Ana Ameli tiene 19 años. Estudia Biología en la UNAM. Tiene un lunar en el labio inferior, un diente astillado, mide 1.61 m y llevaba puestos una chamarra blanca con forro azul, pantalón verde tipo militar y botas café cuando desapareció. Fue el 13 de julio de 2025. El último lugar donde se le vio fue en la colonia Héroes de 1910, en Tlalpan, Ciudad de México. Como muchas mujeres jóvenes, Ana practica senderismo y en el momento de su desaparición vestía un casco protector y ropa deportiva.
La Ciudad de México tiene una enorme paradoja. Su territorio más amplio es natural y la huella urbana, a pesar de ser amenazante y expansiva, no ha logrado desplazar por completo las zonas boscosas, montañosas y naturales. Una noticia que en sí misma, tendría que ser buena. Al mismo tiempo, es en aquellas zonas donde más ausencia de autoridad, cámaras y herramientas de seguridad hay.
Ana Ameli también es una posibilidad rota pues su desaparición era una salida deportiva, como un mensaje a quienes gustamos de salir a recorrer los senderos. Es una historia que no debió escribirse así. Es una mujer joven cuya vida esta interrumpida por una ciudad que sigue sin saber cuidar a sus hijas. Una historia en la que no cabe culpar a sus amigos o a ella misma, una que necesitamos conocer completa por estar repleta de dudas.
Desde su desaparición, su familia, amistades, compañeras y compañeros de facultad y decenas de voluntarios han emprendido una búsqueda que ha tocado puertas institucionales, ha recorrido brechas del Ajusco, ha desplegado fichas de búsqueda en redes y calles… Pero la respuesta del Estado ha sido tibia, lenta, insuficiente. Como tantas veces. Hay tecnología para geolocalizar, pero no hay cobertura celular en algunas zonas altas. Quería hacer cumbre en el Pico del Aguila, una de las montañas más altas y retadoras para las deportistas senderistas. Una cumbre en esa zona implica la capacidad de lograr escalar, de sobreponerse a zonas de deslave e inclinación así como de mantener firmeza en el paso para lograr ascender los 3900 metros de la cordillera volcanica en el punto más alto de la Ciudad de México.

Tlalpan: el bosque donde el Estado desaparece
En Tlalpan, entre árboles y caminos sin nombre, han desaparecido decenas de mujeres. Ahí se perdió también Pamela Gallardo en 2017. Ahí operó Arturo “N”, feminicida y torturador serial. Ahí, donde la tierra escupe cuerpos cuando los colectivos y las familias cavan donde el Estado se niega a mirar.
Tlalpan es uno de los puntos rojos en la capital: más de 340 desapariciones desde 2017, 149 de ellas de mujeres. ¿Y cuántas de esas han sido localizadas con vida? ¿Cuántas han tenido justicia? ¿Cuántas han sido encontradas gracias al trabajo del Estado y no a pesar de él?
Jael Monserrat Uribe Palmeros, de 21 años, desapareció el 24 de julio de 2020 en la alcaldía Iztapalapa, Ciudad de México, luego de abordar un vehículo en Calzada de La Viga con un hombre y una mujer conocidos en el trabajo. Se dirigía a una cita laboral, según registros. En noviembre de 2024, Jaqueline Palmeros y su colectivo “Una luz en el camino” localizaron restos humanos en la zona del Ajusco, en una zona conocida como “Llano de Vidrio”. Era ella. La identidad fue confirmada en enero del 2025.
Buscar a Ana Ameli es buscar a todas
La desaparición de Ana Ameli no es un caso aislado, es síntoma de un sistema que tolera, minimiza y normaliza la desaparición de mujeres jóvenes. Un sistema que responsabiliza a las víctimas por “salir”, por “confiar”, por “citarse con amigos”, como si el hecho de habitar la ciudad fuera una sentencia. Ahora también por practicar deportes extremos.
Buscar a Ana Ameli es también buscar a todas las que faltan. Es nombrar a las que han sido borradas por la negligencia y la impunidad. Es exigir que las investigaciones se hagan con perspectiva de género, que no se criminalice a la víctima, que no se reduzca la búsqueda a un papel pegado en un poste. Encontrarla es mandato para mantener la esperanza pues prácticamente en pleno siglo XXI, hay una sombra de algo que no se nombra, qué en la cabeza de las madres y las mujeres suena a que no debemos salir solas, a que ‘solas’ se extiende a cualquier grupo de mujeres que no tenga la presencia de algún hombre, una idea de que por seguridad, algún hombre de confianza debería acompañarnos y si no lo hay o no lo puede, mejor, encerrarnos.
Lo que exigimos
- Que la Fiscalía General de Justicia de la CDMX active todos los mecanismos de búsqueda de manera urgente y eficaz.
- Que la SSC y la Comisión de Búsqueda fortalezcan los operativos en zonas como el Ajusco, donde la impunidad se esconde entre árboles.
- Que se garantice acompañamiento integral a la familia: psicológico, legal, institucional. Que los grupos de senderistas, madres buscadores y colectivas que se han unido desde hoy a brigadas de Búsqueda voluntarias para encontrar a Ana Ameli tengan protección y seguridad, pues es doloroso pensar que adentrarse en el bosque no solo implica condición física sino suerte para no toparse con los grupos delictivos qué han elegido esa zona para cometer o esconder crímenes.
- Que no se apague la voz de quienes buscan, que se abran carpetas claras, transparentes, con resultados.
- Que se entienda que una mujer desaparecida no es un dato estadístico: es una vida entera, una familia rota, una comunidad dolida.
Porque todas somos Ana Ameli
Hoy es Ana Ameli. Ayer fue Pamela. Mañana podría ser cualquier otra. No podemos permitir que el miedo se vuelva costumbre, que la ausencia sea rutina. No podemos resignarnos.
Desde aquí, desde mi lugar como abogada, como mujer, como comunicadora, me sumo a la exigencia de su aparición con vida. Y me uno al llamado que su familia ha hecho: no dejen de buscarla, no dejen de compartir su rostro, no dejen de exigir su regreso.
Porque una ciudad que no busca a sus mujeres desaparecidas, las está condenando al olvido.
Y nosotras no olvidamos. En el fondo, late la esperanza porque en el deporte extremo del senderismo hay familia y hay calidez, un código no escrito que dicta ayuda y solidaridad para cualquiera que este en las montañas. Se que hoy, la agrupación Memorias de un Sendero, encabezada por Isaac Vázquez, junto con voluntarios se encuentra recorriendo la zona en una labor muy seria para buscar por las rutas que usualmente se realiza el ascenso, incluidas aquellas en donde hay riesgos de caída y necesidad de escalar. Esa es la unión solidaria que hace la diferencia y por eso, esta ficha debe seguir recorriendo todos los rincones, hasta encontrar a Ana.
X: @ifridaita