“Negar un hecho es lo más fácil del mundo. Mucha gente lo hace, pero el hecho sigue siendo un hecho”, dijo Isaac Asimov, escritor y bioquímico estadounidense. Y la realidad es así, no siempre es la que uno desea, ni la que más felices nos vuelve, pero es la realidad.
Recién se publicaron notas sobre una iniciativa, y tengo que decirlo, es algo “cíclico”. Cada vez que entran en funciones las nuevas legislaturas del Congreso de la Unión, aparece quien toma como bandera el tema de la sobreventa en los vuelos, las más de las veces con una idea errónea de cómo funciona la industria aérea.
Empecemos por el principio: ¿qué es la sobreventa en un vuelo?, en el mundo de la aviación, las aerolíneas venden un porcentaje excedente de asientos, y ¿por qué lo hacen?, por los famosos y sempiternos “no show”, es decir, los pasajeros que compran su boleto, y a última hora no se presentan.
A diferencia de otros medios de transporte, la aviación se maneja con un delicado equilibrio entre las pérdidas y las ganancias. Y es que a la aviación, al final todo le afecta: si sube el precio del petróleo, es malo; si baja también es malo; si sube el dólar es malo, pero si baja también lo es.
Es una industria que depende mucho del clima; no es casualidad que toda la industria está comprometida al combate frontal del cambio climático, pues es uno de los principales responsables de las afectaciones a los vuelos.
Decía, no es la primera vez que en el país se habla de regular el tema de la sobreventa. Ya en el pasado lo han tratado de llevar a cabo, y el resultado es el mismo; darse -literalmente- contra una pared.
Y es que el grave problema no es la sobreventa per se. Las reglas están muy claras, tanto en la Ley de Aviación Civil, como en la Ley Federal de Protección al Consumidor, por mencionar dos leyes nacionales. El desconocimiento del tema radica en una realidad “incómoda”, por llamarla de alguna manera, y surge cuando la gente no sabe viajar.
Disculpen, es un hecho, que no por negarlo, va a dejar de ser un hecho. Poca gente lee de arriba a abajo su boleto de avión; y de las personas que lo hacen, un porcentaje todavía menor comprende las políticas de cada línea aérea. Y el ejemplo más claro y evidente es cuando poco (muy pocos) respetan la reglamentación actual de con qué puede y no puede viajar.
Tomemos en cuenta que la sobreventa es notoria en temporada alta, porque en temporada baja nadie sabe si su vuelo va sobrevendido, ya que no hay tanta demanda de pasaje.
Y aquí señalo un dato que no es para nada menor: existe la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA por sus siglas en inglés), que es la responsable de crear normas, regulación, promover estándares y emitir códigos, por ejemplo: MEX, CUN, TIJ, LAX, GDL y MTY.
La finalidad de la IATA es garantizar a los usuarios que el transporte aéreo sea seguro, eficiente y confiable. Y además este organismo nos arroja luz sobre el tema: a nivel mundial ¿cuántos vuelos se afectan con la sobreventa?, y según cifras oficiales, solamente el 0.1% de los vuelos.
Acaba de hacerse público que las senadoras del Partido del Trabajo, Geovanna Bañuelos de la Torre y Lizeth Sánchez García tienen intención de presentar una iniciativa.
Es muy probable que ahora que están en una curul se han topado con que les sobrevendieron el vuelo, o a algún familiar, y ya estando en el cargo, quieran “arreglar” una práctica que consideran errónea. Nada censurable, pero tampoco nada sencillo, como si solo se tratara de decir: “hay que legislar sobre el tema”.
Por eso me quiero regresar a un punto fundamental, y de hecho creo que esa sí es una ventana de oportunidad maravillosa, en la que las senadoras podrían aportar su talento: generar campañas educativas para aprender a viajar.
Toda una estrategia para que los usuarios aprendan y conozcan a qué tienen derecho con un boleto de avión, pero sobre todo “a qué no”, porque lamentablemente mucha gente cree infinidad de cosas, y cuando se da cuenta de cómo es en realidad el servicio en el transporte aéreo comercial, se molestan.
Comencemos por lo básico, mucha gente tiene la mala costumbre de no documentarse dos horas antes del vuelo, ¿para qué? exclaman, sobre todo eso pasa al interior de la república y lo digo con conocimiento de causa.
Incluso pueden llegar 5 minutos antes de la salida del vuelo y armar un mega pancho, porque los de tráfico “ya cerraron el vuelo” y dependiendo del personaje en cuestión, ha habido ocasiones que regresan a la aeronave para que aborde el pasajero que llegó tarde, afectando la hora de la salida del vuelo, por supuesto y los pobres de tráfico siendo los responsables de pagar la demora.
Eso no lo dicen, la afectación que muchos pasajeros ocasionan por el no saber viajar y las demoras, muchas veces son ocasionadas por los propios usuarios y quienes terminan pagando los platos rotos, son los trabajadores, de verdad no tienen idea lo caro que es pagar una demora como trabajador, muchas veces incluso prefieren que los corran.
Las horas de plataforma son carísimas, por eso las bajo costeras para mantener su esquema “barato”, solamente usan las plataformas remotas y evitan en la medida de los posible las posiciones de contacto, cuántas veces no ha pasado que el pasajero despistado se ha subido al vuelo equivocado y hay que bajar maletas, y rehacer el despacho, que no son enchiladas.
Como podemos ver en realidad la afectación por las sobreventas es minúscula, pero se hace más grande, gracias a la caja de resonancia que son las redes sociales, sin embargo en los hechos esta práctica permite un sano equilibrio en las aerolíneas.
Primero porque no en todas las rutas y mucho menos todas las frecuencias, los vuelos se llenan, dependiendo de la época del año hay vuelos que diariamente van llenos pero cuando llega la temporada baja su porcentaje de ocupación es mínimo.
Dejen les comparto una anécdota a ver sí así queda más claro a las senadoras del porqué la sobreventa de vuelos. No todos los vuelos se venden por completo durante todo el año, como ya les comenté, en la aviación hay temporadas altas y bajas, y se aprovecha las temporadas altas para subsidiar las temporadas bajas y que los bajos porcentajes de ocupación no desequilibren a la aerolínea.
En la antigua Mexicana de Aviación teníamos una ruta muy exitosa, México-Los Ángeles con todas sus versiones, con escala en Guadalajara o en Puerto Vallarta, o en los Cabos y todas las variantes, estos vuelos siempre iban llenos, “hasta el full” como decíamos, y cuando se lanzó la ruta a Sao Paulo, este iba y venía con un factor de ocupación de entre el 35% y el 40%
La sobreventa que se daba en la ruta del vuelo a Los Ángeles, era la que le permitía a la línea aérea operar una ruta (Sao Paulo) con pérdidas evidentes para la empresa, porque la operación de vuelo cuesta igual sí va lleno o vacío, esto es un vuelo lleno tiene ganancias, un vuelo con menos del 75% de ocupación significa pérdidas económicas para la línea aérea.
Por eso el esquema de la sobreventa permite que las aerolíneas ofrezcan rutas menos competitivas, por eso es sana la sobreventa y por algo se hace en todo el mundo, espero que las senadoras lean esta columna para que les quede claro el por qué las líneas aéreas sobrevenden sus vuelos. No es capricho, es una imperante necesidad o si no, nos quedaríamos sin destinos, pues no todos son 100% rentables.