La Ciudad de México, por lo que significa en términos políticos y sociales, ha cobrado un grado de importancia que, a la postre, es casi casi la antesala para llegar a la máxima aspiración que anhela cualquier figura pública: la presidencia de la República. A su vez, es el punto geográfico que no solamente une a los tres poderes de la nación, sino que le da vida orgánica a través de las instituciones públicas del estado. O sea, todo lo que rodea esta enorme urbe tiene repercusiones relevantes.
Como sabemos, la CDMX será, al igual que otras ocho entidades federativas, un punto decisivo para el tema electoral del próximo año. De hecho, la mayoría de las encuestas de opinión han consultado a la población civil y, en medio de ese ejercicio, Morena tiene amplio dominio para refrendar el triunfo del 2018. Incluso, de acuerdo con las más recientes evaluaciones, el lopezobradorismo tiene una ventaja holgada de casi 11 puntos sobre la oposición, independientemente de cualquier figura que juegue en la derecha que, de por sí, se ha desinflado en todo el país.
En la Ciudad de México, por ejemplo, ese mismo efecto negativo vive la oposición, a pesar de haber dado el campanazo en las elecciones intermedias del 2021. Pese a que muchos aseguran que ese escenario compromete el triunfo de Morena en 2024, no hay un fundamento sólido para esa hipótesis. Lo que pasó en esa fecha fue un descuido y falta de operación política. Al igual que ello, afectó el desdén que sufrieron las clases medias que salieron a las urnas a manifestar su punto de vista, sin embargo, al final de cuentas esos sectores hicieron valer su posición crítica.
El costo, al fin y al cabo, terminó por incidir en el resultado final de la elección. En ese sentido, se nota que se han ido cicatrizando heridas que dejó la elección pasada y, con una estrategia incluyente, se ha ido tomando en cuenta esa situación. Por un lado, las audiencias de información han servido de gran ayuda, pues se exponen no solamente avances, sino inconformidades que se cometieron a priori, principalmente el de la exclusión.
Y la pregunta es: ¿quién encabezará la candidatura por la jefatura de gobierno de la Ciudad de México? Esa interrogante ha ido dando respuestas conforme pasan los días. Me parece que las circunstancias son muy claras: será un hombre quien represente a Morena en las boletas. Además, ha trascendido que, puntos geográficos como Puebla, Chiapas, Morelos, Tabasco y CDMX, serán para varones por el tema de la equidad de género. Ante esa situación, podemos ir descartando a la alcaldesa de Iztapalapa, que, todo parece indicar, llegará a un espacio legislativo.
Desde luego, eso acota la lista de aspirantes a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México. De acuerdo con los nombres que han circulado en el ánimo social, está el de Omar García Harfuch, secretario de Seguridad de la CDMX. También figura Mario Delgado, presidente nacional de Morena. La cuestión es que, en ese orden, el primer actor, dicho sea de paso, no tiene ningún interés en competir por un puesto de elección popular. Se sabe que, su destino, está al lado de Claudia Sheinbaum.
Para el caso de Mario Delgado, el presidente López Obrador se niega a que abandone su encomienda de terminar su proceso como líder de Morena. Tendrá, por consiguiente, el mismo destino que Zoé Robledo. Es decir, finalizar su gestión que, al fin y al cabo, volvió a ratificar el Consejo Político Nacional de Morena. Sería muy incongruente tirar la toalla a medio camino cuando hay por delante 9 gubernaturas que organizar y planear.
Podemos decir, ante las circunstancias obvias, que el camino se allanó para que Ricardo Monreal, exlíder de los senadores de Morena, se convierta en el próximo abanderado en la Ciudad de México. Es cuestión de ir armando las piezas del rompecabezas y descifrar lo que claramente ha ido aconteciendo. Además de ello, el zacatecano fue el único que se disciplinó; se apegó a las reglas del partido, aún y cuando las condiciones fueron desiguales. De igual forma, está abonando para construir la unidad y, de paso, ayudó a evitar una crisis al momento de ceder el derecho a Ebrard, a fin de proponer una metodología para cotejar los resultados de la encuesta.
A propósito, el mismo Ricardo Monreal abrió las puertas a la candidatura de Morena en la Ciudad de México. Es tan claro cuando le preguntan que, aunque muchos lo sigan dudando, las señales que nos muestra son muy especificas. Será Monreal, de eso no tenga ninguna duda, pues dicen los que saben que, tanto ese tema, como otros, se abordaron en Palacio Nacional. O sea, es como en la vida: cuando hay voluntad política todo es posible, máxime por lo que aconteció hace seis años. Más concretamente, cuando se le negó la posibilidad siendo que él, en todas las encuestas, encabezó la cima.
Es, no hay duda de ello, el destino político el que lo vuelve a colocar el los reflectores de la CDMX