El cambio de régimen iniciado en Venezuela impactará a toda Latinoamérica y en particular a la corriente populista y autoritaria que se venía dando dentro y fuera del continente americano.
Maduro se ha quedado sin elementos
El cambio se presenta con las derrotas que ha sufrido el mandatario venezolano. La primera, en las elecciones del domingo 28 de julio donde a diferencia de las dos anteriores, la oposición y la ciudadanía se fajaron y con las papeletas en la mano demostraron el triunfo de Edmundo González, cosa que el oficialismo venezolano se ha negado a demostrar.
La segunda, es la pérdida del respaldo que anteriormente habría tenido por parte de mandatarios latinoamericanos igualmente populistas y autoritarios. Por lo pronto la mayoría de los países reconocen el triunfo de Edmundo González. Perú, Uruguay, Argentina, Chile, Panamá, Guatemala, El Salvador, Ecuador, Costa Rica; otros países que en un principio habían exigido un conteo de las papeletas para definir al ganador fueron Estados Unidos, la Unión Europea y en forma individual, España, Alemania Portugal y Reino Unido, que ya han reconocido el triunfo de González.
Brasil y Colombia exigieron el recuento de boletas y aún no se pronuncian en favor del opositor, pero tampoco reconocen a Maduro.
La tercera derrota vino el sábado pasado, con la gran manifestación en las calles de Caracas que se replicó en las principales ciudades de Venezuela donde la gente salió con valor a defender su voto por la vía pacífica. Corina Machado quien había estado evadiendo ser aprehendida por el régimen de Maduro, salió a encabezar las protestas. En la manifestación hubo un intento de detenerla, pero la población impidió el atropello: “Después de una brutal represión, creyeron que nos iban a callar, atemorizar o paralizar, la presencia de cada uno de ustedes aquí demuestra al mundo la magnitud de la fuerza y lo que significa que vamos a llegar hasta el final”.
La cuarta derrota fue la negativa de Enrique Márquez, exintegrante de la Asamblea Nacional y vicepresidente del CNE, quien, aunque se consideraba como parte de su comparsa, se negó a firmar una citación, un intento de chicanada de Maduro, y aseguró “esta es una cita a ciegas, con un alto grado de opacidad y sin ninguna trasparencia. No sé si fui citado como investigado, como imputado, como testigo, como experto. No sé en calidad de que voy a esa cita… Espero que este asunto no sea utilizado para que el CNE se esconda bajo las togas de los magistrados.” Y terminó diciendo “Hoy más que nunca nuestras instituciones deben funcionar en el marco de la Constitución y así preservar la paz en toda nuestra querida y sufrida Venezuela.
Control tirano
Maduro llegó al poder en 2013, elecciones que fueron duramente cuestionadas por la oposición y por la comunidad internacional. Durante su primer mandato, continuó con el desmantelamiento institucional que había iniciado Hugo Chávez, despojando a la ciudadanía y a la oposición de recursos legales y todo sentido de libertades ejerciendo un control tirano que le permitió reelegirse en 2018 para un periodo de seis años.
En el ánimo de fortalecer su dictadura ha ignorado las decisiones de la Asamblea Nacional que no pudo disolver y para anularla, creó una Asamblea Constituyente paralela que le permitiera aprobar leyes que beneficiaran a su gobierno, es decir, destruir a las instituciones democráticas para instaurar aparatos de represión y control absoluto.
Lo mismo pasó con el poder judicial, mediante un control férreo, como sucede en la mayoría de los regímenes populistas y autoritarios al eliminar o controlar y someter a dicho poder y, bajo está estructura, tomar decisiones como la inhabilitación de políticos de la oposición. (Cualquier semejanza o parecido con lo que propone AMLO es mera coincidencia), en 2017 la Asamblea Nacional Constituyente nombró a los nuevos magistrados del TSJ, dejando al poder judicial bajo el total control de Maduro.
Al perder la narrativa el dictador venezolano inició con pretextos tan absurdos como acusar a Elon Musk de hackear el sistema electoral. Algo inverosímil ya que el conteo de los votos y el llenado de las actas es automatizado, tan es así que la oposición ya lo mostró.
Antes de transmitir los resultados al CNE, se imprime un acta original que tiene mecanismos de seguridad (código QR y alfanumérico). El conteo de votos se hace a un porcentaje de las mesas electorales con la finalidad de corroborar que los votos que salen en el acta impresa sea la misma cantidad de papeletas en la urna
Lo grave es que, a una semana de las elecciones, el órgano comicial sigue sin publicar las actas de cada mesa de votación
Maduro ya se quedó sin argumentos, sin respaldo y sobre él, la amenaza de que se pueda cumplimentar la orden de aprehensión emitida por Estados Unidos desde 2021 por los delitos de narcoterrorismo, corrupción y tráfico de drogas.
Por las buenas o por las malas
Todo indica que Maduro tendrá que dejar el poder, si es por las buenas más le vale pactar su salida, entregar el poder y buscar refugio en Cuba, Nicaragua, China o Corea del Norte. O, si es por las malas, que vaya pensando en la suerte que corrió el exdictador populista de Honduras, Juan Orlando Hernández.
Lo cierto es que esta situación repercutirá en México y en toda Latinoamérica donde “los momios” ya cambiaron en favor de la democracia. ¿Aprenderemos los mexicanos a defender las instituciones o esperaremos a que la única salida sea la intervención extranjera y el absoluto fracaso del oficialísimo?
X: @diaz_manuel