Sin duda alguna los uniformes en la aviación son sumamente atractivos. En la historia de la aviación incluso algunos de ellos han sido tan icónicos que siguen siendo recordados por alguna característica en especial.
Tuve la oportunidad de entrevistar a Concha Orvañanos, quien además de ser la directora de Yakampot, es la diseñadora de los nuevos uniformes de la aerolínea Aeroméxico. Y es justamente aquí que encuentro, confirmo y quiero compartir con todos ustedes, que la moda puede ir mucho más allá del tema estético, y que está lejos de ser baladí.
Estamos viviendo un tiempo de mujeres, y la transversalidad que este proyecto tiene abarca muchísimas aristas. Incluso, puedo aseverar que hay una visión de género en la creación de los uniformes.
Llevo muchos años dentro de la industria aérea, y es la primera vez que me toca observar el cuidado por los detalles, a tal grado que se pensó en muchos temas y distintos niveles.
En mi experiencia está el haber sido representante sindical de los sobrecargos hace ya algunos años, y como tal me tocó estar en primera fila en varios procesos de cambios y actualizaciones de uniformes, no solo de una aerolínea, sino de varias. Inolvidables los debates sobre el tema; eran largas horas en las juntas de comité; no es cosa sencilla encontrar un equilibrio entre la pieza propuesta, diseño y materiales, y el trabajo que los sobrecargos realizan, día con día, a más de 35 mil pies de altura.
Tarea titánica diseñar un uniforme; en la historia de la aviación hemos tenido grandes fiascos, sin importar el tamaño del renombre del diseñador a cargo. Tal fue el caso del vasco Cristóbal Balenciaga, quien aceptó el reto de diseñar “prêt-à-porter”, pero sin contar con la opinión de las usuarias finales: las sobrecargos.
Fue memorable porque se trató de un uniforme de Air France cuyo uso no duró nada, dada la multitud de quejas que recibió de las sobrecargos, porque les era imposible trabajar; las mangas eran un desastre y aunque visualmente los uniformes hechos por Balenciaga son hermosos, la practicidad y comodidad simplemente no estaban presentes.
No es el caso de los nuevos uniformes de Aeroméxico, los cuales -según los sobrecargos con los que he intercambiado opiniones al respecto-, son bastante cómodos. Un punto importante son las siluetas.
Podemos creer que al ser presentados en un desfile, con modelos jóvenes, altos y delgados, estas piezas no le quedarán a las corporalidades que hay entre los tripulantes y personal de tierra de Aeroméxico, pero les voy a decir que en eso, están equivocados.
Precisamente el diseño de piezas es de corte atemporal, lo que hace que le queden a todos los cuerpos. Cuando los cortes de ropa son clásicos, líneas sencillas, trajes sastres, vestidos en corte A, e incluso la innovación de una “falda-pantalón”, se adaptan muy bien a distintos tipos de cuerpo. La ropa “sencilla” nunca pasa de moda, y son precisamente conceptos con los cuales la diseñadora Concha Orvañanos trabaja.
Creó “looks” monocromáticos, en los que el uso de la mascada levanta el uniforme y la propia personalidad. Utilizando un azul marino “no tan marino” (como dijo en la entrevista) como el “canvas”, para de ahí aderezarlo de colores como el rosa mexicano, el azul turquesa, el azul rey, el blanco, e incluso atreverse a utilizar un marrón frío en la bata de servicio, que me parece una combinación preciosa y de lo más elegante.
En el evento pude ver el “backstage”, y ahí ver y tocar las prendas; me percaté de las telas utilizadas, las cuales son de muy fácil mantenimiento, son de esas que se pueden lavar perfectamente en el baño del hotel y que no tardan mucho en secarse; incluso hay algunas prendas que no requieren incluso de planchado.
Una arista más de esta nueva piel de Aeroméxico: la sostenibilidad. Uno de los temas que me gusta abordar dentro de la industria aeronáutica es la relacionada al combate al cambio climático, y crear uniformes que estén precisamente pensados para ello me parece la mejor de las ideas.
Un gran acierto crear un uniforme que forme parte de las acciones para llegar a la meta dentro de la aviación para el combate al cambio climático, tanto para el 2030, como para el día cero en 2050: “cero emisiones”. Una medida atinada sin duda alguna, y una muestra de la responsabilidad social que tiene Aeroméxico con el medio ambiente.
Sabemos que una actividad altamente contaminante, es planchar la ropa. Tan sólo como dato cultural: planchar una camisa durante un año, puede equivaler a arrojar al medio ambiente hasta 190 kilos de CO2, además de que contribuye al calentamiento global por ser la plancha uno de los electrodomésticos que más energía eléctrica requieren, entre 1000w hasta 3000w por hora.
El reducir el planchado de algunas prendas, vuelve al uniforme más amigable con el medio ambiente, además de que está pensado que tenga un tiempo de vida útil de dos años, un año más que el promedio de uniformes, que es de tan solo un año calendario.
