Podría ser que Ricardo Salinas Pliego tuviera derecho a insultar a quien se le pegara la gana. He leído que la libertad debería ser tan amplia que permitiera injuriar a cualquier persona, incluida la máxima autoridad de una nación. Es una tesis con la que un anarquista como yo podría estar alegremente de acuerdo.
Pero Salinas Pliego no tiene derecho ni a ser misógino —como lo fue en un reciente video respecto de la presidenta Claudia Sheinbaum— ni tampoco tiene derecho a evadir 74 mil millones de pesos de impuestos.
Estoy seguro de que la presidenta Sheinbaum no lo demandará por violencia política de género —Claudia, personaje mayor, no perderá el tiempo de esa manera con un empresario grande en términos económicos, pero muy pequeño en su moral—. Eso no lo hará la presidenta. Pero el gobierno que ella encabeza de ninguna manera le perdonará semejante cantidad de dinero, que no es de Salinas Pliego, sino del pueblo de México.
El propietario de Elektra y TV Azteca tendrá que pagar, y si no lo hace deberá atenerse a las consecuencias de su conducta ilegal, que ya empieza a caer en la categoría del delito grave. Sus abogados, que son muchos y prestigiosos, podrán informarle a don Ricardo cómo se castiga a los evasores de impuestos que actúan con tan mala fe.