El tema del financiamiento para el desarrollo ha sido históricamente el tema fundamental, estratégico, de las políticas económicas de las economías en proceso justamente de desarrollo. Su mal manejo provocó las crisis de sobre endeudamiento reiteradas, los planes de ajuste económico, las políticas de contracción económica y la venta masiva de activos públicos, la congelación de sueldos y salarios. México hoy enfrenta un tema de financiamiento muy importante, pero está lejos aún de una crisis como las que azotaron al país antes. Hay un problema por resolver, no una crisis en despliegue que enfrenar.
México por voluntad del entonces grupo en el poder encabezado por Carlos Salinas de Gortari y sus apóstoles del neoliberalismo, como teoría e ideología de soporte del nuevo modelo de desarrollo, ante la implosión dramática del modelo de desarrollo implementado al término de la segunda guerra mundial, llamado “de desarrollo hacia adentro” con una estrategia de sustitución de importaciones, con variantes durante el sexenio de Luis Echeverría y José López Portillo, decidió desarrollar una apertura de la economía a los grandes flujos de comercio, inversión y tecnología, y regionalizar el proceso de desarrollo articulándolo a las economías de EUA y Canadá vía el TLCAN, continuado hoy mediante el T-MEC.
Una característica fundamental de apertura económica cuasi indiscriminada al exterior, como la de México, es que hace muy vulnerable la marcha económica del país, su modelo macroeconómico, respecto de los flujos de inversión de corto plazo por parte de los inversionistas institucionales (empresas de seguros, reaseguros, afianzadoras, fondos de inversión, mesas de dinero) que poseen el control de tales mercados por las enormes cantidades de dinero que puede convertir en flujos de inversión o desinversión en tales mercados, en muy pocas horas o días, y provocar cambios en las cotizaciones de las monedas de cada país, como en el caso del peso mexicano, porque están estrechamente conectados con los mercados de divisas y de acciones (mercado bursátil) en donde desarrollan su actividad diaria.
No olvidar que la parte fundamentalista de esta orientación teórico-política y doctrinaria neoliberal puesta en práctica, conllevó la liquidación de las grandes empresas energéticas del Estado, por distintas vías: reduciendo su capacidad financiera y productiva distributiva en el mercado para la CFE, y entregando el mercado a las empresas extranjeras, y sobre endeudando a PEMEX al tope del valor de sus activos y reduciendo su producción a casi la tercera parte de su nivel histórico, mientras se desarrolló una orgía de importación de productos refinados del petróleo que hizo entrar en jauja a muchos personeros de la clase política.
Estos mercados pueden funcionar sobre dos grandes parámetros: a) permitiendo la marcha normal, el desenvolvimiento habitual de las inversiones y desinversiones (en bonos de deuda y en contratos de divisas, para el presente o hacia el futuro), es decir, dejando que la oferta y la demanda en lo fundamental, establezcan los premios vía tasa de interés de los bonos de deuda, de las acciones de las empresas en cuanto a los márgenes de cotización de las acciones, al alza o a la baja, y por ende, el precio de las monedas, de unas frente a otras, del peso frente al dólar, del dólar frente al euro, etc., y cuyo resultado son movimientos de cambio leves, al alza o a la baja; y b) pero también puede haber flujos de inversión o desinversión (venta de títulos de deuda, de contratos de divisas, de acciones de distintas empresas,) muy poderosos que provocan cambios bruscos, drásticos en los precios y tasas de interés, porque cambian velozmente, la oferta o demanda de todos ellos.
Esta es una decisión subjetiva de quienes tienen capacidad legal y mandato financiero para hacerlo, el cual les otorgan, quienes depositan sus grandes recursos dinerarios en sus manos, porque son especialistas en hacerles ganar mediante tales decisiones, grandes cantidades de dinero, a veces en días, a veces en horas o minutos. Esta toma de decisiones se produce regularmente a fines de mes o principios, porque los contratos y todos los instrumentos financieros que allí se manejan, son por semanas, o meses, nunca pasan de un año, entonces cada mes se produce una “toma de utilidades” y se vuelve a invertir o a desinvertir, según aconseje el especialista asesor al dueño del dinero.
