Con motivo del funeral del Papa Francisco, la delegación mexicana estaba compuesta por 3 personas: Rosa Icela Rodríguez, secretaria de gobernación; Alberto Barranco, embajador de México ante la santa sede y Clara Luz Flores, titular de la Unidad de Asuntos Religiosos, Prevención Social y Reconstrucción del Tejido Social del Gobierno de México. Pero, ¿quién es ella? ¿Por qué tanta discreción sobre su cargo?

Hasta hace unos meses, en redes sociales poco aparecía sobre su responsabilidad al frente de la unidad. ¿Le habrá parecido un nombramiento menor a la política coahuilense y cuya actividad se ha desarrollado sobre todo en Nuevo León? Es más, en sus redes se autodescribía como diputada federal con licencia (ya ha hecho el cambio sobre su actual responsabilidad). El 18 de octubre de 2024 fue anunciado su nombramiento al frente de la Unidad de Asuntos Religiosos, Prevención Social y Reconstrucción del Tejido Social, con poca cobertura por parte de los medios. ¿Sospechoso? No lo creo. Es un área de baja cobertura mediática y con seguridad la gente no recuerda el nombre de sus antecesores. Recordemos que parte de nuestra historia nacional es la delicada y frágil relación entre Estado laico y Estados religiosos e iglesias.

¿Por qué fue nombrada a este cargo? Pareciera que no tiene experiencia en el tema específico y es que en México es difícil encontrar a alguien, fuera de la academia, que conozca de la política religiosa y de la política civil, sobre todo desde el punto de vista administrativo. Hasta antes de diciembre del 2018, esta unidad se encargaba de dar trámite y seguimiento a los grupos religiosos que bajo la figura jurídica de Asociación Religiosa (A.R.) buscaban una forma particular de participación en temas de impuestos y de presencia (al menos bajo la ley). Con la llegada del presidente Andrés Manual López Obrador, se convirtió, además, en un espacio para desarrollar proyectos encaminados a la paz, con apoyo de las iglesias y comunidades religiosas presentes en México. En pocas palabras, hizo partícipes a actores tradicionalmente no políticos y los puso a trabajar en función de un proyecto de pacificación nacional. De aquí se entiende que una persona que el mismo López Obrador había nombrado como titular del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), sea invitada por el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum para liderar una unidad que tiene por finalidad un asunto de seguridad y que requiere de una delicada intervención diplomática para dialogar con distintos grupos religiosos. Hasta la fecha el trabajo ha sido discreto y continuo; sin embargo, no es un lugar de gran proyección política aunque ayuda a generar redes ciudadanas que en un futuro pueden ser de utilidad; mismas redes de cercanía popular que no pudo generar para ganar la gubernatura de Nuevo León en 2021 (además de una militancia en el PRI de 22 años).

Esta discreción también puede deberse a que la responsable máxima de los asuntos religiosos de México tiene una mancha en el pasado: participó de un curso de NXIVM y entrevistó a su líder, Keith Raniere, acusado en Estados Unidos de América de diversos crímenes graves y actualmente en prisión (hasta el fin de sus días). Sin mencionar que este grupo del crimen organizado se vinculó con familias mexicanas de funesta fama. Hay, por tanto, una mancha con dos tonos: el legal y el moral.

La misma titular aceptó que fue un error participar en ese curso y haber realizado la entrevista ya que desconocía las atrocidades de Raniere. Quedará en las conciencias la veracidad de lo afirmado, finalmente no fue considerado grave por las autoridades y no ha hecho eco salvo en algunos medios que buscan desprestigiar a Morena a cualquier costo.

Las columnas más leídas de hoy

¿Qué se espera de Clara Luz Flores?

-Seguir con el trabajo, de una manera eficiente y abriendo las líneas de comunicación entre las Iglesias y el gobierno que representa

-No utilizar las actividades con grupos religiosos o de construcción del tejido social como plataforma de campaña (por si el caso de Andrea Chávez no dejó en claro que se sanciona moralmente las precampañas)

-Visibilizar más un equipo de trabajo con perfiles que conocen profundamente la realidad y las heridas del pueblo de México, convocar a eventos (a nivel nacional y no solamente en Monterrey) para demostrar las estrategias de intervención y participación entre lo público y lo religioso (quitando el estigma de esta relación).

-Emprender acciones concretas (y no solamente discursivas) sobre proyectos religiosos que abonan al bien común, por ejemplo, el emprendido por el Episcopado y la Compañía de Jesús en México: Diálogo Nacional por la Paz.