Uno de los argumentos al que más recurren los que simpatizan con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador en contra de quienes se oponen o ejercen su libertad de crítica al régimen, es que lo hacen porque “perdieron sus privilegios”.
Si bien es cierto, con la llegada de la llamada Cuarta Transformación hubo un golpe que cambió y transformó muchas cosas, pero, no necesariamente fue en sentido positivo, es decir, sí se terminó con los “moches” o portafolios de dinero que mucha gente recibía, pero la práctica en realidad no fue eliminada, simplemente, los depositarios fueron sustituidos por otros y, en algunos casos de forma muy abierta, que siguen recibiendo beneficios a través de contratos, “cochupos”, sobreprecios y otras prácticas que creímos que estaban erradicadas o se prometió que iban a eliminar.
Otro más, esta en el cobro y extorsiones que se hacen desde las oficinas alternas a la del presidente, como el de la Consejería Jurídica de Julio Scherer, o las de los herederos de AMLO y hasta las de Raquel Buenrostro, presuntamente recomendando despachos y exigiendo moches para arreglar adeudos con el SAT.
Democracia simulada
Al hablar de privilegios nos topamos con una suerte de democracia simulada, porque mientras algunos, de espalda al pueblo que los eligió para gobernar y administrar la riqueza de la nación, sigan buscando su interés personal, económico o político, entonces no se puede hablar de democracia.
Si queremos un país con una democracia que funcione realmente, se requieren bases sólidas e instituciones fuertes, pero si persisten este tipo de prácticas o acuerdos por “debajo de la mesa” y no se fortalezca el Estado de Derecho, no habrá prosperidad ni desarrollo posibles.
Unos pierden, lo que otros ganan
Hay que entender que los privilegios no se pierden de la noche a la mañana, por el contrario, en época de crisis, de pandemias, en época de confusión, de cambio de proveedurías, “a río revuelto ganancia de pescadores”, es decir, puedes quitar los contratos de medicinas, aunque con ello provoques un desabasto, pero no puedes evitar que los precios de éstas suban, ni que se vuelvan nidos de corrupción, donde, los que siempre las vendían, las tenían almacenadas y poseían los contratos de distribución, se las vendan ahora a un tercero cercano al gobierno, con lo que se propicia un sobre precio y nuevamente el círculo de corrupción. Eso es lo que está pasando en México.
La mafia del poder
Los ricos más ricos que Andrés Manuel mencionaba en algunas de sus listas como miembros de “la mafia del poder”, hoy en día, todos y cada uno, con nombre y apellido tienen contratos, gozan de jugosos beneficios y peor aún, ya no pagan impuestos como antes se decía que pagaban.
El tema de los impuestos lo hemos visto una y otra vez y siempre es una simulación, porque, aunque esta administración se le aplaude que se aumentó la recaudación, por ejemplo, la realidad es que no ha sido generalizada, solo se trata de algo estacional, pero la verdad, no vemos cómo va a poder mantenerse en los próximos años.
En cuanto a los privilegios del tráfico de influencias en los viajes siguen existiendo, los negocios son cada día más grandes y los ricos son más ricos, así lo demuestran las estadísticas a nivel mundial, los millonarios mexicanos incrementaron sus fortunas, mientras que el país generó cuatro millones más de pobres.
Estamos peor
Efectivamente, se perdieron los privilegios, pero se perdieron para millones de mexicanos que antes por lo menos tenían acceso a un empleo y podían sostener la esperanza de una vida mejor en un país con instituciones que le brindaran seguimiento y respaldo y no solamente la voluntad de una persona con un séquito de lambiscones en lugar de un equipo de trabajo serio detrás.
Datos no relatos, las cifras no engañan, los ricos de siempre son más ricos, sus negocios crecen y hay todo un grupo de empresas que hoy por hoy se benefician del amiguismo y del compadrazgo por los contratos que se otorgan vía adjudicación directa. En tanto, el pueblo de a pie hoy estamos más pobres, con más inseguridad, con menos y peores servicios de salud, con los más mediocres servicios públicos y de educación, enfrentados por la caja de resonancia de un discurso que separa y que busca destruir acuerdos entre los ciudadanos. Estamos peor que hace años, cuando teníamos gobiernos corruptos que no funcionaban aparentemente.
Morena y lo que ellos llaman 4T se ha convertido en todo lo que juró destruir y los privilegios no solo no han terminado, se han incrementado, la desigualdad social es más evidente que nunca, unos cuantos, los cuates del presidente son cada vez más ricos, mientras la clase media pasa día con día a la fila de los más pobres y los más pobres quedarin sin esperanza.
No, no y no, ya son tres años de excusas sin rumbo, no hay que profundizar nada ni alargar la agonía, hay que cumplir lo que se prometió.