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El gobierno de los Estados Unidos pidió este lunes 6 de marzo a México consultas formales bajo el acuerdo comercial T-MEC y al amparo del capítulo 9 por su decisión de restringir las importaciones de maíz transgénico y acusa a la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador de no basarse en la ciencia para adoptar esa medida.
La controversia que hay entre los dos países no se debe tanto a la negativa de la nación azteca de no adquirir el grano estadounidense sino al impedimento del uso de tecnologías para modificar genéticamente el maíz y el empleo de herbicidas como el glifosato en territorio mexicano debido a los riesgos para la salud de los consumidores; los más interesados en que se eche abajo el decreto no son los agricultores norteamericanos, están siendo las empresas como Bayer-Monsanto que serán las más afectadas.
En 2020 el Gobierno de la Cuarta Transformación prohibió producir o importar maíz genéticamente modificado para 2024. Ante las protestas de su vecino del Norte, hace unas semanas tomo la decisión de permitir la compra del grano para la alimentación de animales y procesamiento en diversas industrias hasta que se encuentre un sustituto.
México es el segundo comprador mundial de maíz amarillo modificado y el 95% de las importaciones de este producto agrícola proviene de los Estados Unidos, por lo que es difícil que se dejen de adquirir sin que se tengan consecuencias para la actividad pecuaria.
El mandatario mexicano habló en la conferencia mañanera del pasado 9 de diciembre sobre el decreto que expidió con el fin de prohibir la importación y el uso de maíz transgénico en territorio nacional señalando que “Y tenemos lo del maíz transgénico, que nosotros no vamos a permitir que se use o se consuma por personas, por seres humanos, no aceptamos eso… sí importar maíz amarillo, pero de forraje, para forraje, no para consumo humano”.
Lo que busca el gobierno mexicano es que el maíz transgénico no se use sobre todo para la elaboración de tortillas y harina de maíz, lo que se alega es que el país es autosuficiente en maíz blanco que no está modificado genéticamente y que con este grano se produzcan los alimentos para el consumo de los mexicanos.
Hay que recordar que, en diciembre de 2020, el Gobierno de la Cuarta Transformación emitió un decreto para la prohibición del maíz transgénico para el consumo humano en 2024. La orden también pedía la eliminación del uso del glifosato, un controvertido pesticida que está sujeto a un polémico debate sobre sus efectos potencialmente cancerígenos.
El valor de las importaciones de este grano se encuentra en un nivel sin precedente en el país, debido a que los precios internacionales de los granos comenzaron a subir desde el año pasado producto de la reactivación económica global tras las afectaciones de la pandemia. Sin embargo, a inicios de este año su escalada ha sido más agresiva como consecuencia de la guerra entre Rusia y Ucrania, dos importantes productores.
De acuerdo con datos del Banco de México, entre enero y agosto de 2022 el valor de las importaciones de maíz ascendió a 3 mil 764 millones de dólares, el monto más alto desde que hay registros, siendo 9% más elevado que el desembolso de igual periodo de 2021 y 86% más alto que el de 2020.
Hace unos días la secretaría de Economía Raquel Buenrostro anunció la prórroga hasta el 2025 para poder adquirir en el exterior maíz amarillo transgénico para forraje.
La noticia de este decreto causó consternación en Estados Unidos, dado que México importa cada año millones de toneladas de maíz amarillo modificado genéticamente de su vecino, para alimentación animal y uso industrial, como la producción de jarabe de maíz de alta fructosa.
De acuerdo con estudios de David Schubert, profesor del Instituto Salk para Estudios Biológicos, la mayoría de las variedades de maíz transgénico están modificadas para ser resistentes contra insectos, por lo que se les aplica a los cultivos herbicidas como el glifosato que mata todo tipo de hierbas y parásitos, pero la semilla es resistente a este insecticida; sin embargo, esa molécula ha sido asociada a daños a la salud.
Las cajas de cereales para consumo en territorio Norteamérica tienen la leyenda “Non GMO” que significa que el producto alimenticio no está elaborado con granos modificados genéticamente, esto quiere decir que el gobierno estadounidense si cuida a su población.
Llama la atención que las autoridades sanitarias de los Estados Unidos tienen muchas restricciones para autorizar las modificaciones genéticas para el trigo, no solo para el consumo en el territorio del país de las barras y las estrellas, sino también para sus exportaciones, ya que hay naciones como Japón, Taiwán o la Unión Europea que no aceptan importar granos transgénicos.
Los apicultores de Yucatán están perdiendo mercado debido a que la miel que producen y exportan a Alemania ya no es aceptada como orgánica debido a que se han encontrado rastros de glifosato de plantaciones de soya transgénica que están alrededor de los apiarios.
El presidente Andrés Manuel López Obrador dijo en su conferencia mañanera de este martes 7 de marzo que, si no se llega a un arreglo en la consulta que solicitó Estados Unidos a México sobre el maíz transgénico, “nos vamos al panel porque es un asunto para nosotros muy importante, es la salud de nuestro pueblo”.
El problema es complejo y detrás de estas controversias del maíz amarillo se puede ver la mano de las empresas de biotecnología y sus semillas modificadas genéticamente y el complemento que también venden estas compañías que es el glifosato que afecta la salud y la negativa del Gobierno Mexicano de no permitir el cultivo de transgénicos en suelo mexicano afecta sus intereses comerciales.