No cabe duda que el sector financiero de nuestro país tiene muchos aspectos positivos y es semillero de los más virtuosos operadores, la mayoría con las más calificadas credenciales para desempeñarse en cualquier país y bajo cualquier circunstancia. Pero es también generador de los peores cuadros que merecen ser desnudados ante el círculo en el cual pretenden destacar.
Es el caso de Ernesto O’Farrill Santoscoy, un oscuro personaje que se presenta en el ámbito empresarial como analista financiero y consejero de distintos grupos. Es común escucharlo en espacios radiofónicos como el de Oscar Mario Beteta en Grupo Fórmula, que dirige Jaime Azcárraga, o leerlo en diarios como El Financiero, propiedad de Manuel Arroyo y que dirige Enrique Quintana.
Pareciera que estos experimentados comunicadores han sido engañados durante años por este supuesto experto en asuntos financieros, como lo han sido muchos de quienes se han asociado con él o lo han cruzado en el camino.
Para botón de muestra, uno de los muchos ejemplos sobre su fracasada trayectoria. Por sus malos consejos y falta de resultados, O’Farrill perdió toda participación y poder de decisión en la afamada Casa de Bolsa Bursamétrica, a la cual perteneció hasta hace algunos años. Resulta que este personaje no cumplió con sus compromisos financieros, puso en riesgo a este grupo por los sistemas operativos que pretendió instalar y no logró atraer un solo centavo de los millones de pesos que prometió inyectar.
Pese a su sonado fracaso, O’Farrill cometió la osadía de denunciar a sus antiguos socios y comenzar una campaña en su contra a través de columnistas amigos de él, quienes poco a poco se han dado cuenta de las mentiras del supuesto consultor.
Hoy, el patrimonio de O’Farrill y el de su esposa están en grave riesgo. Endeudado por todos lados, puso en garantía una lujosa casa propiedad de su cónyuge, Lorena Amescua Arango, sobrina directa de Manuel Arango, detentor de una de las principales fortunas del país. La morada en cuestión se ubica en el Conjunto Residencial Santa Fe y, según fuentes judiciales, estaría a punto de perderla. Es por ello y el cúmulo de fracasos en su carrera que su familia política le retiró la confianza y ha declinado a brindarle cualquier tipo de ayuda, incluso estando en posibilidad de hacerlo.
En el medio financiero es cada vez más sabido que a O’Farrill le encanta fanfarronear con sus supuestos vínculos con el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, y su círculo cercano. Usa esa supuesta amistad para “operar” favores o amenazar a quienes, por múltiples razones, lo tienen denunciado. Mucho ayudaría al gremio que desde la oficina del encargado de la política económica del país se le enviara un estate quieto a este sujeto que no deja de presumir situaciones que definitivamente solo existen en su imaginación.
Una simple revisión, como las que se han hecho en el pasado, de su situación fiscal y de la enorme distorsión entre sus ingresos y declaraciones podría servir para que la autoridad hacendaria frenara los ímpetus bloferos de este personaje. Sin duda le haría un enorme favor al sector financiero y al prestigio que ha adquirido a lo largo de los años en el mundo entero.
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