Al interior del lopezobradorismo, está claro, se vive un ambiente inmejorable luego de ratificarse el triunfo abrumador que obtuvo Morena en la pasada elección. En unos días más, de hecho, los diputados electos tomarán protesta desde San Lázaro y, con ello, comenzarán inmediatamente los trabajos prioritarios de la agenda. Ahí está, por ejemplo, el paquete de veinte iniciativas que mandó el presidente López Obrador hace unos meses. Recordemos que, por los tiempos, la fracción parlamentaria del partido guinda postergó asuntos medulares, como el proyecto de reforma al poder judicial. Hay que entender que, evidentemente, la mejor estrategia ha sido aguantar el asunto después de que se concluyera el número total de espacios que ocupará la coalición Seguimos Haciendo Historia. Eso significa que, una vez instalada la asamblea, y luego del avance sustancial en la comisión de puntos constitucionales, se anticipa un escenario favorable.

Eso será posible, en definitiva, por el empuje y la fuerza que producirá la fracción parlamentaria de Morena. Para tal caso, de igual forma, es importantísimo hilvanar los trabajos de planeación que, a la par, permitan construir acuerdos con las distintas fuerzas que integrarán el pleno. El gran mediador y estratega, indudablemente, será Ricardo Monreal. Ayer, de hecho, fue ratificado para conducir los quehaceres legislativos en San Lázaro. Eso se ratificó, en efecto, con la asistencia de todos los legisladores electos y, de paso, con la presencia del presidente nacional de Morena, Mario Delgado. Debemos tener presente que, por lo que representa esa encomienda, la coordinación está en las mejores manos, pues Monreal, a lo largo de los años, ha demostrado capacidad y oficio para operar sea cual sea el tema.

Y lo que se ha trazado, sabemos, es la construcción del segundo piso de la llamada cuarta transformación. Es decir, llevar a cabo un programa de reformas constitucionales que, además de necesarias por su importancia, tiene el respaldo de la inmensa mayoría de ciudadanos en México. A eso le ha apostado el lopezobradorismo. Es por eso que hay tanta identificación con la causa que representa la izquierda. De hecho, esta nueva era no será la excepción, básicamente por el concluyente resultado abrumador del pasado dos de junio. Se entiende perfectamente que, con un mandato popular como ese, la responsabilidad es mayúscula. Para tal efecto, el escenario no pudo ser mejor: hay condiciones para poner en funcionamiento el ‘Plan C’.

Es aquí donde sale a flote la capacidad y liderazgo de los protagonistas de esta encomienda. Bajo esa premisa, la mejor determinación fue haber perfilado a Ricardo Monreal en la coordinación. Esta designación, que tiene una explicación muy clara, tiene su fundamento en los acuerdos signados en un cónclave con el presidente Obrador en tiempos de participación interna en busca de la candidatura presidencial. Aunque, más allá de eso, Monreal, en este momento, es el mejor operador político con el que cuenta nuestro país. O sea, hay mucha lógica al inclinarse por él. Existe, por ejemplo, una larga lista de leyes y reformas constitucionales que se aprobaron durante su paso en el Senado de la República. A esto debe sumarse los años de experiencia y madurez en diferentes trincheras.

Y con todo el respaldo de Claudia Sheinbaum, que acudió a la plenaria de diputados de Morena, el programa de construcción del segundo piso de la cuarta transformación será una realidad. Ayer, en efecto, el mismo Monreal anunció que, a partir del primer día de trabajo en San Lázaro, comenzarán los quehaceres en relación con el paquete de proyectos de reforma, incluyendo el poder judicial donde, por cierto, se abrirá más el diálogo. De manera estratégica, de hecho, el asunto se ha ido hilvanando a posteriori de los foros de análisis a lo largo y ancho del territorio nacional. Luego de ello, qué mejor que el apoyo irrestricto que recibió Monreal de manos de la presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum. Ambos, a propósito, han construido juntos a partir del inicio de campaña, pues el zacatecano, con una tarea crucial, fue partícipe del triunfo desde la coordinación territorial que le llevó durante los recorridos por las 32 entidades federativas. Todo eso jugó a favor de la causa de la ganadora de los comicios.

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Y en la política, como en la vida, quien trabaja merece ser recomenzado por la lealtad al proyecto lopezobradorista. De un tiempo para acá, de hecho, Monreal y Claudia Sheinbaum han ido afianzando la relación de amistad. Uno y otro, a su vez, tienen reuniones semanales en la casa de transición para revisar los temas dominantes de la agenda pública. Eso, a grandes rasgos, significa la labor colaborativa que, de manera franca, traerá aspectos positivos para el desarrollo del país en los próximos seis años.

Ayer, en medio de una multitud que cerró filas con Ricardo Monreal, se retrató la unidad que existe para encarar los retos venideros. El primero, queda claro, será modificar el marco constitucional en materia judicial. Eso, prácticamente hace unas horas, se signó en compañía de los legisladores que integrarán una curul en San Lázaro. Como testigo de ello, desde luego, estuvo presente quien será, por unanimidad, el líder de la fracción parlamentaria de Morena. O sea, el zacatecano.