En México están pasando cosas buenas y la CDMX no es la excepción.
Me refiero a la toma de protesta de Clara Brugada como jefa de gobierno de la Ciudad de México, digna sucesora de Claudia Sheinbaum en el cargo.
Verlas a las dos en el Teatro Metropólitan de la capital del país nos recordó que en nuestro país estamos viviendo tiempos inéditos, tiempos de mujeres valientes y comprometidas con todos y todas.
A la presidenta Sheinbaum se le vio feliz, radiante, relajada y cómo no estarlo, si Clara Marina es una mujer combativa como ella, con la camiseta de la 4T bien puesta, amiga entrañable de años. Clara también es la indicada para continuar con lo que Claudia logró en la Ciudad de México.
Ambas mujeres tienen su propia narrativa pero con un fin común: un país y una ciudad con progreso, donde exista equidad, donde no haya discriminación, donde predomine la justicia.
A Brugada la acompañaron en su toma de protesta sus amigos y vecinos de Iztapalapa, hombres, mujeres, niñas, niños, integrantes de la comunidad LGBTIQ+, habitantes de la capital que desean, como todos y todas, que le vaya bien a la nueva mandataria y a la ciudad en general.
El discurso que pronunció la nueva jefa de gobierno fue contundente: habrá mejoras en la ciudad, más cultura, una Universidad de las Artes, mejores oportunidades, programas sociales que llegarán a quien lo necesita, Defensoría Social de las Mujeres, mejoras en las vías de comunicación y también en el transporte.
Sé que suena a discurso trillado, pero Clara debe responder a la confianza que le dieron los capitalinos el pasado 2 de junio, pero sobre todo, debe continuar construyendo una ciudad mejor, trabajando de la mano de nuestra presidenta. Verlas juntas es esperanzador y nos da confianza.
Sé que después del jolgorio y la emotiva toma de protesta empiezan para la jefa de gobierno los retos que reclama la ciudad capital, con problemas que todos conocemos pero sobre todo que a las mujeres nos preocupa: seguridad, lugares adecuados para el cuidado de nuestros hijos e hijas, senderos seguros en las calles, atención médica de calidad y sobre todo, medidas contundentes para frenar los feminicidios, transfeminicidios, trata de personas, violencia sexual, crímenes de odio, entre otros muchos que nos lastiman como sociedad.
Es momento de trabajar, no cabe duda, y qué mejor que dejar guardado en el cajón la división, la crítica, el enojo y las fobias que la ya derrotada (derrotadísima) oposición, ha tenido como discurso, pues probadísimo está que nada les ha funcionado.
Al cambio ya nada lo detiene. En la capital como en todo México, es tiempo de mujeres.