Sonora Power
Fui parte de la multitud de más de 140 mil personas que acudimos al llamado de Andrés Manuel López Obrador para ocupar el Zócalo de la Ciudad de México. Solo que en esta ocasión no se trato de una lucha política per se.
El objetivo era la despedida, una rendición de cuentas final y una última cita con la multitud que le ha acompañado a lo largo de una meteórica carrera política de más de 30 años.
Los seguidores de AMLO ocuparon por enésima ocasión esa plaza pública, el corazón político de México, en una mezcla de fascinación, satisfacción y cierta nostalgia y hasta tristeza.
No es que el presidente se haya ido, de hecho le quedan exactamente 4 semanas en el cargo. Tampoco es que no haya emprendido su última batalla política, que es la de lograr la reforma del poder judicial, un asunto que ha generado enormes resistencias en la reacción política y que los trae desconsolados y sin entender el momento que vive el país.
Tampoco es que no vaya a volver a un Zócalo pletórico, le queda la ceremonia del grito de independencia, quizá sí su última vez, antes de entregarle la banda a Claudia Sheinbaum pardo, su sucesora.
Hay que leer y observar a López Obrador para comprender lo que ha sucedido, él como dirigente está satisfecho del camino andado, y ha logrado dejar su huella en una transformación que puso ya a México en un nuevo orden, pues en buena medida el resultado de su activismo político, primero como dirigente de masas, segundo como defensor de la dignidad de quienes menos tienen, es que el pueblo mexicano despertó y no está dispuesto a dar marcha atrás.
Esa es la realidad, el mismo presidente habló de su legado durante su mensaje alusivo al sexto informe de gobierno, subrayando:
“En este sexenio sentamos las bases de la transformación que necesitaba el país. Ha quedado de manifiesto, entre otras cosas, la imperiosa necesidad de separar el poder económico del poder político y de que el gobierno represente a todas y a todos, a ricos y a pobres, a la gente del campo y de la ciudad, a creyentes y no creyentes. Necesitamos, eso no hay que olvidarlo, necesitamos continuar con esa política, una auténtica democracia, no una simulación, no una oligarquía con fachada de democracia, democracia verdadera, poder del pueblo”.
AMLO, presidente de México
Esa es la esencia de López Obrador, un presidente que entendió la oportunidad y el contexto histórico, que se comprometió con la gente, y se determinó a recuperar la dignidad de los mexicanos.
El contraste es grande respecto a sus antecesores y sus antagonistas, la derecha (en el PAN y fuera de él) y la revolución institucionalizada (en el PRI), no supieron nunca interpretarlo y en ello es que llevan su penitencia y lo más interesante es que se siguen equivocando, siguen ofendiendo a la gente, siguen ninguneando el espíritu real de la transformación.
No han entendido que los 36 millones de votos que se registraron a favor de la causa de la 4T, para elegir a Claudia Sheinbaum presidenta y para darle a Morena y sus aliados una mayoría avasallante en el Congreso de la Unión, pero también en los congresos de los estados, es un mensaje de confianza y apoyo a una causa de parte de un pueblo altamente politizado que demanda profundizar en el cambio.
A la gente ya no se le puede engañar, el pueblo de México despertó y es curiosa la actitud de un grupo de togados, pretendidos expertos en la materia jurídica, que ahora buscan obstaculizar lo inevitable y esto es que se reforme la Constitución par acabar con el último reducto de esa oligarquía ramplona, que antes pretendió usar a los medios corporativos para impedir que se consolidara el cambio y que ahora ante su evidente derrota, trata a toda costa de impedir que desde la Cámara de Diputados, los legisladores cumplan su encomienda.
No sobra decir que al presidente López Obrador lo vamos a extrañar, fiel a su decir, él se empeñó en hacer historia. Nos quedan 4 semanas con él y viene el momento de probar el sabor de la amarga despedida.
Sin embargo todo final marca un principio y es la hora de estrenar un liderazgo probado, en la persona de Claudia Sheinbaum, la futura presidenta, en quien ha recaído la confianza de millones de mexicanos.
Con ella al frente la continuidad del plan de llevar a México a convertirse en una potencia emergente está garantizada, la visión de un México fuerte, próspero y con justicia para todos sus habitantes está a la mano.
En lo personal me emociona y entusiasma ser parte de este momento y estar como periodista en condiciones de llevar la narrativa de la transformación de México a mis lectores y escuchas. Me tocó vivir el saqueo, padecer la corrupción, hoy puedo decir que México está en las mejores manos. Claro que vamos con la presidenta
Y vamos a estar con ella, con Claudia Sheinbaum, hasta donde tope. Poco me importan, sino es que nada, los comentarios y cuestionamientos de los emisarios del viejo régimen, que no han entendido que el momento de México es ahora, y que por eso los mandamos al bote de la basura.
Lo interesante es que para mi estado, mi tierra, se abre una nueva perspectiva, López Obrador es a la fecha el presidente que más ha visitado Sonora, pero la región ya ha despertado el interés de la Dra. Sheinbaum.
El gobernador Alfonso Durazo resaltó hace unos días que no solo AMLO pasará a la historia como el presidente que más visitó Sonora, sino el que, históricamente dejó más inversión y beneficio en la entidad.
Me han dicho que lo mejor está por venir.
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