Es una pregunta retórica; y así la quiero dejar, ¿de verdad es necesario ejercer tanta presión sobre una terminal aérea? Todos los días, en los medios de comunicación constatamos que no se cansan de tacharlo de “verdadero fracaso” por parte del gobierno de la 4T.

Entender la industria aeronáutica no es fácil, pero eso no justifica la presión indiscriminada para “convencer” de que el AIFA está fallando en ser, de un día para otro, un aeropuerto con un éxito nunca antes visto. Esa ya es otra historia.

Sabemos muy bien que todo parte de quienes ven en el actual gobierno una mala administración, que además toma malas decisiones, como cancelar el maravilloso HUB que iba a ser el NAIM; pero permítaseme parafrasear al príncipe de la canción, José José: “lo que no fue, no será”.

Veamos al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) despojados de toda filia o fobia partidista. Cuando se decidió cancelar el proyecto del NAIM, este tenía apenas el 30% de su construcción. Así es, no es que se haya tirado a la basura un aeropuerto completamente funcional. Eso sí hubiera sido una locura y por supuesto, un agujero enorme a las arcas del país, porque echar a andar el NAIM implicaba cerrar las operaciones del AICM.

Ese es un dato importante que nos ayudará a tener un mejor panorama, y mucho más claro. Debemos entender que la naturaleza del NAIM era ir a por los terrenos de lo que hoy sigue siendo el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.

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La corrupción, que muchos dicen no ver, va en el sentido, no del sobre costo de la construcción, sino que el verdadero negocio estaba en el mantenimiento que se le iba a tener que hacer a la terminal, para evitar su hundimiento.

Para tener aún más claridad, se había rellenado el terreno donde se construía el NAIM con 30 metros de tezontle; para que se den una idea, es como rellenar con edificios de 10 pisos. El Estadio Azteca tiene 40 metros de altura, ¿ustedes estimados lectores se pueden imaginar esa altura? Y espero que se pregunten ¿para qué tanto relleno? Simple y sencillo: el terreno se hundía por sus características de ser el lecho de un lago.

El gobierno de Andrés Manuel tomó la decisión de cancelar el proyecto y arrancar uno nuevo que le diera viabilidad al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), y es así como surge el AIFA, el cual ha demostrado en el corto plazo que tiene potencial. Aquí el grave problema que surge es que se está ejerciendo demasiada presión sobre dicho aeropuerto.

Con tal de callar bocas y dejar clara la viabilidad de la nueva terminal aérea, los militares bajo las órdenes de Isidro Pastor, han estado presionados para demostrar que el AIFA sí funciona.

Y es que, aunque me enoje, tengo que reconocer que toda la mala prensa alrededor de la nueva terminal, ya sea en los medios impresos, o en portales informativos de internet, hilos de Twitter, o videos en YouTube y TikTok, sí causan estragos, y están frenando el despegue de la terminal aérea.

No es solo mi percepción, el mismo Secretario General del sindicato de pilotos, ASPA, hizo la siguiente declaración al periódico La Jornada: “Los militares tienen una necesidad muy grande, de dar resultados de inmediato con el crecimiento del AIFA, pero en la aviación no es así”.

Es correcto, la aviación no funciona así; incluso por cuestiones propias de seguridad se tiene que ir más despacio que como sucede en otro tipo de industrias. El punto de equilibrio proyectado para el AIFA está contemplado para 2026, esto es, que sea completamente viable y con una operación auto sustentable.

Sin embargo, todo este tipo de presiones mediáticas que gritan voz en cuello “el chAIFA es un fracaso”, “una vez que salga López del poder se debe de seguir la construcción del NAIM”, solo nos demuestran el poco conocimiento que se tiene sobre la industria aeronáutica.

Imaginen qué tan presionados están al interior de la SEDENA para presentarle resultados positivos al presidente de la república que se busca, a como dé lugar, ese punto de equilibro para el 2023. ¡Tres años de anticipación!, ¡una locura total!.

Pero no los culpo, eso se debe a que no hay día en que no se hable mal de dicha terminal aérea; realizan comparaciones absurdas, como si se pudiera comparar a un bebé que todavía no comienza a caminar, con un adulto hecho y derecho, que además está preparado para correr un maratón.

Las exigencias se hacen como si todo urgiera “para ayer”, y que si no se tienen resultados inmediatos, entonces es un completo y absoluto fracaso, pero ni la vida ni la aviación son así. Sé muy bien que mucho tiene que ver la inmediatez con la que ahora se obtienen muchas cosas: bastan un par de clicks para comprar en línea, e incluso muchas plataformas ofrecen “envíos exprés el mismo día”, pero esa lógica no aplica para ciertas actividades económicas, y definitivamente la aviación es harina de otro costal.

Tampoco podemos dejar a un lado las posturas políticas -esas que forman bandos y separan familias- que apoyan o atacan al AIFA. Lamentablemente eso no nos va a llevar a buen puerto. Debemos evitar caer en esos absurdos, porque les puedo asegurar que a las élites gobernantes, al poder real detrás del poder, poco o nada le interesan nuestras diatribas diarias en redes sociales.

Ellos se ocupan de velar porque sus negocios no sean tocados y puedan seguir enriqueciéndose, porque llevan tanto tiempo jugando en este tablero, que capitalizarán por igual el fracaso o el éxito del AIFA, de eso no les quede duda. La oligarquía nunca pierde.

En cambio, en lo que sí debemos entretenernos, porque es una realidad, es en analizar de manera objetiva al AIFA, un aeropuerto que no va en sustitución sino como complemento del AICM, que junto con el Aeropuerto Internacional de Toluca (AIT) forman el Sistema Metropolitano de Aeropuertos.

Igual que sucede en otras grandes ciudades del mundo, como San Francisco, que tiene su aeropuerto pero también juegan en conjunto el aeropuerto de Oakland y el de San José California; los menciono porque son menos nombrados en notas informativas. Cuando uno viaja (como le dicen los norteamericanos) “al área de la bahía”, el viajero decide, entre otras cosas, cuándo adquiere su boleto de avión y el aeropuerto de destino. Dependiendo de las necesidades personales, tiene tres opciones reales, todas viables, seguras y cómodas.

Ese es más menos el concepto que se busca con el Sistema Metropolitano Aeroportuario, que sea el pasajero quien elija cuál es el aeropuerto que más le acomoda para llegar y salir de viaje. Por supuesto para lograr esto, se requiere tener las menos restricciones posibles.

Seguimos degradados a Categoría 2 y los rumores están bastante insistentes en decir que para el mes de abril estemos recuperando la Categoría 1. Ojalá y lo logremos, porque este ha sido uno de los grandes frenos para el crecimiento de nuestra aviación en su totalidad, y por supuesto para el AIFA, que repito, tiene proyectado su punto de equilibrio para el 2026, y no deberíamos presionar a las autoridades para que entreguen resultados antes de tiempo.

Que los tiempos modernos no nos devoren y nos arrastren en la vorágine de la inmediatez, “más vale paso que dure y no trote que canse”, dejemos de presionar exigiendo resultados irreales. Hacerlo no pone en riesgo al gobernante en turno, sino a los usuarios, y la seguridad siempre debe ser nuestra prioridad. Como escuché una vez en alguna cantina: “con calma, y nos amanecemos”.