La pausa que hizo el presidente AMLO a la mitad del sexto informe presidencial, aprovechando el momento que se dio para llevar a cabo un plebiscito masivo y espontáneo de viva voz a pregunta sobre la elección popular de jueces ministros o magistrados, nos arrojó de inmediato los datos, en concordancia con la realidad. La gente elegirá a sus jueces, votará por los candidatos o candidatas que hayan cumplido con las especificaciones. La transparencia con la que se seguirá gobernando, garantiza la elección de la comunidad.
Como está ahora el sistema de justicia, no encaja en la regeneración del tejido social que se lleva a cabo, tampoco va con la economía humanista mexicana. No es un poder judicial en lo general digno de nuestra gran nación democrática. Cualquier otra estadística, estudio o sugerencia provenida de flamantes o conocedores juristas, que sean opuestas al grito del mandato del pueblo en el Zócalo, fabrican cortinas de humo, avalando la perreta neoliberal, la de los gringos que algunos nos siguen pensando como súbditos, la de la opinión elitista de los sabiondos de la judicatura, pregonando todos al unísono la llegada de “la gran tragedia de fin de sexenio”. Nunca se disculpan o desdicen cuando nada de lo predicho sucede. Ceguera, distorsión, pero están en su derecho de ver torcido. Será que añoran la época pasada cuando éramos candil de la calle, oscuridad de la casa.
Los jueces, magistrados, interesados en no perder privilegios, engañan a su nómina, les mienten asegurándoles que serán despedidos con la nueva reforma. No entienden que ahora el pueblo manda: jueces se renuevan, trabajadores se quedan.
Doctores de la ley que la transgreden ya no cabrán en el poder judicial. Tampoco los graduados sin escrúpulos o con ambición financiera, que provienen de costosas universidades donde maleducan a los estudiantes con ideas en contra de la economía humanista, que pretenden hincharse de lana en contubernios con particulares o dentro del mismo erario público como era antes. La consigna para los trabajadores de los tres poderes en México es: gobernar con honradez, servir al pueblo porque es con su dinero que se pagan salarios, hacer justicia, y ser felices con un sueldo digno con prestaciones justas.
Este ejercicio pleno a favor de la ciudadanía que significa la reforma judicial, es reitero, para lograr que la justicia abarque por igual al que puede pagar para obtenerla como a quien no tiene poder económico. Cárceles repletas de gente sin proceso ni sentencia porque no existen pruebas de delito, presos injustamente por años sus vidas destruidas. Querían hacer negocio con las cárceles ya privatizadas para llenarlas de nuestros jóvenes. Depravado.
La reforma no afectará sino lo contrario, porque peor no puede estar el sistema de impartición de justicia, la SCJN, galopando sus miembros desbocados en su avidez monetaria denigrando su puesto ilustre. Es inconcebible que en treinta años cualquier reforma constitucional hecha fuese para favorecer intereses privados. Ahora con la reforma actual se defienden los intereses públicos, los del pueblo, la justicia verdadera e igualitaria, sin privilegios ni tratos especiales para nadie. De esto se trata la democracia. Qué gusto da estarla viviendo. Felicidades México, vamos avanzando.