La elección del 2 de junio pasado es y será motivo de muchos análisis. Habrá que revisar el sistema de partidos actual, la violencia política, el papel de los medios de comunicación y muchos más elementos que estuvieron en la mesa. El partido vencedor está obligado a no confiarse, a no hacer un análisis simplista.
Uno de los temas que tenemos que pensar es el de los intelectuales mexicanos y su papel en el desarrollo democrático. Semanas antes de la elección un bloque de intelectuales de las revistas Este país, Letras libres y Nexos, publicaron un desplegado apoyando a Xóchitl Gálvez, días después, un bloque más grande hizo lo mismo en apoyo a Claudia Sheinbaum.
“En última instancia no es la conciencia la que determina el ser social, sino el ser social el que determina la conciencia”, dice Carlos Marx; y es útil para explicar mediatización y la enajenación de los medios de comunicación en el comportamiento y ánimo de las mexicanas y mexicanos, que a continuación revisaremos.
El papel de quienes hacen análisis político a favor y en contra de los gobiernos ha sido fundamental en la consolidación y en el tránsito a la democracia iniciado hace treinta años; nadie puede escatimar el papel de Excélsior, Proceso, Uno más uno, La jornada, y muchos medios mas, en cada uno de los episodios que dieron paso, uno tras otro, al tipo de democracia que hoy tenemos.
No sólo durante las campañas y los procesos electorales, también de manera permanente y cotidiana, los diferentes medios de comunicación, tienen a personas que analizan y editorializan el acontecer político de cada espacio de la vida pública y, por supuesto, cada analista no sólo reivindica su perspectiva y punto de vista, también el del medio de comunicación en el que trabaja.
En el análisis de las ciencias sociales, a diferencia de las ciencias exactas, la imparcialidad y la objetividad son imposibles; sin embargo, siempre hay hombres y mujeres que analizan la realidad intentando acercarse a los fenómenos y problemáticas sociales en su totalidad, que tratan de entender a todas las partes y que en búsqueda del mejor tránsito democrático dan luz al camino de la democracia. Denise Dresser, en algún momento jugó este importante papel.
En el desarrollo de las campañas políticas, desafortunadamente, pocos fueron quienes realizaron análisis desde la neutralidad; la polarización en el país hizo que prácticamente todas y todos tomáramos partido, pero el día 2 de junio por la noche, después del gran asombro qué provocó la enorme votación a favor de Claudia Sheinbaum y todas las demás candidaturas de Morena, hubo una estupefacción generalizada.
En los debates post electorales los hombres y mujeres que analizaron los resultados de la jornada electoral, aun con el sólo pronunciamiento del Instituto Nacional Electoral, tuvieron que reconocer que la mayoría de ellos se habían equivocado; hubo un importante punto de quiebre en el que se detuvieron, se plantearon que no estaban realizando el análisis correcto, que había que buscar nuevos elementos; los datos estadísticos, en las tendencias electorales, las interpretaciones macroeconómicas, y la geopolítica, habían servido de poco. La ratificación del proyecto iniciado en 2018, que avalaron los millones de votos a Sheinbaum, no podían seguirse explicando desde las categorías clásicas de la ciencia política.
Los detractores públicos más notorios del régimen, como Loret de Mola y Brozo, tuvieron que apechugar la derrota; otros, que aún se resistían a reconocer el triunfo, despotricaron pero no reflexionaron con autocrítica los porqués del abrumador triunfo de Claudia Sheinbaum.
Pero hubo un caso particular que es el que debemos tomar como elemento de aprendizaje: Denisse Dresser, catedrática, maestra de decenas de generaciones, de estudiosas y estudiosos de la Ciencia política, siempre crítica del autoritarismo y los malos gobiernos; se fue colocando poco a poco en un lugar que aparentemente no había elegido: entre los adversarios del gobierno.
Jacques Lacan caracteriza, en la revisión del análisis del discurso, el discurso universitario; y afrima que es de aquellos que representan el saber, que se colocan frente a la masa como los poseedores de la verdad. A veces este papel lo juegan los profesores, los sacerdotes, los gobernantes; y es el discurso donde las y los analistas políticos anhelan colocarse. Denise Dresser en algún momento ocupo ese espacio, el del discurso universitario, desde el que se preocupó por acercarse a la verdad, en ese campo de estudio y análisis.
Pero en las Ciencias sociales, en el análisis de la realidad, es sumamente difícil mantener una posición neutra frente a cualquier circunstancia. Empezamos a deletrear algunos elementos de manera crítica y cuando nos damos cuenta ya somos mercenarios de uno u otro lado en las contiendas políticas pero, aún siendo mercenarios de la comunicación en uno u otro lado, aun podríamos estar en el discurso universitario.
En un instante el inconsciente da cuenta de lo que somos; esa noche, en uno de los primeros análisis post electorales, Denise Dresser soltó una frase que deberá alertarnos a todas y a todos sobre el lugar que ocupamos en el análisis de la política nacional: “… la mayor parte de mis compatriotas volvieron a colocarse las cadenas que les quitamos…”; esa fue la frase lapidaria de Denise Dresser, la que la quito del discurso universitario para colocarla en el discurso del amo, del que posee la voluntad de dar y quitar la vida, de dar y quitar la libertad.
Lamentablemente no es solo Dresser; no son sólo los analistas políticos, son también muchos y muchas, hombres y mujeres que circunstancialmente ocupan y ocuparan espacios de gobierno y representación política que aún disfrutan del discurso del amo y el esclavo.
Hay un pueblo, un sujeto histórico que se constituyó el dos de junio, que rebasó las plataformas de los partidos políticos y los análisis del circulo rojo. Ese sujeto histórico estará presente y habrá que tenerlo en cuenta.