La tecnología ha venido a revolucionar muchos ámbitos de nuestra vida, entre ellas la laboral. La gran mayoría de las aerolíneas se apoyan de las redes sociales para llegar a más potenciales clientes, es por ello que además de su página oficial, tienen perfiles en Facebook, Instagram, Twitter y la novedosa TikTok.

Lo que voy a plantearles enseguida, para mí termina convirtiéndose en una duda filosófica. A veces pienso que me tocó volar en la prehistoria de la aviación, esto es, antes de la aparición de las redes sociales, y con un internet bastante rudimentario. Las compañías aéreas contrataban agencias de publicidad y marketing para llevar a cabo sus campañas en los medios de comunicación existentes.

Eran por lo general comerciales de televisión, pasando por los de radio, espectaculares en las principales avenidas de las ciudades, posters para agencias de viajes., etc. También se echaba mano de la famosa “publicidad de boca en boca”; esa no le costaba a las aerolíneas y hasta nuestros días sigue siendo la más efectiva.

Y es que si algún conocido te platica las maravillas de viajar por la aerolínea “X”, o del infierno que fue viajar por la empresa “Z”, su evaluación influirá en nuestra decisión, porque solemos atender las recomendaciones de amigos y familiares.

Esto lo saben perfectamente los dueños y directivos de las aerolíneas, por eso siempre se trabajan ciertos estándares con los empleados, para que sean “la norma” en atención al cliente, aunque esta aseveración sea a muy grandes rasgos, y en general, no es menor ni chabacana.

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¿Qué sucede cuando una compañía aérea opta por ahorrar en publicidad lo más que se pueda, y utiliza a sus trabajadores para la creación de contenido? No, aquí no se trata del trabajador comentándole a sus amigos y parientes “la maravilla” que es su empresa aérea, sino que dentro de sus obligaciones está el de generar contenido para las redes sociales de la aerolínea.

¿Es esto legal? ¿hasta qué punto es válido?, Verán, trabajadores de distintas áreas de Volaris refieren estar cansados de verse obligados a generar contenido para redes sociales, y más ahora que la aerolínea está cumpliendo 17 años; y están muy desmotivados por el anuncio que dio el CEO, Enrique Beltranena, de que este año no recibirán reparto de utilidades.

La suspicacia no se hace esperar, y muchos trabajadores mencionan que su reparto “se fue” en la contratación del grupo musical de fama internacional “Los Ángeles Azules” y en pagar los derechos de autor de la canción “17 años”, que fue adaptada para la línea aérea.

La creación y gestión de publicidad es tarea de una agencia de publicidad y marketing; la inclusión de promociones y estrategias de ventas para colocar y posicionar el “branding” (como le llaman ellos a la marca) es su “chamba” y por supuesto que no es nada barato, ya que la agencia tiene que investigar el tipo de clientes que maneja la aerolínea, a qué otro segmento de la población puede llegar, y qué herramientas han de utilizar para que los potenciales clientes vean atractiva la marca y decidan -en este caso- viajar con ellos.

Detrás de una campaña publicitaria exitosa hay toda una parafernalia que debe trabajar como maquinaria de reloj suizo. Lo sé porque tengo varias amistades que están en el ramo.

Nada es gratuito, se piensa muy bien desde la paleta de color, el tipo de letra; los modelos que saldrán ya sea en un video o en una fotografía son seleccionados de manera casi quirúrgica, después de realizar varios análisis, y llegar a la certeza de que la “campaña” va a funcionar.

Pero ahora necesito que alguien me explique cómo piensa Volaris que sus empleados (de tráfico, de rampa o tripulantes, por mencionar algunos) van a generar el contenido correcto.

Sí, yo sé que actualmente es “fácil”, con un teléfono inteligente, grabar y editar videos, y subirlos a TikTok, o en forma de reels de Instragram, o de historia en Facebook, que es en realidad donde más se mueven, pero. ¿En verdad Volaris cree que sus trabajadores saben exactamente qué puntos deben destacar?, ¿o es a destajo: como veo doy?

Al final eso parece, que no importa la calidad sino la cantidad. El objetivo es tener trabajando al algoritmo. Varios de los trabajadores me han mandado los videos que les obligan a realizar, y me comentan que deben de aprenderse en muy poco tiempo una coreografía para usar la canción “17 años Volaris”. Todo en horas de trabajo y mientras atienden al público; deben buscar un momento preciso para montar, ensayar y grabar, para después poderlo subir a las redes sociales.

Y también los hay embarcando y desembarcando pasaje, otros documentado, a bordo del avión y haciendo bailar a los pasajeros desde sus asientos, y todo lo que ustedes se puedan imaginar.

Finalmente, lo que no deja de darme vueltas en la cabeza, es que todo este contenido para redes sociales es publicidad que la empresa no está pagando. Esto va mucho más allá del sencillo concepto de “publicidad de boca en boca”, porque ahora tienen que gestionar su tiempo de tal modo que, sin descuidar su verdadero trabajo, les dé tiempo para hacer contenido digital.

¿Esto es válido?, ¿es ético? ¿acaso no estamos sobrepasando los límites y sobreexplotando a los trabajadores? Son preguntas que no encuentran respuesta en mi cabeza.

¿Problema filosófico?, tal vez no sea tanto, pero la premisa mayor y la menor no son simples de acomodar. Porque los trabajadores de Volaris que se contactan conmigo se hacen estos mismos cuestionamientos, no saben si se pueden negar a las exigencias empresariales, o si deben defender su postura de que no les gusta crear contenido para redes sociales; no toda la gente le gusta “salir a cuadro” o tener que “bailar en el aeropuerto”.

Hay muchos que les mortifica de sobre manera hacer “el ridículo”, y sobre todo, ellos no se contrataron para eso. Y por supuesto, nuestra legislación laboral no contempla, de manera casuística, este tema específico y tan fácil de “desdibujar” con el argumento de que los trabajadores lo hacen “de manera voluntaria”; sin duda es un área gris el sector patronal puede operar a placer.

Y como ejemplo disímbolo pongo a Aeroméxico, empresa en la que los trabajadores firman un llamado “código de ética” para manejarse en redes sociales. Ahí los trabajadores tienen estrictamente prohibido generar cualquier contenido digital que los relacione con la empresa, aunque sea en sus horas libres, en sus cuentas personales y con sus propios dispositivos.

Alguna vez a unos entusiastas compañeros de Aeroméxico, para celebrar el día de la Independencia, utilizaron la canción “México” de Timbiriche, y se grabaron haciendo un video; alguien editó los retazos y lo subieron a Facebook, como lo han hecho otras aerolíneas extranjeras. Más se tardaron en elaborarlo, que en lo que la empresa les indicó que lo “bajaran” de las redes sociales, ya que no tienen permitido hacer uso del logotipo de la compañía aérea.

Hace unos días se publicó en Facebook un casting para publicidad de Aeroméxico. La campaña que está a punto de realizarse durará 12 meses. El pago por dos días de grabación va desde $2,500 pesos (para un bebé) hasta $20,000 pesos (mujer).

Si eso le pagan a las personas que, sin ser actores profesionales, saldrán en el comercial, podemos darnos una idea de lo que cobran los creativos de la agencia publicitaria, que no han de cobrar tres centavos por su trabajo. Sin embargo, en Volaris les dicen “grábale mijo, pa’ subirlo al feis y al tiktok”, y ni reparto de utilidades les van a dar.