La elección mexicana fue en el segundo día del mes de junio, el fin de mes cayó en viernes, entonces, el fin de semana no están abiertos estos mercados, de manera que el lunes temprano se producen los ajustes que hemos relatado, en donde unos invierten más, otros toman sus utilidades y mantienen su misma inversión, y otros pueden tomar sus utilidades y salir del mercado, desinvertir, o sea, vender, bonos de deuda, contratos de divisas, o acciones de empresas.
Ese día 3 de junio el precio de las acciones en la Bolsa Mexicana de Valores cayó 6.11%, lo que implican muchos millones de pesos en el valor de tales acciones de las empresas, y el tipo de cambio se depreció en 4.40% frente al USD. Ese día cerró la jornada en $17.71 pesos por 1 dólar americano. En los días posteriores la tendencia se mantuvo. No es algo nuevo, tampoco catastrófico, porque a cualquier cambio o relevo en el poder del Estado los inversionistas responden con cautela, no necesariamente temor. Y ello se resiente en mayor medida, en tanto más abierta al exterior esté la economía nacional, que es el caso de México. Pero, además, en México ha venido creciendo un flujo inverso de divisas, desde México a EUA, Centro América, El Caribe y Colombia: aumentaron en 81%, medidos del primer trimestre de 2023 al mismo periodo de 2024. Solamente en este último periodo sumaron $340 millones de dólares (La Jornada, 9 de junio, 2024)
Entendámonos: el caso concreto de las divisas o monedas de cada país, no tienen un precio (cotización) fijo frente a otras monedas (dólares, euros), se mueven diariamente, minuto a minuto, hacia arriba o hacia abajo, y al final del día el resultado es que una moneda gana valor frente a otra (se aprecia) o pierde valor (se deprecia). En ello influye lo que sucede dentro de un país, y lo que sucede afuera que le afecta, por ejemplo, en el caso de México, el proceso electoral y lo que pueda pasar, y lo que sucede en EUA, que cada vez se enfila más hacia las elecciones presidenciales de noviembre de este año. Esa situación de no saber lo que va a suceder en ambos tipos de cosas que afectan a México, se llama “incertidumbre” y siempre que la hay los precios se mueven, hacia arriba o hacia abajo. La tensión de EUA con Rusia y la llegada de submarinos y barcos con tropas de combate a Cuba genera cierto nerviosismo en los agentes financieros que gestionan los mercados e impactan a su vecino y socio estratégico, que es México. Todo ello contribuye.
En México se ha dicho que la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y el escaso margen para tenerla en la Cámara de Senadores, más la idea ya anunciada de ir en las próximas semanas por una reforma al poder judicial y la lucha política que ello implica, está fortaleciendo esa incertidumbre, Porque si se desestabiliza la situación socio-política bajan las condiciones favorables para la inversión y las ganancias en México, y eso no es bueno para el crecimiento económico y el empleo, y hasta para financiar los programas sociales.
Son tres los temas que los asesores financieros en los mercados internacionales están esperando saber ante el cambio de gobierno: i) Qué tanto crecimiento económico puede haber en México este año dado el déficit fiscal y los compromisos de gasto social; ii) qué sucederá con Pemex, porque la política de reestructuración financiera y productiva seguida, más la atención al abultado servicio de la deuda externa de la paraestatal, genera presiones financieras de magnitud considerable, y respecto a esto, es muy importante saber qué orientación piensa tomar el gobierno de Claudia Sheimbaum, tan es así, que el titular del mayor fondo de inversión del mundo, su director y administrador, a quién Pemex -por obra de los gobiernos anteriores-, le debe decenas de miles de millones de dólares- vino a México y se entrevistó con la Dra. Sheinbaum para ver qué tan seguros están los pagos de deuda pendientes y qué piensan hacer en Pemex; y iii) cómo van a bajar el déficit fiscal de este año, que ronda el 6% del PIB, y se justificó diciendo que era necesario gastar más mediante deuda, y concluir todas las obras grandes que están por terminarse: Tren Maya, Interoceánico, etc., que implican inversiones muy grandes. No hay crisis ni alarma, pero si necesidad de eficiencia en la gestión macroeconómica, aunada a un manejo prudente de la mayoría calificada. Tenemos fortalezas muy importantes que en todo ello se pondrán en juego y a prueba: flujo de divisas desde EUA y superávit de exportaciones, por ejemplo.
