Desde la semana pasada, en la página oficial de la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC) fueron anunciados cambios que vinieron a trastornar a los trabajadores de la industria aeronáutica.
Algunos de mis estimados lectores recordarán la gran controversia generada porque en el sitio web oficial de la AFAC apareció un supuesto incremento al examen médico, que hizo poner a todos sendos gritos en el cielo. Se especuló si se trataba de un error o hackeo, pero no fue así; pudimos constatar que la información estuvo ahí, anunciando el nuevo precio del examen: más de 6 mil pesos, cuando el costo original ronda los 2 mil.
Ni tardos ni perezosos, diferentes sectores de la comunidad aeronáutica comenzaron una enérgica protesta por este incremento injustificado, porque además, nunca explicaron las razones ni fundamentos que sustentaran el incremento.
Uno de los puntos más controvertidos fue que los exámenes de laboratorio, que anteriormente se hacían de manera presencial en las instalaciones de Medicina de Aviación, dejaron de hacerse ahí. Desde ese momento, el trabajador que pretenda pasar su examen médico periódico, debe llevar los resultados, pero hay que señalar que no pueden realizarse en cualquier laboratorio; solo en los autorizados, como Salud Digna o Laboratorios Polanco, entre otros.
Medicina de Aviación era la responsable de realizar los exámenes de todos y cada uno de los rubros a evaluar en un tripulante, y de todo trabajador aeronáutico; desde el examen médico general, exploración oftalmológica, valoración odontológica, examen auditivo, neumológico, electrocardiograma entre otros. También se hacían valoraciones en materia de psiquiatría, radiografía de tórax, así como exámenes de laboratorio que constan de:
Examen general de orina
Hemoglobina glucosilada
Biometría hemática
Grupo y RH
Química sanguínea de seis elementos (glucosa, nitrógeno ureico en sangre, creatina, ácido úrico, colesterol total y triglicéridos)
Examen de detección de sustancias psicoactivas
Prueba de detección de Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH)
Y solo en el caso de que el examen médico sea de un inicial (un trabajador o tripulante de nuevo ingreso), se debe presentar una radiografía del tórax.
Con excepción del costo, todo esto comenzó a aplicarse a partir del 17 de abril, ya que de manera oficial la AFAC hizo mutis, regresando al costo anterior del examen. Jamás dijo nada sobre el incremento a más de 6 mil pesos, y todo quedó como si no se hubiera publicado.
Ahora, desde la semana pasada el tema álgido son los “Terceros Autorizados”. Se trata de una figura creada en el gobierno de Peña Nieto para desahogar el rezago en la carga de trabajo de Medicina de Aviación, pues su principal problema era la saturación de citas, acarreando al tripulante o trabajador aeronáutico una serie de problemas en sus respectivos trabajos.
Para aligerar la carga burocrática se buscó esta figura, en la que clínicas privadas -previamente autorizadas por el Gobierno Federal- realizaran los exámenes que hacía Medicina de Aviación, y con ello darle una pronta respuesta a los trabajadores del medio aeronáutico.
Desde la semana pasada apareció en la página de la AFAC una circular que puso de nueva cuenta muy nerviosos a mis compañeros; textualmente dice:
“Se les informa a todos los usuarios, que no se aceptarán para los trámites que realiza esta Agencia, los certificados médicos o constancias de aptitud psicofísica, emitidos a partir del 8 de mayo de 2023, por los médicos terceros autorizados, solo se podrán emplear aquellos que hayan sido expedidos con fecha anterior al 8 de mayo de 2023, por lo que te invitamos a agendar tu cita en alguna de nuestras 6 unidades médicas, de igual manera para tu comodidad, a partir del 15 de mayo de 2023, se contarán con 6 unidades médicas más, contando con 12 puntos de evaluación en todo el territorio nacional.”
No son cambios irrelevantes. Debemos considerar que cuando llegó la 4T optó por dar de baja el sistema de Terceros Autorizados; sin embargo, la saturación se presentó de nueva cuenta, y Medicina de Aviación volvió a quedar rebasada, y fue física y jurídicamente imposible comprobar actos de corrupción, por ello el actual gobierno volvió a autorizarlos para prestar sus servicios.
Por supuesto que en el sistema hubo abusos, y algunos de estos Terceros Autorizados prometían que el trabajador podría obtener el certificado de aptitud psicofísica en menos de una hora, ¡una hora!, como si fuese cualquier cosa el examen médico. En promedio lo que yo me tardaba en hacer mis exámenes en Medicina de Aviación (incluyendo los exámenes de laboratorio que ahí mismo se realizaban) era entre 3 y 4 horas.
Yo se los puedo decir, hace diez años Medicina de Aviación (sita en Avenida Hangares), tenía a la corrupción como sello distintivo; muchos compañeros que por diversas circunstancias no debían obtener el “apto” en sus exámenes, lo lograban por medio de regalos de boletos de avión, alguna botella con contenido espiritoso, o ¿por qué no?, unos cuantos billetitos verdes.
Una maravilla, ¿no lo creen? Compañeros que tenían serios problemas de adicción (o psicológicos), estaban volando; al final varios de ellos terminaron, o desintoxicándose por su propio bien o cancelando su licencia de vuelo, porque ya no podían con el estrés que significa volar.
Culpar (generalizando) a los Terceros Autorizados de corruptos es muy aventurado, pues habrá casos de quienes se presten a corruptelas, pero no todos. Hace una década era famosa una doctora, por ser la encargada de todos los chanchullos en Medicina de Aviación, pero es un hecho, la corrupción debe atacarse de raíz.
