Hace unos días un grupo de padres y madres de niñas y niños de educación preescolar, que deseaban tomar una foto a sus hijas e hijos con “toga y birrete” junto con sus maestras y dentro de la escuela, amagaron con realizar protestas porque la directora del jardín de niños les indicó que esa vestimenta no está autorizada como parte del uniforme oficial o reglamentario.

La directora tenía la razón: el uso de la toga y el birrete son elementos de una vestimenta que solicitan algunos fotógrafos comerciales para captar la imagen estudiantil en el tradicional fin de cursos, pero que no es una práctica legitimada por la escuela. Y si eso se da en algunas escuelas, ello obedece a una variedad de factores y criterios adoptados por las autoridades educativas o escolares.

Adicionalmente, un argumento en contra de esa vestimenta, de herencia medieval, fue la elevación del costo de la fotografía individual y grupal. Por lo tanto, el acuerdo al final consistió en que aquellas familias que desearan usar dicha indumentaria y posar así para la foto, lo hicieran con libertad, pues estaban en su derecho de hacerlo así, pero que sería sin contar con el apoyo oficial de la escuela.

Esto que describo (tomar la foto de fin de cursos) se ha dado, con frecuencia, durante la temporada de festividades de las y los estudiantes que culminan algún nivel o grado educativo (de ahí la idea chabacana de “hacer la graduación”). Ya sea en preescolar, primaria, secundaria o bachillerato, no importa el nivel educativo; lo socialmente importante es cerrar con una gran fiesta un ciclo de estudios.

Sin embargo, esa práctica no ha sido una iniciativa de las escuelas, sino de las empresas que viven de vender los productos y servicios de las graduaciones o que organizan festejos de esa naturaleza (bodas, XV años, bautizos, etc.).

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Hay que reconocer que ese tipo de prácticas son comunes en la sociedad actual, (la toma de foto comercial o que se promueve en el mercado), pero no es una práctica, insisto, sugerida ni impuesta en las escuelas. No al menos de manera oficial.

Estoy de acuerdo con la idea de que la escuela es una institución que reivindica un sinfín de prácticas conservadoras, pero no es para tanto. Ese hecho (la foto con toga y birrete) me recuerda que las mismas prácticas suceden -un día sí y el otro también- en la educación superior.

Es un hecho que estudiantes de licenciatura, en diferentes momentos de la historia del egreso de cada generación en diferentes instituciones de educación superior, celebran o han celebrado graduaciones al estilo medieval que resultan ser cuestionables, puesto que lo único que reproducen son prácticas conservadoras desconocidas por su origen y escasamente reflexionadas. Prácticas impuestas por las empresas comerciales, pero que no están avaladas ni legitimadas por la escuela.

La universidad pública (y eventualmente la privada) no lleva a cabo este tipo de prácticas en sus ceremonias institucionales de cierre de cursos o al término o conclusión oficial de los estudios profesionales de cada generación. ¿Por qué usar entonces la toga y el birrete?

Si bien hay ciertas prácticas en donde las autoridades académicas (la UNAM lo hace) portan una toga y un birrete durante ceremonias especiales, ello no significa que esa vestimenta sea legitimada o reglamentaria en todos los casos.

Una analogía de la irreflexiva práctica de portar toga y birrete, se da también cuando las/los docentes universitarios o de educación superior se autocalifican como “catedráticos”. Cabe recordar que la cátedra es una silla. En esa lógica, la/el catedrático sería “el que se sienta en la silla”. Por esa razón, a algunas parroquias o templos que han sido elevados a una cierta jerarquía y que portan una silla gigantesca, barroca, con exceso de adornos, se les denomina “catedrales”.

La silla como cátedra antigua, el púlpito y el escritorio académico, en términos generales, simbolizan el poder, pero no necesariamente significan el saber. Por lo tanto, autoproclamarse como “catedrático” o “catedrática”, hoy, resulta ser una práctica semejante a la del uso irracional de la toga y el birrete.

Las prácticas de mandar a hacer un anillo de graduación, junto con la toma de la foto, la cena, el baile y la misa son rituales, costumbres, que se han desarrollado y consolidado socialmente, pero que no forman parte de las ceremonias oficiales de la escuela pública.

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española esto significa una “toga” (ver: https://dle.rae.es/toga):

“1. f. Vestidura talar que usaban encima de la túnica los antiguos romanos, consistente en una pieza larga de tela enrollada alrededor del cuerpo.

2. f. Traje de ceremonia con que se revisten magistrados, letrados y algunos docentes.

Toga palmada: f. Toga bordada con palmas de oro que se utilizaba en la antigua Roma en ocasiones solemnes.”

Para el caso del “birrete”, esto indica la RAE (ver: https://dle.rae.es/birrete):

1. m. Birreta.

2. m. Gorro armado en forma prismática y coronado por una borla que llevan en los actos solemnes los profesores, magistrados, jueces y abogados.

3. m. Gorro (pieza redonda para cubrir la cabeza).

4. m. Bonete (gorra con cuatro picos usada por algunos eclesiásticos).

Dicho y señalado lo anterior, concluyo y comparto una propuesta. Como les digo a las y los estudiantes del último semestre de los programas académicos donde colaboro: Tomémonos una foto con la vestimenta ordinaria y la sencilla actitud con la que convivimos en la vida cotidiana universitaria, aquí, en los jardines de nuestra unidad profesional, en el salón de clases-asesorías o a un lado de la fuente.

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