Como buena sindicalista que soy, seguí con atención la marcha del 1° de mayo de este año. Fue muy diferente a lo hecho por los gobiernos anteriores, que desde muy temprano protagonizaban un evento grandilocuente en la plancha del Zócalo. Veíamos a los sindicatos de las grandes centrales obreras y al presidente en turno saludando a los trabajadores; no había ningún reclamo y se notaba que los trabajadores iban a marchar, más por obligación, que por convicción.
Y es que tengo experiencia en este rubro. Mi hermano -el menor de los hombres- estuvo casado con una mujer que trabajaba en el Infonavit, cuyo sindicato pertenecía a estas grandes centrales obreras; ella y su gremio iban a marchar desde muy temprano; con ella pude ver que, a las 9:00 de la mañana, ya había terminado su acto, que los llevaban desde su sede de trabajo -o el propio sindicato- en camiones a Eje Central, les daban sus banderines, sus playeras y gorras, para marchar unas cuantas cuadras, y posteriormente escuchar un anodino discurso sobre el origen del día de los trabajadores, ¡y ya!, pase de lista, firma y eran libres. La plancha del Zócalo quedaba “disponible” para el evento del sindicalismo independiente.
Mi sindicato (de sobrecargos de aviación) marchaba después de este acto protocolario, y en alguna ocasión mi hermano, que había acompañado a su esposa, me preguntó que a qué hora terminaba mi evento, y saber si los alcanzaba en el Sanborns de los Azulejos para desayunar.
La Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación (ASSA), es integrante de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), donde está aglutinado (supuestamente) el sindicalismo independiente.
Lo siguiente sucedió -obviamente- mientras Mexicana de Aviación volaba, y yo era Secretaria de Actas de mi sindicato: comenzábamos la marcha en Eje Central, cerca de Avenida 5 de Mayo, y desde ahí hasta llegar a la plancha del Zócalo, después de que el sindicalismo oficialista se había ido. Sí, recuerdo bien que generalmente un camión del STUNAM fungía como templete improvisado y desde ahí se arengaba en contra del sindicalismo oficial y del gobierno en turno.
En aquel año, en que mi hermano me invitaba a compartir el desayuno en el antiguo Palacio de los Condes del Valle de Orizaba, tuve que declinar, porque justo a las 9:00 enfilábamos nuestros pasos rumbo al corazón del país, y yo tenía que apersonarme en el camión que nos había llevado, para llenar mi talón de asistencia a la marcha, pues de no hacerlo, irónicamente, mi sindicato me sancionaba.
Es algo de lo mucho que pude aprender en esos años, que a pesar de estar en un sindicato democrático, la formación de cuadros sindicales era muy deficiente, por no decir nula. Al final, eran más eficientes las alianzas que se tejían dependiendo a qué empresa de aviación prestabas tus servicios, y quiénes eran tus “cuates”.
Sin embargo, a pesar de no ser un sindicalismo perfecto, las demandas de los trabajadores sí se gritaban durante ese día; mi gremio, el de los sobrecargos, es uno de los más despolitizados y menos interesados en voltear a ver otros movimientos; pero convivíamos con el Sindicato Mexicano Electricista (SME), donde hice buenos amigos. Una de las ventajas de haber formado parte de la Vicepresidencia de la Asuntos Económicos, Políticos y Sociales de la UNT, fue precisamente este intercambio de información entre sindicatos y conocer sus variadas problemáticas.
En aquellos ayeres se evaluaba la necesidad de hacer un paro nacional, el cual, evidentemente nunca llegó, porque los dirigentes de la UNT no querían que llegase. Era muy redituable el discurso, pero en los hechos, no se iban a arriesgar.
Por eso no pasó de noche para mí lo acontecido este 1° de mayo. Durante la comida que se ofreció a los sindicatos, o más bien, a los líderes sindicales, lo que hizo el presidente de la nación, a mí de plano terminó por explotarme la cabeza. Pudimos ver el convivio entre el sindicalismo corporativista, oficialista y el “independiente”, y lo pongo así entre comillas, porque justo el mes pasado cumplí 47 años de edad, que son los mismos años que el “líder independiente” Francisco Hernández Juárez lleva al frente, como Secretario General de los telefonistas.
Pudimos ver en la misma mesa a Andrés Manuel López Obrador, a Luisa María Alcalde, actual Secretaria del Trabajo Federal, al ya mencionado Hernández Juárez, junto a Napoleón Gómez Urrutia, del Sindicato Minero; Carlos Aceves del Olmo, Secretario General de la Confederación de Trabajadores de México (CTM); Rodolfo González Guzmán, Secretario General de la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) e Isaías González Cuevas, Secretario General de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC).
Estaba por supuesto otro líder sindical, destacado y por decirlo suavemente: el único realmente democrático, el Capitán José Humberto Gual Ángeles de la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores (ASPA). Por supuesto hubo más, pero entre los que pude ver, quiero mencionar a estos.