En los hechos, la (única) gran ventaja de los Terceros Autorizados era el ahorro para el trabajador; su existencia permitía que el trabajador buscara una clínica cercana a su domicilio, evitando saturaciones y agilizando exámenes. ¿Era la solución? No, definitivamente.
Partamos de que la Aviación Civil es responsabilidad del Estado, y que la aeronáutica es una industria muy cara, que no “devuelve” las ganancias de manera inmediata. No es casualidad que a lo largo de nuestra historia, los gobiernos “dejen para después” el tema, porque saben que estarán trabajando para algo en lo que ya no les toca a ellos “pararse el cuello”. Y viceversa, tampoco las bombas de sus malas decisiones les explotarán en sus manos, sino en la de los gobiernos subsecuentes.
Es evidente que la Cuarta Transformación ha decidido entrarle al toro por los cuernos, pero lo hace a medias; mientras retira de la jugada a los Terceros Autorizados, se reconoce incapaz de realizar exámenes de laboratorio en sus instalaciones, y manda a los trabajadores a “laboratorios privados”.
La medida es práctica, y no dudo de sus buenas intenciones, pero además de ellas se requiere hacer un balance honesto para saber en dónde estamos parados, y hacia dónde vamos a encaminar los pasos.
Para la autora de estas líneas resulta “funesto” (origen de pesares y ruina) que se obligue al trabajador a que antes que nada, pague el costo del examen médico (actualmente $2,039 pesos), incluso antes de sacar la cita en Medicina de Aviación: “Estimado usuario, recuerda que es importante efectuar primero el pago de tu trámite para poder después generar tu cita” puede leerse en la página de la Secretaría de Infraestructura Comunicaciones y Transportes.
A este primer pago hay que sumar el costo de los exámenes de laboratorio (más de $2,000 pesos, dependiendo del laboratorio). Estamos hablando de que, como trabajador, debes pagar casi $5,000 pesos por el examen médico que certifica que estas apto para volar. Y luego, encomendarte al santo de tu devoción para que el día que te den cita, no te toque volar.
Esta nueva dinámica va más allá de pensar si nos gustan los cambios o no. El punto nodal es que cualquier modificación debe ir encaminada a obtener un mejor control del personal aeronáutico, y su salud. No son nimiedades, es importante que los exámenes practicados sean efectivos y certeros, para que los usuarios finales tengamos la certeza de que quienes llevan nuestras vidas en sus manos están perfectamente aptos para desempeñar su trabajo.
Es importante que las nuevas modalidades establecidas por la actual administración sirvan para acabar de una buena vez con la burocracia, y que se faciliten los procesos para llevar a cabo estos exámenes.
Hacerlos en partes es un mal comienzo; como tripulante de cabina sé que buscan que la cita sea dentro de sus días de descanso; tener que destinar más tiempo merma su descanso en base, y genera estrés innecesario. El doble gasto (en Medicina de Aviación y en el laboratorio autorizado) es un tema que debe poner bajo la lupa la AFAC, analizarlo, estudiarlo y valorarlo.
Es de suponerse que todos estos cambios son encaminados a cumplir con lo que por su parte nos pide la Agencia Federal de Aviación norteamericana (FAA, por sus siglas en inglés), en el sentido de que sea la AFAC la responsable de Medicina de Aviación, pero sin duda esta dependencia debe entrarle al paquete completo, y no solo a una parte. No queremos ver (porque ha sucedido) que en unos meses se sepa que “x” laboratorio ya no está autorizado. Eso solo genera malestar y desconcierto.
Los tripulantes, y todo el personal aeronáutico que requiere de una licencia para trabajar, merecen instalaciones dignas, personal médico capacitado, y que el costo del examen cubra absolutamente todo, incluyendo los exámenes de laboratorio; (¿cuándo se perdió tan feo Medicina de Aviación?), es necesario que se pueda agendar en las Unidades Médicas, tanto en línea como de manera presencial, y que no se condicione la cita al pago, pues muchas veces al tripulante le cambian la secuencia de vuelo y pierde la cita. Y me faltaría espacio para platicarles el viacrucis que implica solicitar el reembolso.
Obra titánica, sin duda; jamás he dicho que sea simple ni sencilla, pero “la pinza” que se requiere es igual de enorme. Reconozco y aprecio el esfuerzo de la 4T; incrementar de 6 a 12 las Unidades Médicas de Medicina de Aviación es algo que se dice fácil, pero requiere de un gran esfuerzo.
Mi punto de vista es que de poco o de nada servirá si no se dota a la AFAC de todo el presupuesto necesario para que cumpla con sus obligaciones como autoridad aeronáutica civil. ¿Cómo vamos a resolver el déficit de médicos especializados en medicina de aviación? Según cifras de la AFAC, tenemos 7 doctores, en todo el país. Los rubros parecen interminables: en este espacio hemos hablado de inspectores, verificadores, controladores, etc.
Soy de las personas más interesadas en la recuperación de la Categoría 1, no porque tenga interés económico o profesional en ello, sino porque estoy convencida de que es necesaria para que nuestra aviación de verdad “despegue”. He visto cómo administraciones anteriores dejan las cosas “sujetadas con alfileres”. Mi petición es clara y sincera: hagamos las cosas comprometidos para que de verdad funcionen.