El 10 de noviembre tendrán lugar las elecciones para renovar la dirigencia nacional del PAN, el único partido que aún puede ser oposición y hacer frente a la dictadura que impone Morena.

Esta elección cobra especial relevancia en estos momentos, cuando no hay un solo partido o líder de partido que realmente se comporte como oposición y todo está quedando en manos del bloque oficialista compuesto por Morena, PVEM y PT, que tienen cooptados a los líderes de los partidos que simulan serlo, Alito, Markito y Chuchito, además de Dante de MC.

Oposición que sea oposición

La o el sucesor de Marko, saldrá del voto de más de 300 mil militantes que se tiene previsto acudirán a las mil 600 casillas que se instalarán por todo el país. Una elección que se puede considerar sin precedentes por la importancia que reviste tener una verdadera oposición en estos trágicos momentos de la vida del país y la democracia.

Son los militantes del PAN quienes de han mantenido realmente como opositores y defendiendo principios y derechos que han sido pisoteados no solo por los gobiernos morenistas sino por los actos de sus dirigentes.

La elección de la nueva dirigencia es la última oportunidad para Acción Nacional y para el país de mantener una velita de esperanza encendida para la democracia.

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Pero si ocurre como en la última, donde se reeligió Marko Cortés con todo el apoyo de la Secretaría de Gobernación y de cuadros de Morena que inflaron los padrones de militantes y sirvieron para gestionar acciones del PRI de antaño que, claro, ahora son prácticas comunes en Morena, todo para que ganara Marko e que hiciera lo que hizo: traicionar a su militancia, traicionar a la candidata que nominó su partido y negociar, como él mismo lo admitió, notarias, cargos de elección popular y otras prebendas.

Si el PAN decide seguir bajo el mando del grupo que ha dominado las últimas dirigencias, pasará a ser otro partido satélite o bien, quedaría prácticamente condenado a la extinción.

La última llamada

A México le urge una oposición seria, fuerte y madura y el PAN debe asumir el rol que le corresponde, porque no existe ningún otro partido que lo pueda hacer.

Dos candidatos, dos proyectos que buscan la dirigencia, Adriana Dávila y Jorge Romero, y al igual que en la elección presidencial son dos opciones, con Jorge Romero, más de lo mismo, malos resultados electorales, entreguismo, ser vendidos y corruptos, por algo Romero es el gallo de Marko y del Cartel Inmobiliario acompañado de perdedores de elecciones pero ganadores de construcciones inmobiliarias.

En la planilla de Romero están tres candidatos que perdieron en la pasada elección y de los tres, se dice, que se vendieron a Morena y entregaron las plazas, ya sea con intención, por amenizas u omisión. Hay también gente en funciones que entregaron el Edomex como la alcaldesa de Huixquilucan, basta ver los mensajes de las redes sociales de personajes como Enrique Vargas, esposo de la alcaldesa que forma parte de la planilla de Jorge Romero. Casos que evidencian el coqueteo con el régimen.

Por otro lado, está una valiosa y valiente mujer, Adriana Dávila que conformó una plantilla apegada a los principios del PAN en momentos clave para la democracia en México. El PAN durante muchos años asumió un papel histórico como partido opositor al régimen autoritario y por su defensa a los derechos humanos, el Estado de derecho, las libertades públicas, la separación de poderes y la democracia representativa.

Es el PAN que aportó grandes momentos a la vida política del país y Adriana Dávila lo sabe. En su planilla están Alberto Cárdenas, exgobernador de Jalisco; Juan Marcos Gutiérrez González, ex subsecretario de gobernación y exdiputado federal; Nora Lagunes Jáuregui, diputada local de Veracruz, que conoce muy bien lo que significa el trabajo territorial y otros importantes cuadros del PAN.

Los dos aspirantes tienen marcadas diferencias programáticas y de principios que quedaron muy claras en el debate del día de ayer. Mientras Adriana presentó su propuesta basada en los principios del PAN y dirigida hacia la militancia, Jorge Romero casi como un porro al estilo de Gerardo Fernández Noroña, se mostró alejado completamente de los principios e ideología del PAN.

Es la última llamada para mantener a un partido de oposición que debata las imposiciones dictatoriales de Morena y la presidenta. No es posible que a las iniciativas no se les mueva una sola coma, que tácitamente se acepte todo y que Marko Cortés o el diputado Jorge Romero callen como momias.

Es Adriana Dávila, en quien se centra la oportunidad de frenar la dictadura a la que nos lleva el segundo piso de la Cuarta Transformación.

Tercera llamada, tercera.

X: @diaz_manuel