Entre más analizo el viaje de la columnista Denise Dresser a Ucrania, menos sensatez es posible encontrarle.
No solo viaja la doctora a una zona en guerra, pese a posicionarse en nuestro país, México, en contra de la “militarización” una y otra vez, sino que hasta se fotografía con un miembro de las fuerzas armadas de Ucrania, mismo que, sonriente, porta un arma de fuego.
Pero no solo es la columnista de Reforma, sino toda una clase política y comentocracia en bancarrota moral que gustan de ostentar la bandera de Ucrania en sus perfiles, ignorando por acción u omisión, los atropellos a los derechos humanos en aquel país, en donde los partidos políticos de oposición fueron proscritos por decisión de Zelenski y su ejército y en donde los medios de oposición son inexistentes.
Ya no se trata de cargarle la mano a la columnista, sino de usar a este grupúsculo de conservadores que se ostentan cómo el ala “liberal” de la derecha, cómo ejemplo de la hipocresía con la que se comportan en su vida diaria y en redes sociales.
Ahora, con un viaje que muchos otros “periodistas” han emprendido gracias a organizaciones a favor del periodismo patrocinadas por NED y USAID -organizaciones criticadas en muchas ocasiones por el presidente en su conferencia mañanera-, la columnista y muchos otros se sumarán a la propaganda de guerra del régimen de Zelenski, infestado de neonazis cómo el “Batallón Azov”.
Qué vergüenza.