Urgen medidas radicales para las finanzas del país, porque tal como se ven, podría convertirse en una tormenta de dimensiones brutales, algo así como cuando José López Portillo lloró y dijo que defendería al peso como “un perro”, o cuando Carlos Salinas quebró al país y provocó el famoso error de diciembre.
IEPS
La Secretaría de Hacienda contempló para la Ley de Ingresos de 2022, un incremento nominal de 7.3% al Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios (IEPS) a los combustibles, con lo que se llegarían a recaudar 5.4917 pesos por litro en la gasolina Magna, 4.6375 en la Premium y 6.0354 en el diésel.
Sin embargo, durante la conferencia matutina del 14 de febrero, el titular de la Procuraduría Federal del Consumidor, Ricardo Sheffield Padilla, informó que por vez primera se aplicó un subsidio de 100 por ciento al IEPS en la gasolina regular.
La medida tiene el propósito de mantener el precio del combustible dentro del promedio que ofreció el presidente, con un aumento que no sobrepase al de la inflación, esto a pesar de que los precios del petróleo hayan registrado un considerable aumento causado por la presión internacional.
El seguimiento de precios de la Comisión Reguladora de Energía (CRE) muestra que entre diciembre de 2020 y diciembre de 2021, la gasolina tipo regular (Magna) tuvo un incremento de 13.2% o 2.37 pesos por litro, mientras que en la gasolina de alto octanaje (Premium), fue de 21.48%, 3.97 pesos por litro y el diésel aumentó 13.9%, 2.67 pesos por litro, es decir, el precio se ubicó por encima de la inflación, un “gasolinazo”en términos reales.
De acuerdo con datos del SAT, en el 2021 el erario dejó de recaudar 104,076 millones de pesos por IEPS a gasolinas, debido a que el estímulo otorgado fue 30 veces mayor al del 2020, año en que se dejaron de recaudar 3,446 millones de pesos por ese concepto. Para 2022 se estimó que la recaudación sería de alrededor de 318 mil millones de pesos; cabe señalar que el IEPS a las gasolinas corresponde más o menos al 63% de lo que se recauda por ese impuesto.
El “gasolinazo” que vendrá
Si al gobierno federal no le alcanza con la medida de no cobrar el IEPS para evitar el inevitable “gasolinazo”, tendrá que jalar dinero de otras partes para subsidiar -aún más- el consumo de gasolina.
En 2018, siendo aún candidato, el compañero Andrés propuso una estrategia que fue cuestionada desde aquel momento y se advirtió que no daría resultados, pero las voces no fueron escuchadas y prevaleció la visión terca y retrograda que generará consecuencias terribles.
En las actuales circunstancias, con el compromiso del gobierno federal de ya no exportar petróleo, es decir que, con la producción de poco más de 1.1 millones de barriles de petróleo y de refinarlo en México para autoconsumo, el país en primer término, dejara de obtener los ingresos que aún se tienen por exportación y que ciertamente, compensan que no se cobre el IEPS; pero si se cumple la promesa de que al entrar en funcionamiento Dos Bocas se detendrá la exportación, es decir, en julio próximo, se perderán de golpe los ingresos por exportación y los impuestos de venta de gasolinas.
Ya se advirtió que parar la exportación de petróleo a precio de los mercados internacionales, para refinarlo aquí y vender gasolina a los mexicanos por debajo del precio internacional, es una decisión económicamente irracional, en otras palabras, perdedora.
La estrategia de aumentar el subsidio en el corto plazo ha sido muy popular, pero, como vamos, ya entrando al mediano plazo, las cosas se pondrán difíciles y entonces, el menor de los daños sería un “gasolinazo”.
Una estrategia fallida
Sólo para medir el impacto de esta política respaldada por la secretaria de Energía que encabeza Rocío Nahle, los 104,076 millones de pesos por IEPS a gasolinas que se dejaron de recaudar en 2021 alcanzarían para 3.5 programas similares al de Jóvenes Construyendo el Futuro, o la mitad del programa de Adultos mayores de 65 años.
Con el súper subsidio a las gasolinas se favorece más a las grandes empresas que poseen una gran flotilla de autos, como grupo Carso o a Femsa que tanto crítica, y a los más ricos que tengan más de un carro de alto consumo de gasolina.
En cuanto al transporte público, que mueve a los que menos tienen, al menos en la CDMX, cuenta con unidades sustentables eléctricas y a gas natural y la tendencia es utilizar cada vez menos los transportes colectivos a gasolina, situación que se repite en las grandes ciudades.
Por lo anterior, aunque queda claro que el beneficio no se dirige a los que menos tienen, sino a los más ricos, sirve para proteger la imagen de un gobierno que prometió que no habría “gasolinazo”.
¿Cuánto más aguantarán las finanzas del país antes de que colapsen? Mientras con sus políticas fallidas el gobierno le sigue echando gasolina al fuego.