El convite sirvió como pretexto para que el primer mandatario agradeciese el apoyo de los sindicatos, resaltando que uno de los mayores logros ha sido el aumento al salario mínimo, así como que también, gracias a las reformas llevadas a cabo, se incrementó el reparto de utilidades (PTU), y que por fin hay libertad sindical. En realidad, ninguna sorpresa discursiva.
La CTM abrió como orador, a través de su Secretario de Comunicación Social. Ya se podrán imaginar, un discurso lleno de guayabazos y lugares comunes; ¡por favor!, imaginen ustedes a la CTM hablando de “la libertad de los trabajadores” para escoger a sus representantes, cuando son los mismos desde hace décadas. Si ese es el nivel, mejor pensemos en desenterrar a Fidel Velázquez.
Pero sin lugar a dudas, el colmo estuvo en el discurso que dio la Secretaria del Trabajo, que habló del proceso de legitimación de contratos como garante de los derechos de la clase obrera; dijo textualmente: “este ejercicio ha puesto de manifiesto que existían en nuestro país decenas de miles de contratos y sindicatos falsos, desconocidos por sus trabajadores, quienes ahora van a tener una ventana de oportunidad para poder acceder a la negociación colectiva auténtica.” Inserte usted aquí, amable lector, el sonido de grillos.
Hago de su conocimiento lo sucedido justamente la semana pasada con los trabajadores de Aerotransportes Mas de Carga, S.A. de C.V. (MASair), una compañía aérea de carga nacional: El 4 de mayo llamaron a los trabajadores a una junta por medio de una circular que decía:
“Sesión Informativa Importante:
Como parte de cuidar y garantizar las condiciones laborales de nuestros colaboradores, cada año se realiza la ratificación del contrato colectivo de trabajo con el sindicato con el que hoy tenemos relación STIA Sindicato de Trabajadores de la Industria Aeronáutica Similares y Conexos).
Este año de acuerdo a las leyes recientes en materia sindical hacen necesario de haga una ratificación y presentación del sindicato ante las posiciones que ampara este contrato, es por ello que los invitamos a conocer como realizaremos este proceso.”
¿Qué significa esto?, lo que me dicen los trabajadores es que ellos desconocen por completo este sindicato, pues “apenas” los van a afiliar, para posteriormente legitimar su contrato colectivo de trabajo. El próximo 9 de mayo tendrán una reunión para conocer al STIA de la familia Romo.
De ellos podemos decir que son acaparadores de contratos colectivos; además de los cientos de contratos que detentan fuera de la industria aeronáutica, hoy manejan la contratación colectiva de los trabajadores, pilotos y sobrecargos tanto de VivaAerobus como de Volaris, así como a las sobrecargos de Aeroméxico Connect y los mecánicos de dicha aerolínea, sin olvidar al personal de tierra en México de British Airways, entre otros. Ahora van por el CCT de MASair.
A través de otro comunicado, les informan a estos trabajadores que la reunión del día 9 próximo será para conocer a los representantes sindicales; que con ellos se contará con apoyo sindical, se ratificará (ojo, no dicen “legitimar”) el contrato colectivo de trabajo; y además, que con los representantes sindicales se podrá tener una comunicación directa. Es decir, que ese mismo día comenzarán las votaciones de manera presencial en las instalaciones de la empresa “porque es importante garantizar la formalización del contrato”.
Traduciendo: el STIA todavía no detenta el contrato de los trabajadores de MASair, pero la empresa ya eligió (no los trabajadores) cuál sindicato quiere que los represente, y por supuesto aprovechando una gran característica del STIA: que es un sindicato charro y de protección patronal.
Este es uno de los ejemplos más recientes que me permiten asegurar que todo el choro que se aventó Luisa … perdón, corrijo: que el discurso emitido el 1º de mayo por la titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, la maestra Luisa María Alcalde Luján, es más bien una gran falacia.
Y es que en los hechos y en sus narices, la legitimación de contratos y la desaparición de los líderes charros son puras mentiras que se quedan en maquillar una realidad que no va a cambiar, y que ellos mismos lo saben.
Por eso es doloroso formar parte de la clase obrera de este país, y ver al presidente compartir el pan y la sal con la mafia sindical; los trabajadores de a pie estamos hartos del discurso grandilocuente pero falaz, ya que día a día vemos cómo se violentan los derechos de la alicaída fuerza laboral.
Tenemos que hablar del 1° de mayo y no podemos permitir que se siga simulando que hay democracia en los sindicatos y que los reclamos de los trabajadores están siendo atendidos, porque no es así. Urge un verdadero diálogo, no con las cúpulas, sino con los trabajadores de a pie. La fuerza laboral mexicana es mucho más que un padrón electoral, y somos nosotros mismos los que debemos exigir ese cambio en la concepción que de nosotros tienen.