El mérito, desde luego, se lo lleva Claudia Sheinbaum al ganar la elección presidencial con un tsunami que arrolló a la oposición. Más de 33 millones de votos tienen una lectura muy amplia del liderazgo que significa la imagen de López Obrador y, por supuesto, en la ganadora de la carrera presidencial. Por un lado, Sheinbaum siempre se mostró a la altura de las circunstancias. De hecho, jamás se enfrascó en una guerra sucia que protagonizó la derecha, especialmente cuando el tono de la descalificación subió. Eso, a grandes rasgos, nos demuestra el nivel y la madurez que ha ido acumulando quien, hace unos días, fungió como abanderada de Morena, pues el temple y el carácter salieron a flote cuando fue necesario ponerlos sobre la mesa.
Tal y como se pronosticó en todos los estudios de opinión, una aplanadora pasó por encima de la oposición que, en efecto, no entendió la lección que les dejó el ejercicio democrático del 2018. Para hacer frente a una campaña presidencial, por mucho, valen las propuestas y la capacidad de conexión que tengan con la sociedad para ganarse su cariño. Además de ello, queda claro, la honestidad y la rendición de cuentas son otros de los factores cruciales. En ese sentido, Claudia, desde que inició su carrera en el servicio público, ha hecho un trabajo responsable en cada una de sus trincheras. Esa es la mejor carta de presentación de quien aspira a un puesto de elección popular. A su vez, Sheinbaum es parte de un proyecto que, evidentemente, ha rendido frutos importantes en el desarrollo del país. Siendo así, no se trata de una mera casualidad el triunfo contundente, sino de los años y años de esfuerzo.
Y como Claudia Sheinbaum ha priorizado la esencia de un proyecto que ahora estará bajo su gestión, la responsabilidad será mayúscula. Para ello, queda claro, la nueva presidenta electa tendrá que ir moviendo las piezas del ajedrez. Antes de que eso suceda, hay que reconocer, por tanto, el gran quehacer que hizo su primer círculo de trabajo que, tras bambalinas, ayudó a darle forma a la campaña desde distintas funciones que la misma Sheinbaum delegó a principios del largo recorrido que comenzó oficialmente en marzo. O sea que, esa capacidad de organización y planeación, tuvo también efectos positivos en el resultado final.
Ricardo Monreal, por ejemplo, fue determinante en la encomienda que recibió de manos de Claudia Sheinbaum. Recordemos que él, en este curso, fungió como coordinador de enlace territorial. Nada más y nada menos que una de las responsabilidades cruciales en tierra. Dada esa responsabilidad, el zacatecano hizo un trabajo impecable al brindarle las mejores condiciones a la abanderada presidencial. Hablo de logística y tareas específicas que tenían que ver con la cohesión interna. Muchas de esas ocasiones, en efecto, el propio Monreal acudió a las entidades a operar temas fundamentales que, desde luego, fue una de sus funciones dada la habilidad de construir sinergias en cualquier entorno.
Y alguien con la experiencia de Ricardo Monreal, desde luego, supo encontrar áreas de oportunidades para fortalecer lo que el pasado fin de semana se materializó en las urnas. En pocas palabras, Monreal mostró su mejor nivel político y, con ello, dejó constancia que es, en este momento, el mejor operador que tiene nuestro país. O sea, un estratega clave en el engranaje del triunfo presidencial de Claudia Sheinbaum.
Tampoco podemos soslayar el gran trabajo que llevó a cabo Marcelo Ebrard. Él, sin lugar a dudas, se enfocó mucho en el diálogo con diversos sectores de la Ciudad de México. Eso, además de ayudarle a Claudia Sheinbaum, fortaleció la campaña de Clara Brugada, particularmente en las alcaldías donde Morena —hace tres años— perdió terreno por la falta de organización. Eso se demostró con el triunfo contundente de Morena en la CDMX, y en sus demarcaciones.
Lo mismo hicieron Adán Augusto y Tatiana Clouthier. Ambos, de hecho, con tareas específicas. La de Tatiana es, desde luego, una especie de voz protagonista en distintos espacios de comunicación por la elocuencia que tiene con la ciudadanía. Ahí, no tengo la menor duda, fue determinante para sumarle votos a la causa de Sheinbaum. Se notó, por ejemplo, el protagonismo y la réplica desde las propias redes sociales que, tal y como sucedió en 2018, jugaron un papel crucial para desmentir la guerra sucia que montó la oposición a lo largo de este ejercicio. Clouthier, en ese sentido, siempre aludió con posicionamientos muy claros que resultaron, al final de cuentas, muy productivos para la victoria.
Y el siempre combativo Gerardo Fernández Noroña, de igual forma, fue un personaje relevante no solamente en la tarea que le encomendó Claudia Sheinbaum, sino también en el protagonismo en la defensa del proyecto de la 4T. Vimos, por ejemplo, los mensajes en momentos decisivos que subió desde sus redes sociales. Él, al igual que muchos, jugó un papel considerable para desnudar las mentiras de la oposición y todo aquel mecanismo pernicioso que echaron andar. Asimismo, en el debate, que maneja a la perfección Noroña, apuntaló los trabajos de la candidata presidencial.
Resumiendo, fue importante el primer círculo que diseñó Claudia Sheinbaum para este proceso que culmina. Cada uno de ellos, de hecho, entendió perfectamente su rol para contribuir. Además de ello, se hizo diferencia con la madurez y experiencia, que confirmaron con su participación y, desde luego, con lo que aportaron para que el Plan C fuese una realidad.