderse como una medida de mayor presión para la competencia con lo que insinuó el presidente del CEN. No cabe duda que se sintió, aunque se trata solamente de una narrativa desprendida al momento tal vez por el efecto, a mi juicio, de levantar la motivación del secretario o, quizá, para tratar de restarle reflectores a los tres presidenciables plenamente identificados.

No obstante, repito, al encarar el proceso interno sólo estarán, tengo la impresión de acuerdo con la lógica: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal.

Lo demás resulta no sorprendente, pero sí para ponerle más sabor al caldo en una estrategia de Mario Delgado a fin de apuntar la atención hacia otro lado con el sólo comentario o, tal vez, porque habrá reacomodos, es un hecho.