La oportunidad que tiene Claudia Sheinbaum de pasar a la historia del México contemporáneo como una estadista que se convirtió en presidenta de todos los mexicanos tiene fecha de caducidad y, por lo que se ve hasta ahora, sea por no contrariar, querer copiar o peor, lambisconear a su antecesor, la puede perder.
Quizá lo hace para mantener unido al movimiento que se nutre de personajes muy distintos a ella, de priistas rancios acusados y señalados de corruptos, mafiosos e ineptos que se mantienen unidos porque así conviene a sus intereses, empezando por la impunidad y pasando por contratos, concesiones o dádivas de poder o; para chantajear cuando las decisiones contraríen a sus intereses, si es así, se equivoca totalmente la inquilina de palacio, pues el voto por ella no fue un cheque en blanco para hacer lo mismo pero más barato, por el contrario, su obligación es corregir los errores con hechos y no con palabras.
La transición del poder
Guardadas las proporciones, se esperaba una transición a la inversa que la de Venezuela. A la muerte de Hugo Chávez, heredó el poder un impresentable Nicolás Maduro, ignorante, mafioso y corrupto, con sus hijos como parte de operativos del crimen organizado, con sus amigos en todas las concesiones del gobierno, en el caso de México, se esperaba lo contrario, que la presidenta actuara en favor de sus principios, sus conocimientos y su carácter de científica, pero Claudia se enterca en ir hacia su peor versión.
México a pesar de AMLO y del prianismo que nutre a Morena, se había caracterizado y diferenciado de los países bananeros de América Latina, de dictadores como Evo Morales, Maduro, Daniel Ortega, Pedro Castillo, Juan Orlando Hernández o Miguel Díaz-Canel, por tener una mayor solidez en sus instituciones democráticas, un poder judicial autónomo y mayor apego al mandato Constitucional, sin embargo, hoy parece que caminamos por el sendero de Bolivia, Nicaragua, Venezuela, Cuba y honduras.
Antesala de una crisis
El desacato de la presidenta Claudia Sheinbaum a las ordenanzas judiciales en relación con la reforma al poder judicial ha generado una gran controversia. La jueza federal Nancy Juárez ordenó suspender la reforma, pero en un acto que ha sido calificado como “gravísimo y sin precedentes” Sheinbaum se negó a acatarlo.
La presidenta no solo fue tajante en su decisión de no bajar del DOF la reforma, sino que anunció, emprenderá tiranamente acciones legales en contra de la jueza. Es una situación muy delicada y lo más cercana a una crisis constitucional.
La jueza Juárez, quien, por cierto, lleva el apellido de uno de los mayores constitucionalistas del país, Benito Juárez, respondió que si Sheinbaum no acata la suspensión dentro del plazo de 24 horas, deberá “dar vista al Ministerio Público Federal”. Su resolución, explicó, está fundamentada en los artículos 262 de la Ley de Amparo y 107 de la Constitución, lo que respalda sus acciones legales.
Dijo: “Me siento tranquila porque mi actuación fue dentro del marco legal. Ella tiene todo el derecho de hacer todas las manifestaciones que considere, tiene dentro de sus manos el cumplir o no esta determinación y bueno, expeditos sus derechos para que promueva lo que crea oportuno”.
La reforma que operó e impuso uno de los mayores aliados de AMLO, el priista-lopezobradorista Ricardo Monreal de la mano de Beltrones, otro priista con muchos trapos sucios en el closet, resultó una total brutalidad. Desde el principio, fallando a todos los procedimientos legislativos, es decir, Monreal por instrucciones de López Obrador, impuso sin discutir y sin cambiar una sola coma la iniciativa que se redactó en las oficinas de palacio y para ello se violaron todos los procedimientos.
La iniciativa aprobada de forma ilegal, tiene muchos defectos y pone a la presidenta Sheinbaum en la disyuntiva de validar la ilegalidad, entrar en desacato y convertirse en una dictadora o peor, en simple comparsa de los deseos de su antecesor; o bien, erigirse como estadista, acatar la resolución de la jueza y suspender la reforma, para, a partir de eso redactar una necesaria y sólida iniciativa de reforma al poder judicial que consolide la democracia y el Estado de derecho en el país.
¿Por qué si realmente cree en la reforma no la apela judicialmente en vez de espantar internacionalmente con el desacato?
Urge reaccione
De no tomar las riendas del país y hacer a un lado a estos nefastos personajes, la nación está en riesgo, porque de la crisis constitucional se deriva la crisis política, de gobernabilidad y la violencia.
México se encuentra en un punto de quiebre y la presidenta requiere del mayor respaldo para de una vez por todas sacudirse a quienes intentan imponer una tiranía con tintes fascistoides.