Envueltos en la sucesión presidencial adelantada las cuatro corcholatas oficiales desfilaron en la plenaria de los diputados de Morena. Fue, en términos políticos, un anticipo de lo que veremos periódicamente en cualquier evento oficial de esta naturaleza.
Y es que, durante mucho tiempo, el juego sucesorio estuvo marcado por dos factores que estaban incidiendo negativamente en las bases del partido. Uno de ellos, sin duda, la exclusión que vivió en carne propia el senador Ricardo Monreal que reclamó, con justa razón, piso parejo y reglas de participación democráticas. Fue una situación difícil que costó mucho trabajo para recomponer un poco la ruta presidencial en Morena; incluso, para corregir esa coyuntura tuvieron que pasar meses y meses de insistencia en que se mantuvo firme.
Lo paradójico de ello es que, mientras a Monreal se le segregaba, esa misma inercia impactó a favor del zacatecano pues el rebelde con causa logró que las cosas se equilibraran un poco. En todo caso, esto es producto de la lucha legítima dada la relevancia que tomó -siendo el coordinador de los senadores de Morena- el promotor de esa acción.
Ayer, en la plenaria de los diputados, Ignacio Mier abrió el abanico de la participación a las cuatro corcholatas oficiales de Morena. Si hablamos de equidad, respeto, condiciones, trato y la tolerancia, todas esas concepciones fueron una muestra de voluntad y un gesto de unidad para encarar los retos que enfrentará el lopezobradorismo. Es más, hubo un contexto de pluralidad que contribuyó a la participación vista, desde cualquier ángulo, como un mecanismo indispensable para que la sociedad vaya evaluando el trabajo y desempeño de los aspirantes a suceder al presidente Obrador, máxime sí se da en un marco saludable.
Por ejemplo, hay que acentuar el proyecto de construcción que presentó el coordinador de los senadores de Morena en la Cámara de Senadores. Incluso, podemos destacar la propuesta de crear la primera Secretaría de Diversidad, Género e Inclusión. Esta nueva secretaría concentrará sus esfuerzos en diseñar mecanismos para garantizar la inclusión de todas las personas en la sociedad; su representatividad en todos los espacios, y la igualdad de todos los grupos culturales y sociales, nos comentan.
Recordemos que, uno de los grandes retos que todavía enfrenta el territorio nacional, es una nueva cultura de participación incluyente con un enfoque vanguardista. Es decir, que representantes de la diversidad de nuestro país participen en la identificación de obstáculos, oportunidades y diseño de políticas públicas, para asegurar la mayor eficiencia y las mejores soluciones.
Con ello, se propone que no sólo se fortalezca la transversalidad de la perspectiva de género, para que forme parte de cada política, así como de la planeación, las estrategias, programas y presupuestos del gobierno, sino que se implementen mecanismos de rendición de cuentas, que permitan determinar cuáles son los logros efectivos en la igualdad de género.
Por eso era tan importante que todos los presidenciables hablaran. Lo hicieron Claudia, Marcelo Ebrard, Adán Augusto y Ricardo Monreal al que, por cierto, el coordinador de los diputados de Morena, Ignacio Mier, le reconoció su legítimo derecho de participación con la invitación.
A pesar de que hubo momentos de confusión a priori, Ignacio Mier corrigió a tiempo la determinación de tomar en cuenta a todos porque esto induce a la participación democrática en cualquiera que sea una forma de expresión o manifestación. De nada serviría si no se fomentan estos espacios pues son ellos los que ponen el ejemplo para contribuir a que, en cierto grado, la sociedad tome determinaciones a futuro.
Está claro que la plenaria sirvió para presentar proyectos de gran valor sociopolítico, sin embargo, el marco fue ideal para sentar las bases de la democratización de un proceso sucesorio que estaba generando muchas suspicacias de favoritismo. Era necesario construir un diálogo de comunicación colectiva con los actores del legislativo federal. En otras palabras, desde ahí se están nutriendo también los grupos que se definirán o inclinarán por una propuesta a futuro.
Entonces, tiene mucho sentido que la participación sea equitativa. De hecho, Ignacio Mier brindó tribuna para todos por igual. Y la mejor manera de alimentar la voluntad fue haber invitado a Marcelo, Adán Augusto, Claudia Sheinbaum y Ricardo Monreal. Ellos son, oficialmente, las cuatro corcholatas de Morena que buscarán suceder al presidente Obrador antes del final de su sexenio.
Ya merecían, por justicia social, el mismo trato y respeto. Qué mejor que poner en práctica esa voluntad que nació de la misiva de Mario Delgado, quien fungió como el portavoz del presidente López Obrador. Fue lo más conveniente no sólo para la democracia interna, sino para cuidar los desencuentros internos que se podían provocar por prescindir de quienes -por legítimo derecho- tienen el deseo de participar.
Para evitar que Morena arrastrará la división interna el presidente ha decidido modificar la estrategia presidencial al presuponer que, sí no lo corregía así, correría el riesgo de perder la elección del 2024. En la Plenaria de Morena, hubo muestras y no destellos de equidad, sin embargo, falta tiempo por recorrer y sobre la marcha veremos sí es una realidad o no que el partido fija reglas claras de participación que no dejen margen a la sospecha del dedazo. O sea, que el mecanismo de selección sea absolutamente claro y democrático.