Entonces la infundada alharaca que ha hecho la oposición artificialmente, sobre un “fraude electoral” que sólo en mentes enfermas puede caber, ha coadyuvado a crear la percepción en el exterior -en alguna medida- de que podemos estar al inicio de un ciclo desestabilizador por conflictos postelectorales, lo mismo en el tema de la posible reforma judicial en el mes de septiembre, por la mayoría calificada obtenida. Todo lo cual, junto a los problemas fiscales, de financiamiento y el pago de deuda, que afecta, lo que un brillante economista polaco, Michal Kalecki llamó “el ciclo político de los negocios”, dentro de sus teorías del ciclo económico en el capitalismo.
Aunque me inclino a pensar que los otros dos factores de incertidumbre hoy existentes, tienen un mayor peso específico -financiamiento del déficit y de la deuda y los programas sociales-. Más aún, cuando la propia Dra. Sheinbaum ha cerrado la puerta a una posible reforma fiscal, por lo menos para este primer periodo de su gobierno, e intensifica el SAT el cobro de todo lo que pueda cobrar. Por ello pienso que el primer factor -la coyuntura electoral y las reformas- está sobredimensionado en su magnitud, pero sí afecta las otras dos problemáticas.
¿Qué pasará con Pemex frente a la inmensa deuda externa que tiene con Black Rock?, y ¿cómo se financiará el déficit público actual, que pega directamente en la estructura del presupuesto público próximo?, porque incidirá en el proceso inflacionario y en la expectativa de crecimiento del PIB, así como, en el monto de la deuda con la que trabajará el próximo gobierno, y las vías de recaudación. Todo ello, derivado de los términos en que fue necesario aterrizar el fin de sexenio. Pero de ello han surgido dudas muy relevantes entre la comunidad de inversionistas que tienen relacionadas con la tradicional renuencia de ellos a las intervenciones gubernamentales que tengan que ver con el gasto público, incluyendo el gasto social, y las vías probables de su financiamiento, ante los compromisos existentes. Pemex tiene un pago que realizar en las próximas semanas de $70,000 millones de pesos, que son unos $3,900 millones de USD, aproximadamente. Todo ello genera una inmensa presión en los mercados, por todos los demás factores mencionados.
De manera, que la volatilidad del tipo de cambio, el movimiento drástico del valor en pocos días, y la venta de instrumentos de deuda, cambio de valor de los contratos de divisas a futuro, tienen una base objetiva, en los dos problemáticas mencionadas, pero la parte política esta sobredimensionada, porque le queda no más de dos semanas a lo electoral, pero sigue el tema de las reformas constitucionales, entre julio y agosto, para aterrizar en septiembre cuando se instale la nueva legislatura producto del proceso electoral con la nueva mayoría calificada de Morena y aliados. Por ello la táctica de la oposición con sus reclamos insensatos, va en dos sentidos: justificar la aplastante derrota con los dueños económicos de la alianza derechista, y contribuir a la incertidumbre en los mercados internacionales respecto a México.
La afirmación del presidente AMLO de que “es más importante la justicia que los mercados”, desfasa la problemática a un orden de prioridades que consideramos no es el tema central, sino lo es el de la capacidad de procesar los consensos necesarios al respecto con una oposición que en su caso querrá “vender caro su amor”, si se requieren sus votos. Son ahora los grandes retos del manejo político de la dupla consumada López Orador-Claudia Sheinbaum. Al frente de la reforma judicial estará el ex ministro Arturo Zaldívar, de gran experiencia y conocimiento que tendrá que hacer alarde de ambos para procesar lo más tersamente posible la problemática en cuestión. Continuaremos.