Esto nos lleva a la siguiente arista: la confección de los bordados, que es la colaboración de las mujeres artesanas del estado de Chiapas. Tuvieron la gran idea de hacer partícipes del desfile a dos de las más de 230 artesanas que pertenecen a municipios del bellísimo estado de Chiapas como Yaxjemel y Tzajalhucum en Chenalhó, así como la propia cabecera, Poconichim, Agua Viva, Naching en Zicantán, Bochilte´ y su cabecera Huixtán, Aldama, San Andrés Larrainzar y Aguacatenango en Venustiano Carranza.
Elsy Nayeli Ruíz Pérez y Tania Beatriz Gómez Vázquez fueron las encargadas de poner un rostro a esas manos que bordan. Porque casi siempre que se hacen este tipo de colaboraciones, solamente el diseñador es quien pone la cara, pero en esta ocasión, ellas también fueron parte del cierre del desfile y -como lo dijo la propia diseñadora-, las verdaderas estrellas del show.
Porque como ellas mismas mencionaron, jamás se imaginaron que sus bordados vayan a ser vistos y apreciados en todo el mundo. Al estar dichos bordados en los uniformes de los sobrecargos, eso será una realidad, pues podrán verse en todo el continente americano, en Europa y en Asia, que no es poca cosa.
Para esta dotación de uniformes de los tripulantes de cabina, se elaboraron más de 33 mil bordados, los cuales fueron realizados por 230 artesanas de distintas comunidades de los Altos de Chiapas pertenecientes a 11 comunidades, logrando con ello el “empoderamiento femenino”.
Eso es una arista más, que va allende lo banal que pudiera parecer “la moda”. Este trabajo ha representado un ingreso familiar, además de agruparse en colectivos y organizaciones civiles como lo es “Dos tierras” y “NGOimpacto”. La primera es una marca colectiva cuya función es mejorar la colaboración de las comunidades originarias, mediante prácticas sostenibles y de liderazgos horizontales.
Y sobre NGOimpacto diré que es una organización que fusiona la colectividad, el emprendimiento y el desarrollo sostenible, con perspectiva de género y beneficio económico y social para las comunidades originarias. Con el apoyo de Yakampot que dirige Concha Orvañanos, la diseñadora de estos nuevos uniformes, se crea una sinergia en donde combinan la moda, la sostenibilidad y el empoderamiento femenino.
Como lo mencionaban las artesanas, esto ha impulsado a que más mujeres se acerquen a estos colectivos y se capaciten en aprender a bordar para posteriormente colaborar con marcas, con un trato justo, dándoles su lugar como las “artistas” que son, pues como ellas mismas dicen, “cada bordado que hacemos, nace dentro del corazón”.
Estas mujeres cuya lengua materna es el tzotzil como en el caso de Elsy, porque en Chiapas hay una gran variedad de lenguas indígenas, contaron con traductores para un mejor entendimiento, lo cual hace además que se les de la importancia que como artesanas tienen, que aunque no dominen bien el español, no se vean relegadas, por eso contaron con varios traductores para un mejor entendimiento.
Además de aprender a bordar con hilo alemán, que es más resistente que el que normalmente usan, pero que por las necesidades que se tienen a bordo de una aeronave, se requiere que estos bordados duren y aguanten las constantes presurizaciones y despresurizaciones, los cambios de clima, así como las lavadas.
Mención aparte merece el regreso del bonete, moderno, pero con un aire vintage. En promedio son 15 piezas de ropa distintas que servirán para que cada sobrecargo arme su guardarropa con lo que más le guste y mejor le acomode. Siempre que hay cambios en los uniformes se crea polémica a su alrededor. Algunos gustan más que otros, pero también es importante portar un uniforme con orgullo, porque al final los tripulantes, y el personal de tierra, se convierten en la cara de presentación de la línea aérea.
Sabemos lo icónicos que han sido algunos de los uniformes de Aeroméxico, como el naranja utilizado de 1969 a 1972, o el confeccionado por Nina Ricci, cuyo diseño es completamente atemporal.
Sin duda alguna Concha Orvañanos, junto con las 230 artesanas, dejaran huella con estos nuevos uniformes, esa nueva piel que es una mezcla de modernidad, sobriedad y sencillez, al mismo tiempo que honra las fuertes raíces en forma de los bordados podremos ver en cada vuelo, y eso me encanta.
Los bordados solamente se podrán apreciar en los uniformes de los sobrecargos, en las batas de servicio, en los chalecos así como en algunas blusas y camisas. Al final es el personal de la aerolínea que más tiempo estará con el pasaje. Ahora bien, puede ser que no guste, o puede ser que encante, pero lo seguro es que este nuevo uniforme no deja a nadie indiferente.
Como lo mencioné al inicio, son diversas son las aristas que hemos abordado en este espacio. No solo se trata de moda, se trata de sostenibilidad, comercio justo, empoderamiento de comunidades originarias, de mujeres artesanas y de tener, entre pecho y espalda, una nueva imagen de Aeroméxico con 90 años de historia.